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domingo, 3 de julio de 2016

HABLEMOS DE AMOR 11

11-DE CORAZÓN A CORAZÓN


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11-DE CORAZÓN A CORAZÓN





--Está bien si quieres quedarte, no es ninguna…

Una media tarde en ese pintoresco pueblito costero, aunque el sol atravesaba tercamente las nubes grises, era claro que se desataría una lluvia, por lo menos en la noche. El viento gélido mecía con mayor fuerza el poco follaje que persistía en las copas de los árboles. Caminaba a paso lento después de atravesar la reja un tanto oxidada a causa de la sal en el ambiente.

Resultado de las administraciones de los últimos años, el aspecto que en esos momentos pisaba adquirió un aire cada vez más agradable aunque gran parte se debía a sus buenas donaciones anuales. Los pasadizos fueron alfombrados por un tipo de roca extraída de las montañas del mismo pueblo que el agua de la temporada de lluvias se dedicó a pulir hasta terminar el aspecto limpio y lustroso sobre el cual resonaban los pasos de las personas.

Tomó un camino a la derecha pasando el ancestral cerezo que en esa época del año había perdido las hermosas flores que presume en primavera. Un silencio casi severo aportaba al ambiente aquella emoción entre tristeza y solemnidad. Se encontró con muy pocas personas, la mayoría perseguía las mismas intenciones. Si ya iban de regreso y acaso le reconocían, sin detener el andar ofrecían una inclinación de cabeza a modo de respeto o gratitud, porque sin él, ese pedazo de tierra olvidado por los funcionarios estaría hecho pedazos, lo cual sería una terrible ofensa para quienes habitaban ahí. En otra circunstancia, los pobladores le harían una reverencia o insistirían una corta charla de cortesía, e inclusive no faltaría que un joven huérfano o una viuda le invitasen a beber té en sus humildes casas.

Alentó los pasos, absorto en sus pensamientos porque en esos instantes, había dejado de ser la imagen que representa para volverse un triste hombre que intenta cicatrizar el corazón, intenta guardar las memorias buenas y malas. A cada paso, se vuelve más humano, más imperfecto. No lo sabía pero perdía poco a poco su sonrisa así como la fortaleza que le caracteriza. Contiene la respiración durante unos segundos mientras divisan sus ojos el punto de encuentro, la razón de estar ahí, tan lejos de la urbe y más cerca de sus otras raíces; las japonesas. Se detiene a un par de metros, sus manos estrechan con un poco de fuerza dos ramos de flores frescas que compraron en la única floristería de aquel pueblo costero, había comenzado a hablar a la persona que le acompaña, porque desde hace más de un lustro dicha persona se auto invita a las visitas, un gesto que agradece desde el alma y la explicación es simple; el corazón se aprieta de profunda melancolía. Sin embargo, antes de terminar la frase, cuando intenta recuperar el valor perdido si mira los ojos del quien le acompaña, (casi siempre funciona) está solo…

--…Molestia. –La figura familiar se ha quedado metros atrás, dedicándole con un semblante tranquilo y educado sus intenciones, no planea ir a su lado hasta allá.

--Esperaré bajo el cerezo. –La voz fue especialmente suave, intentado no perturbar el momento, pero notificando que una vez más, como hace más de un lustro, no planea romper el límite autoimpuesto.

--Ven conmigo. –Susurró girando por completo hacia esos ojos oscuros que le trasmiten el valor ansiado. Sabe que si esa persona posara aunque fuera la punta de los dedos sobre sus hombros, podría estar bien. Hace tiempo descubrió el efecto sanador que inspira su acompañante.

--Haré mal tercio. –Negó lentamente y el viento removió los cabellos oscuros que a través del tiempo fueron volviéndose ondulados, sobre todo ante la humedad. Una sonrisa tímida, amable con un toque de picardía le fue dedicada mientras determinó aquello.- Puede enojarse.

--No seas infantil… -Insistió, porque si perdía de vista a esa persona sabía que entraría en una especie de zozobra. Hace ya mucho tiempo su mortecina alma se aferró a esta frente a él, que brilla con la intensidad de un lucero; como si nunca se apagase. Y entonces no puede simplemente alejarse, ya no.

--Entrega las flores de mi parte, ¿De acuerdo? Ofrece mis saludos. –Decidido a terminar la tonta discusión en un lugar tan sagrado, aquella alma-lucero dio media vuelta regresando el camino.

--Le diré que me tratas mal y me ignoras. –La palma de la mano fue toda repuesta que obtuvo, sin poder evitarlo sus ojos siguieron la silueta; la espalda alejándose, el diminuto vértigo apareció, algo le decía que detuviera la distancia, porque quizás… ya no volvería más. Absurdo, pero cierto, tenía miedo de perderle de vista. Descansó al verle girar encontrándose nuevamente con el rostro –aunque lejano- de la persona. Solamente así fue capaz de retomar la compostura, la consciencia aplacó a su ansiedad; todo estaba bien, bajo el cerezo le esperaría.

Fue su turno de dar la vuelta para terminar con lo que lo traía ahí. Avanzó los metros que le separaban. A medida que llegaba, el corazón latió presuroso así como la mente regresó años atrás, a un pasado con sabor lejano, entre memorias de sonrisas, besos y caricias, entre gritos, lágrimas y luto.

Medían quizás un metro, no estaba seguro, el material eran concreto y mármol. Eran tres, dos en paralelo mientras que la última con aspecto más reciente frente al par. Dio una reverencia de noventa grados, cerrando los ojos a modo de respeto, una vez erguido, se arrodilló sin prestar atención a su gabardina de excelente calidad, durante unos minutos dejó las flores y la caja de incienso sobre la plataforma.

--Ha sido un largo tiempo desde que vine, pasaron tantas cosas y ya sabes, es difícil apartarme de los que siempre están para mí. –Sus manos acariciaron con ternura las inscripciones en kanjis cinceladas sobre la placa de mármol adherida.- ¿Cómo has estado, mi amada Sora?

Intentó sonreír pero como siempre que viene, fracasó. Desvió la mirada en los ramos secos de la última visita que seguían intactos a diferencia de la mala hierba que había sido arrancada para no maltratar ni ensuciar el mausoleo de la familia de su difunta esposa. Sin pena alguna y de manera ceremoniosa, retiró las flores secas de los depósitos que mandó a hacer para ornamentar los aposentos de esas tres personas, deshizo los ramos que había traído para elaborar cuatro pequeños ramilletes con las flores entremezcladas.

--Seung nuevamente envía flores y sus respetos, pero el tonto no tiene el valor de venir a hacerlo por su propia cuenta, se pone tímido. –Cuidosamente las colocó en los cuatro depósitos bellamente esculpidos por el artesano del pueblo.- ¿Verdad que es una persona muy cálida? Por eso tengo que cuidarlo y no puedo dejarlo solo. No lo sé, es como si… es una empatía. En cierta manera es como un espejo reflejándome.

Sus ojos se dirigieron al cerezo comprobando que esa persona seguía ahí. Con una (a consideración suya) delgada chaqueta que a pesar de ser juvenil no le quedaba mal, quizás porque Seung seguía sin representar su edad habiendo todo lo que le ha tocado padecer. Tenía los brazos cruzados al pecho revelando cierta incomodidad de encontrarse en un lugar sagrado. Los ojos se cruzaron con los suyos a pesar de los metros que les separaban y pudo distinguir una sonrisa gentil poco vista dirigida a su persona. Sintió una chispa de calidez recorriendo su cuerpo.

--Ambos estamos solos, enfrentando la vida. –Volvió la atención al sepulcro.- Te extraño tanto, mi ama Sora.

Suspiró profundamente para desprenderse de la máscara que colocaba todos los días, la imagen del pierrot sonriente, solo sus amigos sabían de eso pero no presionaban a mostrarse tal cual es. Dejó que el corazón lleno de cicatrices liberara los sentimientos contenidos, y su mente agotada de tanto autocontrol finalmente descargara el dolor retenido.

--¿Cómo se encuentran tus honorables padres? Diles que estoy agradecido por haberme permitido conocer a una mujer tan maravillosa como tú. Transmíteles mis respetos. –Repasó las manos sobre el frío material intentando vanamente imaginar que acaricia aquella aterciopelada piel que alguna vez abrazó o besó.- ¿C-Cómo…? -Se le cortó la voz, un nudo subió por su garganta, nublando la vista por lágrimas acumuladas. Carraspeó para aclararse empeñado a continuar.- ¿C-Cómo se encuentran nuestros pequeños…?

Para esos instantes sus ojos liberaron las lágrimas. El cuerpo tembló imperceptiblemente mientras el espantoso sentimiento de añoranza le envolvía entre sus brazos, sumergiéndolo en un agujero negro que tanto conocía; la tristeza era ya su hogar.

--D-Diles… Diles que no existe día en que deje de pensar en ustedes, cuéntales que les llevo en el alma. –Apretó los puños sobre sus muslos, no hizo algo para limpiar su rostro lloroso porque la tristeza le recordó lo miserable que era su vida sin su amada esposa y esos pequeños bebés que no pudieron nacer para conocer el mundo que él pensaba mostrarles.

La soledad le echó en cara que en ese mundo terrenal no poseía nada realmente valioso, aquella familia (la más importante ambición) que aspiraba con tanto cariño tener se encontraba en un lugar tan lejos de él.

Tenía casas en diferentes naciones, tenía cuentas bancarias llenas de dinero, tenía trabajo honesto, un gran amor de pareja para entregar y un inmenso cariño de padre guardado pero… ¿De qué servía tener todo eso si no había nadie a quien depositar como ofrenda? ¿De qué le servía trabajar tan duro? ¿Para qué demonios necesitaba una villa si nadie le esperaría con una sonrisa y solo sería un montón de construcción mal invertido? ¿De qué le servía la vida si lo único que amaba estaba en aquello conocido como el “más allá”?

Desesperación y una maldita impotencia hacia el destino bastardo, el venenoso rencor hacia las personas que tenían todo lo que él no poseía pero que desperdiciaban. Lo que él daría con tal de estar con sus seres más amados.

La respiración se le agitó, rompió en un llanto vergonzoso para su ego pero eso era lo de menos, solo quería estar con su esposa y esos pequeños que no pudo conocer. Quizás si él… entonces podría volver a verla.

