19/09/2014
Esta mañana lluviosa, en mi cama me percaté de que no eran ideas mías, hay algo atorado en mi pecho.
Esta mañana lluviosa, en mi cama me percaté de que no eran ideas mías, hay algo atorado en mi pecho.
Dos cigarrillos después, continué cuestionándome:
"¿Es normal estar tan agotada...tanto que no quedan fuerzas para continuar viviendo?"
Al principio solo era un malestar como cualquier otro, una chispa de intuición. Posteriormente era una carga, ahora es una angustia.
Una vieja tristeza, una frustración, un estrés, un agotamiento físico, y los amargos recuerdos. Todos reunidos en un solo lugar, mi pecho. Desesperada por alcanzar un poco de alivio lloré.
Ayer lo reuní todo, le di una forma humana le di un nombre, le dedique la etapa de mi vida y una fecha de muerte.
Todas esas cartas redactadas con la ingenua esperanza de una niña enamorada, todas las ilusiones que usé para eregí un futuro...
¿Qué pasará? Lo he perdido... Están destrozadas, y junto a ellas, estoy yo; la muñeca rota.
Tan siquiera aun perdurara la inspiración para continuar creando historias, nada.
Semanas sin pensar, mucho menos escribir, creo que esto de "jubilarme" estas vez si es definitiva.
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