Quería dejarlo todo, necesitaba ir a donde se encontraban esperándolo ¿Para qué alargar la espera? ¿De qué le servía la vida? ¿Por qué la tortura de cada despertar y saber que está solo? No es morir, es ir tras los que te dejaron atrás. ¿Eso era un pecado? Desear reunirse con los suyos que ese cruel Dios que tanto rezó le arrebató sin remordimientos. ¿Era tan malo su único deseo?


“Tienes a tu familia aún; tus padres, tu hermana y cuñado, tienes a tus sobrinos… nos tienes a nosotros, ¡¿Acaso eso no es suficiente para ti?! ¡¿No importamos?! ¡Tú nos importas! Quizás digo cosas sin sentido, pero por lo menos, vive por ti… date una segunda oportunidad de ser feliz. Inténtalo solamente una vez más, ¿Sí?”

La letanía fraternalmente severa con voz a Seunghyun emergió de la nada, ahuyentando (como suele suceder desde que lo escuchara por primera vez) los pensamientos macabros, el recuerdo de hace varios años emerge con fuerza cuando es derrotado por la soledad evitando de esa manera caer en el abismo. Era la tabla de salvación a la que su agonizante alma se aferró con desesperación.

El efecto devastador que estalló en su interior no se debía a las palabras alentadoras, ni al tono exigente-suplicante. El golpe de consciencia se debió a las circunstancias en que el regaño le fue otorgado, sintió tanta vergüenza de su comportamiento cerrado y…

Como si hubiese ocurrido hace unos segundos, está tatuado con hierro en su mente. Era la noche del 15 de noviembre, en su apartamento de soltero (había vendido el que tuvo con su esposa), completamente ebrio (el único vicio que creía que le entendía), no se había comunicado con nadie en días debido a su depresión. De los cuatro viejos amigos-camaradas, Seunghyun era el más atrevido y fue él quien desafío la casi inexistente tolerancia que le quedaba e ingresó a base de mañas a su estancia para verificar que todavía siguiera vivo.

Esa noche en que llegó vestía una camisa azul zafiro perlado y unos vaqueros negros, detrás de él, un Jaemin de doce años con los ojos más tristes le dedicó una mirada apenas sorprendida. Con la TV encendida el adolescente se quedó en la sala mientras su amigo lo sujetaba para llevarlo a la regadera y mojarlo con la intención de bajarle la borrachera. Recuerda no haber intercambiado palabras pero el ceño fruncido por preocupación del otro no mostraba indicios de enojo exasperante debido a la forma tan baja en que había caído; descuidando su trabajo, su familia, sus amigos, su persona.
Desatada una lucha de manoseos y quejas de su parte, el otro lo bañó a la fuerza… fue la primera vez que una persona talló su espalda desnuda, el primer golpe al muro en que se atrincheró; contacto humano. Recordaba las suaves manos masajeando su espalda encorvada como consolando lo que quedara de corazón. Los dedos firmes que limpiaron con shampoo sus cabellos, mismos que posteriormente cepillarían después del forzado baño.
Cuando le estaba vistiendo dejó atrás la pelea. Seung seguía sin decir nada, tan solo ejercía las acciones previamente planeadas. Sujetando su mano le conduciría al comedor donde empaques de un conocido restaurante descansaban sobre su mesa de cristal, intentando asimilar lo sucedido el otro confundiría aquello con negarse a comer por lo que sería quién tomara los platos y los palillos, tomaría un poco para llevarlo frente a su boca donde una vez más, sin decir algo le ordenaría abrir la boca. Le alimentó como si fuera un inválido para desempeñar la acción, poco a poco el cerdo acompañado de kimchi con arroz frito junto a sus guarniciones y una botella de agua ingresó a su organismo. Intentaría detener todo eso, pero al toparse con los ojos oscuros quedaba sin voluntad para arrebatar los palillos, tirar la comida y correr a gritos al intruso.

Medio platillo después, Seung dejó todo para quedarse quieto, sin decir nada y contemplándolo con semblante indescifrable. Serían largos minutos de mirarse a los ojos, como un juego tonto e infantil de quien parpadea primero pierde, fuera esa la razón por la cual ninguno se movió. Entonces lo notaría, los pequeños surcos alrededor de los ojos, las ojeras pronunciadas, la piel más pálida de lo normal, la delgadez insana… al sentir que era consciente de su estado, liberó un suspiro, el menor sería primero en desviar la mirada.
No obstante, seguiría en tal posición, escuchando los pasos secos, la televisión siendo callada de tajo y los susurrantes llamados hacia el pequeño Jaemin que no tendrían respuesta.

Después de tanto show de mutismo y acciones arrogantes, la voz rasposa de Seung comenzaría a resonar en suave eco atrayendo su atención y el tono suplicante que nunca antes le habría escuchado le indicó que como mínimo debía mirar a su interlocutor, esa sencilla acción fue la que cambió su vida.

El todopoderoso Lee Seunghyun era un hombre triste, en sus agotados brazos sostenía con firmeza a un Jaemin durmiente aferrándolo a su cuerpo.

La explosión devastadora brilló desde el fondo de su alma casi muerta.

Seunghyun vivía en ese tiempo con la única compañía de su hijo que tenía el corazón roto, echó a la mujer que tanto quiso al escucharla alentar a su hijo de abrazar a la muerte en un siguiente intento como si fuera la única solución de redimir la “vergonzosa” realidad; su homosexualidad. El chico había sobrevivido de milagro a la caída de la azotea del colegio, en un fallido intento de suicidio. Aquello superó su capacidad para soportar golpes de la vida.
Se distanció de sus padres que sintieron que el vástago no era digno de los Lee, terminó a gritos con Hanna a emplear desdeñosamente la expresión “desviado”.

…Aun con todo ese lío personal, tuvo tiempo para soportar a un ebrio melancólico que no superaba el duelo aunque hubiese pasado ya años de aquella tragedia. Un pobre diablo que se negaba a vivir, un bastardo que se alejó de lo que restaba de familia… un hombre que ya no valía nada. Lee Seunghyun en ese momento le reveló ser el tipo de persona que aunque haya perdido la esperanza, insiste a los demás a creer en ella.        


Regresó al tiempo real, inmediatamente giró el rostro en su búsqueda, encontrándose con esa persona que lucía más preocupado por él ante el evento que se llevaba a cabo, notaba el debate interno de acercarse o mantenerse al margen. Seunghyun estaba ajeno a los pensamientos y recuerdos. Limpió rápidamente su rostro e intentó sonreír, consiguiéndolo ésta vez.

--Fue así, mi amada Sora. –Susurró sin apartar sus ojos de la figura de Seung que bajó la vista como si el suelo fuera lo más interesante del mundo, o quizás enterado que le miraba.


Volvió al pasado para rememorar los minutos que secundaron aquella imagen que lleva en el alma.

Una vez consciente, con la ebriedad totalmente bajando, en su pecho brotó como agua en pozo recién excavado, aquella idea… “Quiero estar a su lado.” 

Se aferró a Seung, y antes de que atravesara su puerta notando las intenciones de marcharse, su corazón latió despierto por un miedo nuevo (desde entonces la desesperación de imaginar que si le dejaba ir jamás volvería a tener esa estrella) e impidió que se fuera, avanzando a zancadas y estirando sus manos para apresarlo en un necesitado abrazo.

“No te vayas.” Recuerda haber sido capaz de soltar lo que su alma pedía a gritos internos, e increíblemente esta persona se detuvo. Sería la primera vez que cargaría en vilo a Jaemin, quien entre sueños buscaría su calor en un hecho bastante peculiar. Dejaría al menor sobre su cama, lo arroparía ante la mirada sorprendida del padre.

Luego, otra vez se quedarían en silencio pero cuando volviera a mirar los ojos agotados la misma calidez que transmiten llegaría a él en un efecto sanador. Sentado en el sofá, no tendría idea alguna de cómo abordar una conversación. Seung abandonaría el lugar para desaparecer de la estancia. Solo cuando le viera sostener una frazada obtenida de algún cajón, y un cojín, entendería. Se avergonzaría al verle inclinarse buscando retirarle su calzado y lo impediría. Recostado y abrigado, solamente sería capaz de dormir después del suave “iré con Jaemin, intenta descansar. Mañana hablaremos.”


Sí, así fue como comenzaron a sanar las heridas, del mismo modo desarrolló la necesidad de tenerlo cerca y poco a poco le fue siendo más difícil estar separado de él, hasta el día de hoy. Incapaz de transcurrir demasiado tiempo sin verle o hablarle, aprendió a controlar su ansiedad.

--¿Está bien eso para ti, mi amada Sora? –Su rostro de vuelta a la cripta, las manos nuevamente acariciando la placa de mármol. Soltó la pregunta esperando una respuesta que claramente no llegaría.


Cerró los ojos concentrándose en el rostro de su amada esposa, aquella compañera de vida durante el corto tiempo que le hizo su mujer, imaginando una respuesta. Obtuvo una sutil paz desde el interior de su pecho. Estaría bien.

Encendió lentamente los inciensos inundando el espacio con un perfume singular y dedicó largos minutos a rezos tanto budistas como cristianos puesto que ambos fueron de religiones diferentes pero que aprendieron a convivir respetando el uno al otro.
Al terminar las sagradas letanías acomodó cuidadosamente los delgados palillos, se puso de pie ofreciendo la recta reverencia, se inclinó un poco en señal de beso de despedida.

Recogería todo, depositando la basura en los contenedores dispuestos por el lugar e iría sin prisa pero sin detenerse al encuentro con aquel que le espera pacientemente.

--Vamos, Ri-ah… -Comentó intentando molestar al otro con el apodo que detestaba a modo de hacerle entender que no se preocupara por él, superó la pequeña crisis.- Tengo hambre y la señora Keiko seguramente nos espera para la cena.

Notó que el menor sin contestarle, se quedó unos segundos mirando la tumba de su esposa e hizo una reverencia antes de seguirle.

--¿Crees que tenga cerveza?

--No lo creo… sabes lo tradicional que es, pero supongo que tendrá sake.

--No me apetece tomar alcohol tibio, quiero algo frío.

--Entonces enfermas y estarás medio inconsciente para las giras de trabajo.

Con pasos tranquilos devolvieron el recorrido hasta salir del lugar. El sol no estaba porque fue completamente ocultado con pesadas nubes grises.

--Aish…

Sonrió mientras avanzaban colina abajo. El pueblo era muy pequeño y tranquilo, ambos estaban familiarizados, así que procuraban caminar el mayor tiempo posible.

Llegaron al centro en cuestión de minutos, Daesung vio a Seung sacar el móvil buscando recepción.

--Yo podía haber venido solo. –Puntualizó.

--De ninguna manera. –Se rindió devolviendo al interior de la chaqueta el sofisticado aparato.- Estamos juntos en esto.

--Si esperas una llamada importante…

--No, intento llamar a casa. Quiero saber si Jaemin ha comido la cena y terminado los deberes…

--Hablamos de que está en manos de Nitta-san y Jaejoong-san. No creo que lo dejen saltarse los alimentos. Pudiste haberlo traído, creo que le haría bien salir. Lo tienes aislado.

--Y estará así hasta que arregle lo de esos mocosos.

--No estoy juzgando tu manera de educar a tu hijo, pero, ¿No crees que estás exagerando? Ha pasado por algo serio, no lo presiones tanto. Lo que más necesita es distraerse y cambiar de ambiente.

--Intento protegerlo. –El tono defensivo se hizo evidente.

--De eso estoy seguro.

--Llamaré a casa desde el teléfono de la posada.

--Seunghyun… -Detuvo su andar intentando formular la pregunta sin sonar impertinente.- ¿Te encuentras bien?

Le vio detenerse, soltó un suspiro una sonrisa agotada se esbozó en esos labios.

--Sí.

--Puedes confiar en mí. –Se acercó para que solo él escuchara. Sabía que mentía, estaba mintiéndole. Porque con el tiempo de convivir aprendió a leerlo, quizás en el pasado lo hubiera dejado olvidado y no insistiría pero ahora, sentía que debía intervenir. Su consciencia le dictaba que tuviera cuidado con su actitud entrometida porque en algún momento Seung se sentiría invadido y le echaría. No obstante, aunque luchaba internamente para contenerse caía en la cuenta de no ser incapaz de dominar esa necesidad de cuestionar y saberlo todo.

Al verle morder los labios supo que dudaba en mantenerse firme a su mentira o ser honesto.

--Estoy bien.

--Mentiroso.

--Jaemin ha preguntado sobre mi nula vida sentimental y la verdad no sé cómo tomar eso. ¿Piensa que no puedo con todo? ¿Necesita la figura de una madre? Desde el incidente he pensado que fracasé como padre, es como si mis esfuerzos fueran insuficientes, ¿Será momento de comprometerme con alguien? ¿Me estará pidiendo una familia? -Lucía realmente angustiado, intentando descifrar las palabras de su hijo.

¿Seung casado? No lo había pensado, ahora que lo analizaba mejor no se había atrevido a pensar en la remota idea de ver a Seung con un anillo de matrimonio, viviendo con una mujer.

--A mí también me preguntó. –Reveló pensativo.

--¡Lo siento! –De repente le vio sonrojado, avergonzado de algo que no entendía.- En tu caso, creo que todo es culpa nuestra y…

--Ambos nos hemos ocupado más en sobrevivir que en ir tras las faldas.

--Tienes razón. Ya no recuerdo cómo es tener citas…

--Eso es nuevo, el casanova de Seungri no recuerda como cortejar.

--Lo peor del caso es que ni sexo he tenido desde que me separé. He vuelto a ser virgen. –La manera casi penosa en que reveló aquello logró hacerlo reír.

--No te rías, desgraciado.

--¡Es que no puedo creerlo! –Exclamó un tanto alto, luego se controló.- ¿De verdad, “nada de nada”?

El otro le miró avergonzado, negó suavemente.

--¿Tú, sí has gozado de buen sexo?

Se atragantó con el aire que respiraba. Vaya pregunta, lo veía venir pero no esperaba que lo dijera.

--Bueno…

--Dios, es tan vergonzoso. –Hizo un puchero infantil.

--¿No lo has hecho por Jaemin o falta de ofertas?

--No lo he hecho... –El tono cambió dramáticamente para volverse un susurro frío y defensivo.- …porque cada vez que veo una mujer reflejo en ella a GoHara.

Aquello terminó con el buen ambiente. Permaneció estático, notó que habían llegado a la posada donde se hospedaban. Seung se adelantó abriendo el portal de madera típico del lugar.

Esas palabras no eran nada buenas. Seguía recordando a su exesposa o ella había marcado de por vida a su amigo. ¿Era un trauma? Pensó un poco sobre el asunto y concluyó que era posible. Durante mucho tiempo esa mujer fue el amor platónico del menor, aspiró a tenerla como su mujer hasta que logró casarse con ella.

El estallido de un trueno le sacó del trance, alzó la mirada al cielo; había sido pintando en un negro ahumado iluminado ocasionalmente por rayos que surcaban la infinidad, una fría corriente de aire anunció el inicio de una noche de tormenta ya que tan pronto pasó el gélido aliento de la costa,                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                   inmediatamente el cielo rompió en un profundo llanto. Entonces decidió entrar a la calidez que ofrecía la construcción.

La señora Keiko, dueña de la posada más antigua de aquel pueblito, les recibió con una reverencia. Seung saludaba animadamente como si nunca hubiera recordado a esa mujer que tanto le lastimó.
Conocida por ser la primera mujer empresaria al hacerse cargo de la pensión cuando quedó viuda, la administradora les trataba con mayor gentileza que el resto. Acostumbrada a tenerles de huéspedes cada vez que vienen a visitar la tumba de su esposa, tiene reservadas una habitación a cada uno. Sencillas pero no por eso menos hermosas, con los tatamis especiales, incienso y demás artilugios tradicionalmente elegantes.

En el comedor, les esperaban los mejores cojines, y las dos sirvientas que trabajaban ahí pronto pusieron sobre la mesa platillos en cerámica especial. Una caliente sopa de tofu y algas les esperaba, pescado ahumado, arroz y encurtidos. Él aceptó el té mientras que Seung aceptó unas botellas de cerveza que la señora Keiko seguramente se había tomado la molestia de conseguir exclusivamente para ellos.

Debido a la temporada en la que se encontraban escaseaban los turistas, así que esos tres días en que estaban ahí, fueron los únicos inquilinos.

El banquete transcurrió en un extraño silencio, Seung que normalmente estaba animado, durante la cena en la que solamente eran ellos dos, estuvo callado, limitándose a medio comer notando como al ir pasando el tiempo las raciones de comida se fueron reduciendo y las botellas de cerveza aumentando.

--No te vayas a embriagar tanto.

El otro le miró con un semblante indescifrable. Asintió, pero pudo haber sido un gesto cualquiera, ocasionado por un reflejo al mirar a su interlocutor. Asumió que el gesto desganado era una respuesta.

--No querrás que Jaemin se preocupe al escucharte hablar, ¿Cierto?

Entonces la mirada apagada se iluminó, casi como efecto de un hechizo; como si la esperanza viviera escondida en ese nombre y tuviera influencia sobre el alma de esta persona que durante un momento se veía a punto de apagarse.

--Debo, llamarlo… -Abandonó la quinta botella a medio beber. Los movimientos con mejor fluidez, las ansias recorriendo aquel cuerpo. Se veían las plenas intenciones de abandonar la estancia en dichos momentos, apresurado por una desconocida urgencia.

--Termina tu cena, primero. –Recordó deteniendo su bocado. Es cierto que estaba triste por ir al cementerio, pero después de ello y con la compañía de su amigo, sentía ligero el corazón, con energías renovadas. Si le pidieran escalar o hacer un baile ridículo, lo haría con los ánimos genuinos.

Como si un niño regañado se tratase, regresó a su lugar para continuar picando la comida de mala gana. Había tomado tiempo que la preocupante delgadez de aquel padre de familia desapareciera. Con toda la carga de trabajo, las preocupaciones y la responsabilidad de hacer florecer aquel capullo lastimado por la jardinera cruel, Seung descuidaba su salud saltando comidas así como horas de sueño. Tomaba somníferos debido al insomnio que le aquejaba, e inyecciones de vitaminas cada tres meses. Solo ellos sabían de la anemia que llegó a desarrollar en esas épocas difíciles.

Los verdaderos amigos no se tragaban las sonrisas y bromas al evadir el tema del cuidado personal. Ni los períodos de tristeza del que era víctima. Resultaba irónico mientras intentaba convencer desesperadamente a Jaemin que nada era culpa suya, él creó un profundo sentimiento de culpabilidad. Un matrimonio fracasado, un desempeño como padre fatal… Seunghyun también lloraba, pero cuando alguien estaba lo suficiente cerca para percatarse de su “debilidad” se encerraba en un muro invisible dejando a todos lejos de su alcance.

No sabía cómo tomar aquellas lagunas mentales que solamente en su intimidad aparecían, ni las reacciones que tenía cuando se trataba de Jaemin. Parecía una dependencia hacia su hijo, y no estaba seguro de si eso sería bueno a largo plazo. Quería hacer algo por limpiarlo de aquellas heridas, centrarlo a vivir no solo por su hijo, sino por él mismo, no obstante ninguna idea venía a su mente para cumplir con dicho deseo ya que se encontraba igual o incluso más roto.

Un rápido “gracias” y salió de la estancia rumbo a la pequeña sala acondicionada para realizar llamadas telefónicas con plena confianza de no ser interrumpidos.

--Se ve muy animado. –La señora Keiko ingresó junto a las sirvientas que después de que soltara los palillos entendiendo que la cena había sido culminada. La mujer de edad entrada en años, sirvió en su vaso nuevamente té caliente.

--Seunghyun siempre es muy animado. –Sonrió a modo de agradecimiento y respondiendo al comentario inicial.

Así como una dama de alta sociedad, la administradora alisó el traje tradicional mientras se arrodillaba. Toda ella parecía perfección, los modales, la elocuencia, inclusive la manera de regañar a las trabajadoras lo hacía ver un acto agraciado.

--Me refería a usted, Kang-san. Ha pasado cerca de un año desde la última visita y le veo con mejor semblante. Creo que está saliendo de la etapa del duelo. –Ella como mujer y viuda, entendía perfectamente su pesar, Daesung por eso había simpatizado. La señora Keiko a su manera le brindó el consuelo porque de pérdidas estaba más que enterada; un esposo y tres hijos había enterrado quedándose sola frente al negocio familiar.

Hasta ese momento no había puesto atención a su persona. A su parecer sentía que sería imposible superar el pasado.

--Gracias.

--Solo digo lo que veo. He sido testigo desde la primera que vez que vino junto a nuestra gentil Sora, hasta el día de hoy. –Sonrió maternalmente.- Ahora que menciona a Lee-san, él se ve decaído. Estoy segura que lo que haya pasado, mejorará. Sobre todo porque le tiene a usted. Ambos son unidos y se apoyan.

Apoyar. La palabra se quedó en su mente mientras conversa amenamente con la mujer que después de avisar que el baño estaba listo, se marchó para brindarle tranquilidad.

--Puedes bañarte, si lo deseas. Ahora es mi turno de hablar. –Dijo a Seung cuando este salía de la pequeña sala.

Lee soltó una afirmación un tanto floja.

--¿Pasó algo en casa? –No lucía un semblante alegre después de la conversación telefónica.

--No, realmente. Jaemin ya estaba dormido así que hablé solo con Seung y Jaejoong hyung.

--Culpa de los medicamentos, afortunadamente pronto los dejará. –Recordó.

--Quería hablar con él. –Hizo un mohín sin ser consciente de ello.

--Regresando lo tendrás para ti, nuevamente.

--Quisiera desaparecer con él unos meses. Lo he descuidado mucho.

--Hey… -Puso su mano sobre el hombro caído.- No te sobre exijas, lo haces bien. Recuerda que está en la adolescencia, es un proceso difícil. Además, tú no estás solo. Estamos nosotros para ayudarte, comparte la carga.

--Gracias. –Le miró sonriendo.- Por estar conmigo.

--Cada año vienes hasta este lugar.

Seunghyun desconocía el sentimiento de gratitud y cariño que alberga en su corazón por ese detalle que tiene hacia su persona. Cada visita asistida con su personalidad brillante resultaba ser el bálsamo a las cicatrices.

No fue capaz de descubrir la forma concreta de expresar todo lo que sentía por su compañía, así que simplemente decidió ayudarle en lo que le fuera posible con la pesada carga sobre la que llevaba en la espalda.

--Es un honor poder formar parte de algo tan preciado como lo es visitar a tu familia.

Antes de ponerse sentimentales, Daesung empujó juguetonamente el hombro contrario deshaciendo un poco la tristeza que parecía acercarse a ellos con sus garras largas y plenas intenciones oscuras, tanto que les ha tomado curar las esperanzas.

Una vez a solas, demoró cerca de una hora en tres conversaciones diferentes, con cada nivel de importancia; área laboral, área familiar y área personal. Estaba finalizando los arreglos pertinente con su agente para tomarse un lapso de vacaciones; después del asunto vivido en el colegio sentía un deber moral asistir a la pequeña familia Lee (que fue acogido por el miembro de mayor importancia; Jaemin) y si tenía que ir a los estudios no podría estar disponible a placer. Había tomado los servicios de un agente privado para que indagara sobre ese chico Touya Sakamoto del que había escuchado ciertos rumores que no le parecían nada agradables, y presionaba a su investigador para que tuviera el informe completo. En el área personal, estaba solicitando una cita con el médico que llevaba su caso sobre la cirugía que le realizaron a sus cuerdas vocales, habían descubierto a tiempos casi extremos el cáncer en su garganta y a pesar de haber sido intervenido seguiría un tratamiento de por vida si deseaba seguir en el medio como cantante, después de mucho debate personal así como apoyo de las personas que le querían accedió a una media vida de estudios, medicamentos y dietas rigurosas. Necesitaba estar bien si esperaba ayudar a los demás, a su pequeña nueva familia.

En el baño público pudo percibir el olor al jabón personal de Seung flotando en el vapor. Dedicó a acicalarse mientras reflexiona sobre los asuntos pendientes y el cómo su vida ha tomado un extraño rumbo. Él imaginó que estaría en una casa llena de hijos, preocupándose porque su hija le presentara a algún novio que le pondría los nervios de punta, o un hijo al cual regañar para no ir a malos pasos. En lugar de eso, tenía preocupaciones un tanto peculiares, y no se quejaba de ello, por algo pasaban las cosas. No tenía esposa, pero debía cuidar ahora de Seung como un hermano así como de Jiyong, Youngbae y Seunghyun mayor, no tenía hijos propios pero sentía a Jaemin como suyo gracias a todo el tiempo de convivencia; había visto crecer a todos los hijos de sus amigos y a sus sobrinos, sin embargo, de todos, Jaemin resaltaba por su poderosa alma, tan brillante y fuerte como la de su progenitor, de la misma manera que es desinteresado con las personas que se le acercan.

Quizás Sora desde donde se encontraba se sentía tranquila por haberse tomado una segunda oportunidad para vivir. Porque así como recordaba a su fallecida esposa, estaría muy furiosa si hubiese tomado el camino más fácil para reunirse con ella. Forjada por las dificultades de la vida, su espíritu era incansable, tomaba los retos del destino como una prueba más para moldear el alma de cada persona. Por tanto si hubiera cometido aquellas locuras suicidas no tendría el valor de enfrentarla.

Al terminar el baño pasó por la puerta de la habitación de su compañero y notó el silencio así que supuso que estaría descansando. Siguió su camino para encerrarse en sus aposentos. No demoró en caer dormido porque esos eran los efectos de cada visita a Sora. Despejado el corazón del peso, dormía largamente, razón por la que se tomaban hasta cuatro días de estancia, Seunghyun apoyaba la idea que descansara hasta más de medio día. Pero ésta vez no sería como las demás visitas, necesitaban regresar pronto por lo que programó la alarma de su móvil.

.
.
.
Después de un reparador sueño abrió los ojos. Era extraño despertar y no tener remordimientos de continuar vivo. No terminaba de acostumbrarse, se asombraba más que sus amaneceres se volviesen inclusive agradables. Al revisar notó que se había adelantado a la alarma por una hora. Continuó en el futón desgastando el tiempo perezosamente, escuchaba el ruido del agua y las escobas sacudiendo los vestigios de la tormenta que fue aminorando su fuerza desde que se desatara durante la cena hasta volverse un triste “chipi-chipi”. Hacía un frío agradable.

A las ocho de la mañana salió de la habitación, Seung veía televisión igual que él, vestido con unos vaqueros y una sudadera.

--Buenos días, pensé que dormirías más.

--Buenos días. Dormí bien ¿Y tú? –Se sentó a un lado de él observando desinteresadamente el aparato.

--También dormí bien. ¿Vamos a desayunar?

--Sí. Estoy listo para volver.

--Si es por mí, sabes que no tienes que…

--Está bien. Volvamos a casa después del desayuno.

Apagaron el noticiero y después de solicitar a una de las empleadas, fueron al comedor.

Esperaron pacientemente los alimentos, no se esforzaron en realizar una conversación, tan solo dejaban que las cosas fluyeran. Con el paso del tiempo su relación había evolucionado demasiado si la comparaban con la etapa de su juventud en predebut, después de la primera década como grupo, y luego, después del luto, el final del divorcio, así como el nuevo comienzo de ambos.
De una total indiferencia, pasaron a la etapa de la incomodidad con desagrado. Llegaron al punto de la camarería, la simpatía, la amistad cómplice. En los años que comenzaron a vivir experiencias fuertes a nivel personal, fortalecieron los lazos de amistad, y luego… poco a poco a medida que uno apoyaba al otro se volvieron más cercanos. El grado de fraternidad fue tal que en cuanto la mudanza de Seung fue oficial, apenas pasaría un año antes de seguirle los pasos cambiando su puesto en YG por la sede en Japón.
El nivel de intimidad era mayor, ambos tenían confianza de ir a la vivienda del otro y quedarse a dormir por el tiempo que desearan sin tener tensión. Podían tener largas conversaciones de la misma manera que largos silencios cómodos. Se han visto en las mejores ocasiones tantas como las peores. Aprendieron uno del otro.

Después de pagar todo, un taxi –de los pocos que transitan por el pueblo- esperó a que el equipaje fuera acomodado. Irían a la estación del tren, de ahí tomarían otro tren hasta llegar donde están las líneas de metro más modernas, entonces tomarían un viaje al aeropuerto que los regresaría al mundo de lujos y extravagancias del que se ausentaron, un largo viaje de siete horas desde el pueblito costero hasta la puerta de su hogar.

Kang sentiría un ligero alivio al toparse con las zonas con señal telefónica, porque Seung finalmente podría comunicarse con su hijo, y no estuvo equivocado cuando después de la primera llamada, se le alegraron los ojos de “panda”.
Comieron en restaurantes cercanos a las estaciones que debían abordar, aunque lo hicieron muy poco debido a las reservas de consumir comida de calle. Estaban mal acostumbrados a las comidas caseras, alimentos moldeados con manos artesanas sea de una cocinera con años de trabajo o un experto en gastronomía. Pasearon un poco por las tiendas en lo que duraban las esperas, comprando souvenirs para los que les esperaban en casa. Solía tener un dilema sobre esos regalos porque no tenía a quien entregar, luego, en algún punto y bajo la aceptación de Seung, tenía la costumbre de comprar obsequios para Jaemin. Al principio eran juguetes, luego todo tipo de curiosidades que quizá le llamaran la atención, el chico los aceptaba con una sonrisa y devolvía el gesto. Aún tiene en un estante el primer regalo de cumpleaños que le dio; un reloj en color azul.


Antes de llegar a la ciudad en la que residían, se tomó un descanso para llamar a su manager con instrucciones de enviar un conductor que les fuera a recoger, dejaría a Seung en casa y luego él iría a la propia. Sentía que debía dejar cierta distancia para no agobiarse. Los silencios así como cierta lejanía permitía intimidad a la extraña amistad que llevaban, o como en una ocasión el propio Sueng diría “juntos, pero no revueltos”.
Informó a su compañero de viaje que vendrían por ambos. Así que cuando salieron del aeropuerto, el mercedes en color negro esperaba para llevarlos a su destino final, habían llegado en la noche.

Llegaron a la villa de Seung, en un distrito de famoso por el nivel de seguridad que brindaba a los famosos o poderosos de mantener a raya a los desquiciados que intentaran irrumpir en sus moradas.

--Entregas esto a los demás. –Extendió un par de bolsas al padre de aquel joven.

--Hazlo tú mismo. –Seung rechazó.- ¿No piensas entrar?

--Tienes demasiada gente, seré una carga más. –Sonrió agotado física y emocionalmente.

Mientras el chofer salió para bajar el equipaje, Lee cerró la puerta de su lado del auto.

--Es tarde, debes estar más cansado que yo.

--Llamé al conductor.

--No sería la primera vez que regresas a tu empleado.

--¿Y si tengo ganas de andar desnudo?

--A Nitta-san le va a agradar. –Se burló el otro.- ¿Qué demonios ocurre Kang Daesung?

--Me has acompañado, dejando a tu hijo que estuvo en una situación muy difícil, solo para ir a un cementerio. No quiero abusar.

--Pero…

--No te preocupes. Necesito un tiempo a solas. –Sabía que con la última palabra detendría el férreo intento por hacerle cambiar de parecer.

--Entiendo, pero…

--Estaré bien. Intenta no agobiar a tu hijo, y piensa en lo que te dije, cambiar de aires.

--Descansa. –Asintió lentamente, abrió nuevamente la puerta para salir.

Hubo algo en esa despedida que pareciera ser típica que removió su mente. Sonrió, salió junto a Seunghyun. El equipaje estaba frente a la puerta.

--Por supuesto.

--Bien.

--Bien.

Se quedaron en silencio unos segundos antes de romper en carcajadas al sentirse ridículos ante el peculiar ambiente de incomodidad.


--Bueno, ya vete, necesitas ir a casa a descansar y andar libre de ropa. Exhibicionista.

--Tienes envidia porque sigo teniendo un cuerpo sensual y tú no. –Soltó al aire.

--Ash… ya lárgate.

Abordó el vehículo, el conductor esperaba dentro listo para arrancar. La puerta siendo abierta y el perfil de Seung ingresando fue lo último que vio al alejarse de la villa.

El camino a su domicilio se le hizo eterno entre el tráfico así como la ausencia de compañía. Estaba demasiado acostumbrado al ruido, la presencia de los Lee, que le costaba un poco reconciliarse con la soledad. Porque la soledad no es mala, sino sanadora.

La oscuridad lo recibió en su apartamento. El chofer le dejó en la entrada pero luego se retiró para que a primera hora de la mañana viniera por él.
Fue encendiendo las luces, un recado en la mesa por parte de la doméstica le recordó pendientes y los grandes sucesos durante su ausencia.
En el teléfono, la contestadora pedía la atención a mensajes de voz. Llevó su maleta hasta el dormitorio, el ambiente era frío.
Abandonó las cosas para dirigirse a la ducha, tomaría un baño. Preparó un poco de té para después de acicalarse. El silencio le conversaba, antes de ponerse nervioso encendió el estéreo con volumen medio.

Estaba viendo la TV en lo que terminaba el té cuando revisó el móvil en lo que se cargaba de energía. Una sonrisa se le dibujó en los labios al ver la bandeja.

Seung-ee
11:45pm

“¿Ya estás descansando?
Bueno, no importa.
He dicho a Jaemin que tienes regalos para él, por eso tienes que venir mañana a casa ¿De acuerdo? Además Jaejoong va a hacer el desayuno. No querrás perderte de las habilidades culinarias de hyung.”

Seung-ee
11:50pm

“Si no puedes descansar sabes que puedes llamarme o enviarme mensajes. Estaré disponible.”

Seung-ee
11:52pm

“¿Estoy siendo fastidioso, cierto? El que tiene insomnio soy yo, y no tengo ganas de tragar más pastillas.”


Seung-ee
11:54pm

“Lamento las molestias. Finalmente tomé la pastilla. Dormiré pronto.

Lo haces bien, Daesung.”


Seung-ee
11:58pm

“Descansa, dormiré. Hasta mañana. No olvides que debes venir al desayuno.”


Abrió la opción de responder, sin embargo se quedó con el cursor en intermitente. Seguro el menor estaba descansando. Contagiado por la imagen de un Seung durmiendo, fue a su cama.



La fastidiosa alarma le atrajo del mundo de los sueños. No recordaba bien, pero al parecer tenía que ser con su esposa porque lo que seguía en su mente es el rompeolas de aquel pueblito costero que visitó apenas unas horas.
Miró el techo sin ánimos de moverse, suspiró después de un rato en la misma posición ¿Por qué el rompeolas? No recuerda que haya sido uno de los lugares que visitó con ella.

Entonces recordó que lo había visitado con Seunghyun. La primera vez que le acompañó, antes de regresar el menor había mostrado curiosidad por el lugar y solicitó un mini tour. Le enseñó los lugares más emblemáticos, finalizando con la playa divida en dos zonas, la plagada de pequeños barcos pesqueros y la otra, libre para los visitantes. En el rompeolas se detuvieron a descansar. Su acompañante parecía perdido en sus pensamientos, tenía un semblante demasiado serio.

“Ahora entiendo de dónde viene el carácter fuerte de Sora. Tan bello y resistente, así como este lugar. Me gustaría venir otra vez.”

Soltó después de meditar largamente. Atinó a mirar hacia las olas estrellándose contra las rocas, inundando por un sentimiento cálido.



Talló su rostro para espabilar los recuerdos que le dejaban melancolía. Incorporó de la cama, desconectó el móvil para apagar la alarma justo en el momento en que llegó un mensaje.

Seung-ee
07:30am

“BUENOS DÍAS.
Me dejaste en visto. Espero no haber sido molesto.
Tienes una hora para venir a casa, le diré a hyung que vendrás al desayuno.”


Tecleó tranquilamente una respuesta.


*Yo
07:30am

“Definitivamente me sorprendes. A tu edad tienes demasiadas energías.
Y sí, fuiste molesto, no me dejabas dormir.”


*Seung-ee
07:31am

“¿Me estás llamando viejo? Para que lo sepas, yo menor que tú.
Malagradecido, tienes alguien en tu vida que te moleste.
Deja la cama y trae tu trasero para acá.
Tienes cincuenta y nueve minutos.”


*Yo
07:32am

“¿Me estás ordenando?
¿Desde cuándo tomas las decisiones por mí?”

*Seung
07:33am

“Te quiero en cincuenta y ocho minutos.
Me tengo que ir a ayudar al esposo de hyung.”

*Yo
08:34am

“¿Cocinarás? Eso tengo que verlo.”

*Seung-ee
08:434am

“Sí, toda una novedad.
Ven pronto o te llevaré las peores partes”


Solo cuando se dio cuenta que el contacto se desconectó dejó la conversación. Caminó a la habitación que había acondicionado como especie de gimnasio, cuando no encontraba tiempo suficiente o ganas de salir se quedaba en casa haciendo rutinas. El ejercicio le ayudaba a sobrellevar el luto y el estrés, le ponía de mejor humor así como preservaba su salud. El psicólogo le sugirió que no dejara de realizar aquellas actividades que le relajaban y eso hizo.

Tomó una ducha rápida después de treinta minutos de ejercitación. Había tomado un poco de peso debido a que comía muchas veces en casa de los Lee.
Al inicio fueron invitaciones ocasionales porque una vez que Seung se estableció en Japón estaba un tanto afectado y se aisló un par de años, él como la única persona de su círculo de Corea que también se mudó a la misma ciudad, le comenzó a llamar. Jaemin había sido el intermediario para que no terminaran en silencios tensos, porque no solo era tema de conversación inagotable, poco a poco fortaleció la autoestima lo que reveló una personalidad encantadora.

Conforme el tiempo pasó, las llamadas, mensajes e invitaciones aumentaron en frecuencia, sobre todo después de volverse socios. Él le ayudaba a conectarse en la farándula nipona, por su parte promocionó a Seunghyun hasta que estuvo listo para regresar al mundillo social. Muchas personas se habían retirado, otras se mudaron por ello, se tenían solo a ellos para enfrentar el país que les veía como simples extranjeros.

El chofer avisó su llegada puntualmente, tomó las bolsas con souvenirs y salió de su apartamento después de recibir a la empleada doméstica liberándola de su jornada una vez que terminara con los deberes. A medio camino consideró que hubiera sido bueno comprar algo pero no se atrevía a llegar tan tarde, ya que cuando se trataba de una invitación era de mala educación llegar tarde, inclusive si la persona que le invitaba era el propio Lee Seunghyun.

Tiene recuerdos frescos de las veces que le ha dejado plantado, pero la última fue el detonante que le recordó que no debía volver a hacerlo.

Como todos, pasaba días malos, en los que la soledad como pésima compañía se encargó de abrir la caja de sus emociones. Enojado con el mundo entero, actuó irritable así que cuando en la cúspide de su etapa amarga Seunghyun envió un mensaje diciéndole que fuera a casa a cenar, no respondió y ni fue. Apagó el móvil para evitar molestias. A la mañana siguiente lo tenía tocando la puerta insistente, al abrir la preocupación dominaba las facciones, le cuestionó como una madre a su hijo rebelde que no pasó la noche en casa, Jaemin venía detrás llevando consigo una caja de cartón decorada y una bolsa de regalo, como si nada el menor le felicitó por su cumpleaños agregando que estaba un poco triste de su ausencia la noche anterior. Seunghyun le explicó que habían organizado una fiesta de cumpleaños sorpresa, los chicos e inclusive Bora enviaron un obsequio. Había olvidado por completo las fechas, asando por alto su cumpleaños y sabía lo fiestero que era su amigo, procuraba organizar las celebraciones de cumpleaños. En su inocencia ambos le felicitaron, dentro de la caja había un pastel, tuvo los regalos de Jiyong y Youngbae venidos desde China, de Seunghyun desde Francia, el de su hermana…y los de ellos. En ese momento se sintió la peor persona, una sorpresa arruina por su mal humor.

Sin embargo, las locas teorías que externó Seung fueron las que culminaron con destrozar su orgullo, había estado preocupado porque no respondía a las llamadas, intentó comunicarse con conocidos en común, pero al final de la noche, decidió ir a buscarlo. Escuchar todo eso le removió la amargura. Ellos habían preparado un gesto muy gentil y él, en su necedad creyéndose estar solo, despreció a las personas que se mantienen a su lado.

Desde ese momento se prometió no cometer el mismo acto, si en caso le fuera imposible acudir sería por trabajo, avisaría con tiempo.


Llegó cinco minutos después de la hora acordada, apenas despidió al conductor, fue directo al timbre para anunciar su presencia, Nitta-san acudió al llamado.

--Buenos días, Señor. –La mujer mayor hizo una reverencia.- Lo están esperando.

--Buenos días, Nitta-san. Llego tarde...

--Seguro tuvo algún inconveniente. Acompáñeme al comedor.

Se dejó guiar a través de los pasillos, intentando regular su pulso. El sonido de cubiertos contra la vajilla así como voces de personas se fueron haciendo más audibles.

La estancia podía albergar hasta doce personas, amplio, elegante y funcional.

--Buenos días. Creo que me retrasé.

Anunció atrayendo la atención de todos. En la mesa estaban el matrimonio Choi-Kim a lado de Seunghyun, Yeonjun frente a Jaemin.

--¡Daesungie~! Pensé que no vendrías. –Dramáticamente Choi exclamó.

--Tampoco es para tanto, Seung. Buenos días. –Jaejoong inclinó su rostro.

El anfitrión dejó su lugar en la mesa para ofrecer una sonrisa.

--Un poco pero es pasable. Ven, estábamos por comenzar.

--Gracias. –Señalaron su lugar en la mesa a un lado del dueño de la casa, una joven empleada llevó la sexta vajilla.

--Casi no desayunábamos porque el conejo arruinaba todo. –Choi se quejó provocando risas en los jóvenes.

--No es cierto. –El aludido se defendió.

--No seas así, Seung-ah. Creo que la receta era un nivel fuera de sus conocimientos, pero está aprendiendo, a diferencia de otros…

--Jaejoongie, sabes que en casa la cocina es tuya. No puedo meterme ahí, podría hacerla explotar.

--Definitivamente debes aprender a calentar la comida como mínimo. Yeonjun sabe cocinar.

--La vida universitaria está llena de muchas aventuras, si no estás preparado para ellas, estás perdido. Es instinto de supervivencia. –Se defendió el graduado en Arquitectura con especialidad en restauración de monumentos históricos.

--Un instinto que claramente carece tu tío. –Arremetió Kang.

--Como sea, ya coman que hyung y yo no madrugamos por nada.

--Por cierto, traje tus regalos, Jaemin.

El menor que tímidamente escondía un poco los golpes de la pelea pasada, le miró extrañado. Entonces volvió al padre que levantó sus hombros.

--¿Regalos…?

--Oh, sí. Daesung compró algunas cosas durante el viaje de regreso. –Aclaró el padre del joven.

--¡¿Me trajiste algo a mí también?! –Choi preguntó con cara de niño malcriado.

--Sí… traje cosas para todos, pero solo souvenirs. –Sonrió forzadamente pues haberle caído en la mentira de Seung-ee no fue agradable.- No es la gran cosa.

--Japón es un buen país, me gustaría pasar más tiempo. Podríamos venir en invierno, pero tenemos que ir a visitar a tu madre y mis hermanas. –Jaejoong resopló agotado por la próxima agenda.

--Cuando puedan venir, háganlo. A nosotros nos gusta tenerles y pueden quedarse en la casa. –Invitó el menor de los Seunghyun.- Este año, seremos como siempre, cuatro; Jaemin, Daesung, Nitta-san y yo.

Miró al momento de escuchar su nombre en los planes familiares. De alguna manera, le hizo sentirse especial, incluido en una celebración tan atípica a sus costumbres pero, creía que había hecho nada en especial para merecer las atenciones. No desmintió aunque de alguna manera esperaba poder visitar a su hermana así como la tumba de sus padres.

--O en el año nuevo lunar. –Sugirió Choi.

--Podríamos hacer cambios. En invierno venir a Japón y en el año nuevo lunar nos vamos a ver a la familia. –Jaejoong comentó a su esposo.

--Yo no creo poder tener tiempo para el año nuevo lunar, estaré trabajando en un nuevo proyecto. –Yeonjun el menor aclaró.

--Debemos organizarnos bien. –El actor se sirvió un poco de lo preparado.

El desayuno transcurrió sin contratiempos, después entregó paquetes a cada uno. Joyería para Kim Jaejoong y Jaemin, una figura de colección para Choi, un libro de arte oriental para Yeonjun e inclusive a Nitt-san llevó un pequeño regalo.
El grupo se deshizo por una llamada inesperada hacia el móvil de Choi, Jaejoong que llevó a Jaemin a descansar, y Yeonjun les imitó al cabo de unos minutos.

--Me mentiste. –Tenía que externar la incomodidad de no haber notado antes ese hecho.

--Mi política personal me dicta usar todo lo que tenga a la mano para lograr mis objetivos, y anoche parecías tener plenas intenciones de aislarte, solo me aseguré de no permitir que te quedaras solo allá. –Seung reveló atendiendo al móvil.

--Seung…

--Mierda, no… no. –Le vio fruncir el ceño sin despegar la mirada de la pantalla.

--En vista de que tienes asuntos, me retiro a atender a los míos, seguro en YGEX piensan que soy un salario fantasma. –Tecleó un mensaje a su manager para que pasara por él.

--¿Vendrás para la cena? –Aun ocupado, Seunghyun continuaba teniendo atenciones hacia su persona.

--Quizás no llegue a tiempo.

--La cena se sirve a las 7:30pm pero los adultos te podemos esperar hasta la media noche. –Despegó la mirada dedicándole una sonrisa cómplice.- Ven, a veces los hyungs se enfrascan en sus conversaciones, y me aburro.

--Oh, pensé que te agradaba pero veo que solo me usas como tu bufón. –Fingió estar indignado.

--Me agrada estar contigo. Eres divertido y eso. –Inclinó un poco la cabeza en muestra de confusión.

--Era una broma. –Elevó sus cejas y rompió en risas.- Estás muy estresado, Riri.

--Vete al demonio. –Le empujó mal escondiendo una sonrisa.

--Deberíamos tener una salida de solo adultos.

--¿Un antro? Siento que me veré fuera de lugar, además no puedo dejar solo a Jaemin.

--Jaemin ya no es un niño.

--Siempre será mi pequeño.

--Toda una mamá gallina que cuida de su polluelo.

--¡No me digas así!

La gente cambia, pero lo que había ocurrido con Seunghyun había sido extremo. Con todo lo vivido, era una fortuna que aun sonriera, pero todos creían conveniente hacer que maknae recordara su actitud alivianada y hasta inmadura. Jiyong se la pasaba diciendo que se sentía un tanto incomodo porque Seung se tomara la cosas tan enserio, extrañaba al bribón de antaño que no temía en hacer el ridículo por una apuesta ni dudaba en presumir su autoestima en situaciones estresantes. Sin embargo, los papeles terminaron invertidos. Inclusive Choi Jonghun intentaba devolver un poco de jovialidad a Seunghyun.

--Lárgate ya.

--Pues me voy.

--Si no llegas, te joderé la madrugada con mensajes o llamadas.

--Apagaré el móvil.

--Ingrato.

La brillante sonrisa inundó el ambiente y se sentía bien haber hecho la buena causa del día. Fue despedido cuando el manager llegó a la residencia.

Llovía y hacía un poco de frío, aunque se antojara permanecer en casa bebiendo té mientras mira la TV en cama, pero trabajo era trabajo. De alguna manera no extrañaba tanto Corea, se había adaptado rápidamente a Japón. Podía visitar a Sora cuando quisiera, tenía el trabajo cerca, amigos cercanos, así que lo único que quizás provocaba melancolía era la presencia de su hermana como único familiar sobreviviente.



Al ingresar al edificio de YGEX cambió su semblante por uno un poco más serio, frío e imponente.

Saliendo del vehículo los empleados le miraban con respeto, firmó electrónicamente su ingreso. Gran parte del personal sabía perfectamente quien era y le trataban con bastante condescendencia, difícilmente Jiyong les visitaba para algún proyecto porque en cierta manera, desde la salida de Seunghyun del país, Yang les colocó a diversas sedes y les pone a competir para generar más ingresos; Jiyong primordialmente estaba a cargo de Corea; Youngbae ocasionalmente a USA; Maknae, Japón, luego adquirió la de China cuando Choi le vendió sus acciones, y él aceptó ser el representante de maknae en la nación nipona, (cuando negociaba su porcentaje de acciones en un inútil intento por desaparecer del medio) debido a que poseía sus propias academias. Básicamente, maknae colocaba a sus mejores estudiantes en YG o alguna otra compañía con quien hiciera conexión pero se encargaba personalmente de colocarlos aun después del debut, de esta manera aseguraba la lealtad de los artistas que no olvidan quien les ayudó cuando nadie creía en ellos. Con el paso del tiempo se volvió en productor, y entrenador vocal sin el maldito contrato de exclusividad, generando ganancias adicionales a lo que Seung le paga por el negocio con sus acciones. Aunque también entrenaba en arte escénico a los novatos.

En Japón era conocido como un entrenador vocal del infierno pero que aseguraba buenos resultados. De vez en cuando realizaba apariciones en la televisión aunque estas se iban reduciendo a menos que tuviera que promocionar algún single que liberara o promocionara a un artista salido de los lugares donde trabajaba dado que Seunghyun no lo hacía agresivamente. Tenía filas de CEOs ofreciendo ofertas, pero se daba el lujo del derecho de admisión, porque a su estudio no ingresaba cualquier IDOL prefabricado. Y cuando encontraba algo bueno, insistía a maknae a que le diera su apoyo para ayudarle a crecer.


Tuvo una agobiante reunión con la junta directiva de la Agencia que estaba preocupada por el bajo rendimiento dos veces consecutivas ante la agencia de Corea. Después de un largo hiatus, le iban a colocar como mentor de un próximo novato. El ser mentor significaba más trabajo y desgaste personal porque no solo tenía que hacerla de entrenador, también asesor de manager, y casi niñera, ese tipo de encomiendas era las que detestaba porque era estar amarrado por cerca de dos años a un solo artista hasta que este tuviera la suficiente fuerza de andar solo. Lo peor de todo era que no le dejaban elegir, sino era asignado sin opción a cambios a menos que la junta directiva o el propio Yang lo decidiera. La última vez salió mal, porque fue un novato de la extensión de USA y la muy malcriada cantante fue grosera con medio mundo, arruinó su propia carrera al quedar embarazada con el primer idiota que le ofreció “patrocinio”, Yang no le culpó afortunadamente, por lo que apenas expiró su contrato la echaron de YG Family. Si ella no se hubiera puesto arrogante quizás hubiera convencido a Seunghyun de intervenir para salvar su carrera ahora que tenía la responsabilidad de un bebé pero no, la chiquilla se puso en su plan de “diva” y no movió ni un dedo.

Pasó parte de la mitad de la tarde revisando los entrenamientos de baile de una girlband novata, luego apoyó vocalmente en las grabaciones de un cantante y se perdió por completo en una banda de rock veterana; tocaban sus instrumentos con gran maestría, habían sido chicos japoneses que no tuvieron oportunidad en el J-Rock pero que Seunghyun se encargó de convencerles que YGEX era la mejor opción y aunque medio mundo dudó, el innegable talento de maknae para olfatear talentos quedó asentado después del debut de la banda.

La música había sido la medicina perfecta que le sacó del abismo en que estaba caído. La música y Seunghyun menor. Así que cuando tocaba asesorar a dicho grupo realmente disfrutaba de las sesiones. Además era un grupo realmente educado que aunque al principio tuvo sus inseguridades al ingresar en una agencia “IDOL” abrieron sus panoramas. Terminaron los ensayos para una presentación y salió a comer a eso de las ocho de la noche. La salida oficial en la agencia es a las nueve pero tenía que regresar por unos papeles a su oficina. Mientras esperaba en un restaurante, envió un mensaje a Seunghyun avisando no poder ir a cenar con ellos debido a trabajo atrasado.


--Hay un joven esperándole. –Anunció una asistente apenas ingresó a recepción.- Dice que quiere conversar con usted, está en la sala de espera.

--¿Mencionó su nombre? –Era normal que conocidos o recomendados de conocidos fueran a verle para una petición o asesoría. Significaba trabajo extra pero antes de negarse tenía que conocer a la persona, aunque se le hizo raro porque normalmente le llamaban con anticipación para arreglar la cita.

--Sakamoto Touya. –Leyó en la tableta el registro.

--¿Sakamoto Touya? –No reconocía el nombre.- Bueno, me haré cargo de él.

--Le esperaré media hora más antes de irme.

--No se preocupe, vaya a casa. No creo demorar pero quién sabe, además no es bueno que conduzca tan tarde.

--Los guardias llegarán en diez minutos para la jornada nocturna.

--Entiendo. Buenas noches.

--Buenas noches, Señor.

Continuó su camino a paso lento, dio por hecho que sería conocido de Seung y no le había comentado, sin embargo al ingresar a la sala de espera desechó toda idea.

--Buenas noches, Kang-san. –El mismo joven que recuerda haber visto en el hospital intentando dialogar con Seung cuando confesó ser uno de los abusadores de Jaemin, estaba sentado en uno de los sofás.

--Buenas, noches. –Se puso de pie con cierta elegancia e hizo una reverencia hacia su persona.- No esperaba su visita.

--Lamento las molestias, será solo unos minutos.

--Vamos a mi oficina. –Avanzó cautelosamente por los abandonados pasillos, hasta llegar a la puerta, abrió con ayuda de la tarjeta electrónica, las luces se encendieron, esperó a que el joven ingresara.- Tome asiento.

--Gracias. –Con ojos curiosos observaba los detalles del lugar. Paredes en tono claro, fotos, reconocimientos, estantes. Una oficina donde resaltaba dos cosas, un escritorio moderno y un piano de media cola, señaló el piano.- ¿Puedo…?

--No veo la razón…

--Quizás la próxima vez venga a la agencia con un demo o un video de audición. –Mostrando una arrogancia, el joven fue directo al piano, abrió el protector y deslizó los dedos por el teclado.- Falta un poco de afinación pero es pasable.


Entonces comenzó a tocar una pieza clásica, la manera en que dominaba el instrumento causaba asombro.

--Tocas bien.

--Que el gran Kang Daesung alias D-Lite aprecie mi técnica, me halaga. Definitivamente haré una audición. –Se volvió para encarar al mayor sin dejar de tocar.- Aunque, lo que no sabe Kang-san es que poseo muchas habilidades. Como hijo de una familia de prestigio he sido educado para ser el mejor, una vieja costumbre. Deportes, Estudios, Arte… no es por presumir pero tengo talento para el baile… sobre todo para la música, porque poseo un oído musical.

--Mira, chico… no entiendo nada.

--Usted sabe igual que yo, el oído musical es un recurso muy preciado. No se puede ser un gran cantante ni músico sin ella. Poseo un buen oído musical… desarrollado y sensible… por lo que me es fácil distinguir los sonidos que me rodean, especialmente tras de mí. No me gusta que me sigan, Kang-san… he venido aquí para acabar de una vez por todas con el juego de espías.

--Entiendo. –Endureció la mirada al verse descubierto él había contratado los servicios de un profesional para vigilar al chico, fue a la silla detrás de su escritorio.

--Una de las razones por las que Lee-san es casi intocable se debe definitivamente a que posee pocos pero suficientes amigos como usted. Personas dispuestas a cuidarle las espaldas aunque no lo pida. –El piano miraba hacia el escritorio así que solo bastó con levantar el rostro para mirarle fijamente sin descuidar las notas que salían de sus dedos tocando las teclas.- No volveré a subestimarlo.

--“Cuando el río suena es porque piedras lleva.”

--Sí, eso es cierto. Fue por eso que contrató a un investigador privado para hurgar en mi vida, supongo.

--Me aseguro que la familia Lee no tenga más inconvenientes, bastantes problemas le ha tocado padecer.

--Su esfuerzo es mucho más profundo que el resto ¿Por qué? ¿Algún interés en particular? –Finalizó la melodía.

--Solo he escuchado muchas cosas. –Sakamoto Touya sonaba alrededor de chismes realmente malos.

--Yo también. No quiero juzgarle, pero un hombre viudo, con todas las oportunidades de continuar una vida decide renunciar a un buen trabajo en su país y emigra… siguiendo a un ¿Viejo amigo? No lo sé y realmente no me importa.

--¿Pretende amenazarme?

--Le vengo a advertir. Haga caso a los rumores en torno en mí y deje de meterse donde no le llaman o podría involucrarse en problemas. No querrá conocer a mi abuelo, eso se lo aseguro.

--Solo quiero saber ¿Cuáles son tus intenciones con Jaemin?

--Negocios, la única familia que aceptó acogerme fueron los Sakamoto, amigos de mi padre… mi verdadero padre.

En torno al chico existían fuertes rumores que le llegaron sin pedirlos. Todas eran advertencias hacia Seunghyun de no hacer nada contra dicha familia porque estaba relacionada con la mafia Yakuza, un secreto a voces que relacionaba directamente a Touya con el crimen organizado. Pero en ningún momento el padre de Jaemin dio su brazo a torcer, hasta la ocasión en que fue la visita.

--Así que es verdad.

--Le daré la versión corta. Mis padres fueron asesinados, me dieron por muerto. Los Sakamoto me adoptaron y vivo una vida en paz alejada a mi pasado y así quiero que permanezca. Un escándalo no es nada bueno. Si mi abuelo me llega a encontrar, las cosas se pondrán feas. Soy el único heredero de línea directa ¿Sabe? Heredero de una de las más poderosas mafias Yakuza. Le vengo a advertir que si caigo, arrastraré a quien sea.

--Fuiste muy imprudente al agredir a Jaemin.

--Oh, bueno. No pensé que los idiotas llegaran tan lejos.

--¿Y qué tiene que ver Jaemin en todo esto? Sería más fácil alejarse.

--Sakamoto-san depende económicamente de Lee-san. Lo menos que puedo hacer por ellos es facilitarles la vida ¿No cree? Un perro no debe morder la mano que le da de comer.

--Según tú, quieres una vida nueva pero estás relacionándote con grupos de dudosa actividad.

--Cosas de parvulario, nada de qué preocuparse señor. Se lo aseguro, soy bastante cuidadoso.

--No quiero que Jaemin tenga relación alguna contigo.

--Le conviene. Yo puedo protegerlo, yo puedo hacer que su vida en la escuela sea más fácil sin tener que esconder su condición, inclusive en lo social. Todo a cambio de que una alianza entre él y yo. Además, le recuerdo que Jaemin me dio su palabra.

--Te liberó, no aceptó nada de ti. Fue más que claro, así que aléjate de ellos.

--Me da igual lo que piense usted. Solo vine a ahorrarle la investigación. –Se puso de pie.- Sí, soy peligroso así que no se meta en mi camino. Entiendo que usted también posee contactos de bajos mundo, pero una guerra no será conveniente, aunque admito que si recurre a su hermana Bora-san y su esposo, el asunto saldrá de control porque esas son ligas mayores, involucrar al ejército de Corea del Sur.

--… -Se quedó en silencio notando cómo el mocoso había investigado su vida privada, cuando su hermana contrajo matrimonio con un oficial de rango las cosas mejoraron en ciertos aspectos, el cuñado habría ofrecido en más de una ocasión sus influencias a cualquier contingencia aunque realmente nunca estuvo interesado si llegó a pedirles ciertos favores, pero definitivamente el chico era peligroso.

--También tengo mis propios contactos, señor. –Sonrió educadamente y sería la mejor farsa si no fuera por la mirada maliciosa que le dedicó.- Por cierto, no se preocupen más, me encargaré despejar el camino para Jaemin-kun, no es necesario que sigan aislándole, en unas semanas podrá salir nuevamente sin que teman en que sufra algún daño. Está en buenas manos a mi lado.

--¿Qué estás planeando?

--Ya lo verán, literalmente. –Sonrió misteriosamente.- Solo puedo decirle que los narcóticos y la prostitución son delitos mucho más fuertes que el acoso escolar e intento de violación. Tenemos mayores posibilidades. ¿Cierto?

Se levantó presuroso intentando alcanzar a Sakamoto que después de una reverencia se dirigió a la salida.

--¿No puedes simplemente olvidarlo todo? Aléjate de ellos.

--Con la alianza todos salimos beneficiados, señor. –Abrió la puerta deteniéndose antes de salir.- Los Lee y los Sakamoto se harán intocables.

--¿Por qué te empeñas en utilizar a Jaemin? ¿No tienes escrúpulos?

--¿Por qué se preocupa tanto por Jaemin-kun y su padre? –Atacó con una pregunta.- De todos los cercanos… usted es quien más ha metido las manos. Fue usted por quien Lee-san no tuvo problemas para que la patria potestad le fuera otorgada, fue por usted quien el escándalo en Corea no fuera de conocimiento público, es por usted que soy investigado y contrató un investigador que vigila mis pasos… para todo hay un límite, ¿Arriesgarse tanto por unos amigos?

--Ellos… son mi familia.

--Yo solo pretendo protegerla manchando mis manos como no puede hacerlo libremente. –Soltó mordazmente el chico.- Me gusta Jaemin, creo que será un gran sucesor de su padre, solo necesita una persona que cuide de sus intereses tal como usted lo hace por su padre.

--¿Q-Qué…?

--Ahora conoce mis intenciones. No voy a pedir su permiso, él solo me buscara, cuando lo terminen de asfixiar de tanta sobreprotección… porque yo le ofrezco lo que su padre no, libertad. Buenas noches, Kang-san.

Cerró la puerta dejándole solo con un caos mental. Touya Sakamoto era de cuidado, tendría que vigilarlo de cerca más que nunca; conocía mucha información personal, y ahora que conocía las intenciones no podía descuidarse. Estaba asustado, estresado… las cosas no podían estar pasando de esa manera. ¿Qué iba a hacer? ¿Decirle a Seunghyun sobre todo? Tan solo despertaría la paranoia, provocaría que salieran del país, fuera de este sería difícil velar por ellos, aunque quizás era un pequeño sacrificio que tenía que hacer. Por otra parte, quedarse callado sería traicionar la confianza de su amigo.
Se sintió culpable de la reacción del chico, si no hubiera hecho nada… sin embargo, los planes de Sakamoto serían los mismos. Nada habría cambiado.

Quizás no podría decirle, pero podría advertirle. Estaba confundido.

Salió corriendo en busca del chico pero cuando lo vio abordaba BMW negro con escoltas. Revolvió sus cabellos estresado. Permaneció largos minutos observando la calle ordenando los pensamientos, luego regresó por los papeles, llamó a su manager para que le recogiera. Llovía fuertemente y hacía frío pero dentro sentía hervir la sangre.

Pidió que le llevaran a casa, no comentó nada con su representante porque revisaba los mensajes de su móvil, Choi Seunghyun le había enviado varios mensajes en que decía que el abogado los visitó y la situación era delicada. Era obvio, el sistema no ejercía castigos serios a los menores de edad añadiendo que la familia Oyamada tenía influencias. Al bajar en la entrada de la unidad departamental notó un Ferrari color rojo y supo a quién pertenecía. Despidió a su manager mientras se dirigía a su piso.

Abrió su abrigo para relajarse, al salir del ascensor caminó notando la silueta de una persona.


--¿Por qué no me llamaste? ¿Tienes mucho tiempo esperando? –Miró a la persona recargada en la pared.

--Descuida, necesitaba calmarme para luego invitarte a cenar. –Respondió Seung.- Tu manager me dijo estarías hasta tarde.

--¿Día difícil?

--No tienes idea. –Liberó un suspiro.- ¿Y tú? Te noto algo estresado.

--Me pondrán de mentor, pronto, se hará una selección de aprendices antes de sentenciarme con uno.

--¿Aun recuerdas a Hina, cierto?

--Entre otras cosas. –Abrió la puerta, dejó que ingresara primero, las luces se fueron encendiendo automáticamente.

En el recibidor ambos dejaron los zapatos. La estancia era pretenciosa pero sobria, no le gustaban los colores brillantes y estaba conforme con mobiliario funcional. No era de los llamativos como Choi Seunghyun, tampoco tan oscuro como Youngbae, ni tan iluminado como Seung menor, prefería un término medio.
Adquirió el inmueble a través de vistas en internet a sugerencia de Seung, la zona era elegante sin tanta pretensión, la mayoría de los vecinos se trataban de viajeros frecuentes o solteros. Los niños no abundaban así que el silencio era normal. Tampoco tenían problemas de seguridad por lo que no existía un rígido sistema.

--No he comido desde que salí de la oficina de mi abogado y eso fue hace como cinco horas. Ve a bañarte y salgamos a comer sushi y sashimi.

Se acomodó en el sofá de la sala con naturalidad. Quizás necesitaba eso, salir a despejarse para pensar claramente. Fue a la cocina y extrajo algo de cerveza del frigorífico donde la única nota que tenía de su empleada doméstica era que el día fue sin novedades, se la llevó al invitado.

--No vayas a embriagarte pronto.

--Si no te apresuras, lo haré.

--Úsame de excusa.

--Volví a pelear con Jaemin, insiste en regresar al maldito colegio. Mi abogado me dice que no tengo probabilidades de ganar un juicio sin que se vuelva un circo. ¡¿Qué pasa con el mundo?!

Así era, sin que se lo pidieran externaba sus quejas, era probable que fuera una medida para liberar el flujo de emociones atoradas, de lo contrario sería una peligrosa bomba de tiempo que explotaría en los momentos menos oportunos. No es que hubiese sido víctima de alguna ocasión pero sí había visto un poco de ello varias ocasiones. No tenía mucha paciencia con las situaciones que le desagradan profundamente.

--Ten paciencia.

--¡La paciencia se me agota! De ver tanta injusticia, donde ninguna institución me da respuesta, tengo ganas de pedirle un favor a alguien… -Terminó antes de dar un sorbo a la bebida alcohólica.

Las alarmas mentales se encendieron porque eso le trajo de regreso con el chico Sakamato. Debía mantener al margen a su amigo para evitar que cometiera algo de lo que podría arrepentirse después y hubiese consecuencias más serias.

Estaba seguro que Seunghyun podía ser muchas cosas, pero en ningún momento una ser tan cruel capaz de las peores estrategias para obtener sus propósitos. Por otra parte no estaba de más tener precauciones, se veía sumamente irritado, lo peor, frustrado.

--¿Y… si decides mudarte? No lo sé, tu mayor fuente de ingresos desde hace unos años es China si no mal recuerdo.

--Lo he pensado, pero… eso sería como huir de los problemas. No le daré el gusto a nadie de hacerme correr del país, haré que los Oyamada salgan con la cola entre las patas.

--Piensa en Jaemin. Podría comenzar de nuevo. –Aconsejó haciéndole caso a la sugerencia de hacerle marchar.

Parecía que una migración a un nuevo país podía ser una opción segura para ellos que han tenido que atravesar por situaciones difíciles. Volver a iniciar en un lugar donde no sean foco de atención.

--Jaemin, creo que sería el primero en negarse, insiste en regresar al colegio. Si le digo que nos mudamos, no sé cómo reaccionaría, es decir, ya pasó por una mudanza anteriormente ¿Qué le estoy enseñando a mi hijo?

Tomó asiento abriendo una botella y bebiendo el frío líquido.

--No olvides al chico de los Sakamoto.

--Esos me tienen sin cuidado. –Espetó.- Ahora resulta que no puedo deshacer nuestro contrato o terminaré demandado por incumplimiento. ¡Mi familia fue la afectada ¿Y tengo que seguir con el enemigo?! Pero si dejo las cosas ellos no harán nada. Genial… genial…

--Por eso digo que sería bueno que fueras a China o Singapur, recuerdo que Kim Lil te ha ofrecido que trabajes en asociación con ella.

--Y la cereza del pastel. ¡David me acaba de planear una cita con una completa desconocida! Quiere que salga con mujeres para que tenga una relación o mínimo me las lleve a la cama ¡¿Quién demonios le dio derecho?!

--Espera, ¿Qué..?

--El maldito me chantajea con una renovación de contrato. En estos momentos lo que menos quiero es tener que ir a una cita. Claro, como él no cuida de sus hijos sino su esposa… seguro anda de infiel. –Susurró. - Además, Jonghun me sugirió que me case para que Jaemin tenga una madre.

No había esperado aquello. Era cierto que el ser padre soltero se estaba siendo difícil para Seunghyun, en más de una ocasión tuvo que ayudarle para cumplir con los festivales, pero la insistencia era mucha.

--¿Piensas hacer caso a ellos?

--No lo sé.

La inseguridad que mostró el normalmente seguro Seung-ee y las constantes quejas le provocaron irritación porque acababa de caer en la cuenta que el origen del mal humor se debía al asunto de las citas, en lugar del resto de problemas. Bien se pudo negar pero no, estaba permitiendo que le controlaran.

--Jaemin necesita de otra figura en su vida. Inténtalo, sal con mujeres y cásate con la que creas conveniente.

Dejó la cerveza sin ánimos que continuar hablando. Se quedaron en silencio, tan solo el sonido del licor golpeando el contenedor de cristal resonaba en la estancia.

Ninguno se miraba pensando en continuar con la conversación o terminarla.

--Se supone que me digas que no lo haga, no apoyar al resto. –Soltó de repente a tono tranquilo obteniendo toda su atención.

--Eres capaz de tomar tus decisiones, no tienes por qué consultar ni esperar que respondan por ti.

--Mi mejor amigo. –Los ojos conectaron con los suyos.- Se supone que eso hacen, evitar que cometa estupideces.

--Si no quieres no vayas, si quieres, ve. No me culpes de las consecuencias de tus decisiones.

--Hace tiempo dejé de ser solo yo, ahora tengo a una persona que depende de mí. No importa lo que yo sienta, debo hacer lo mejor para mi hijo.

Sí, la dependencia hacia Jaemin era la razón por la cual se había aislado. El miedo que camine, pero no importaba cuanto lo protegiera, el chico en algún momento seguiría su camino, y cuando se fuera, solo quedaría Seunghyun.

--Entonces ¿Qué caso tiene que lo pienses? Si crees que es conveniente, busca una mujer y cásate con ella. No me consultes nada.

--Pero, Daesung…

--Me iré a bañar, espérame unos minutos ¿De acuerdo? –Cortó la conversación que le producía incomodidad.

Se apresuró dejando las preocupaciones se fueran como el jabón con la ducha. Al salir de su habitación estaba más tranquilo, pero preocupado ¿Un matrimonio por conveniencia? No veía que la imagen encajara con Seung-ee pero había cambiado tanto desde el divorcio que todo era posible a fin de cuentas.

Su amigo encendió la TV cuando fue a verle, ninguna botella estaba sobre la mesa, explicó que no bebió más que la botella que le dio y el resto estaba de regreso al frigorífico.

Fueron en el carro de Seunghyun a un local tranquilo en la que tenían servicio hasta media noche, se sentaron en la barra y en silencio deleitaron las papilas con los cortes más finos, bebieron vino apenas para acompañar la cena. Cerca de ahí había un bar elegante al que no pensaban ir pero en menos de lo que creyeron estaban ahí, bebiendo un sake tradicional dulce que dejaba un agradable sabor en la boca.

Las mejillas de Lee adquirieron un tono rojizo y la sonrisa floja le avisó la ebriedad. Él no podía darse el lujo de embriagarse por cuestiones de salud, le habían prohibido demasiado alcohol.

--¿Cómo lo haces? –Curioso el ebrio preguntó.- ¿Simplemente imaginas que lo haces con Sora o te da igual?

Aquello le dolió, el recuerdo de su esposa es demasiado sagrado para mancharlo con esa pregunta imprudente.

--Solo lo hago si me gusta. No busco el parecido a mi exesposa.

--Ouch… eso dolió. Me lo merecía. –Negó lentamente.- Sí, soy un jodido ardido. La odio tanto porque no puedo olvidarla, pero nunca le perdonaré lo que le hizo a nuestro hijo.

Los ojos comenzaron a cristalizarse, empañándose de una latente añoranza que no había percibido antes porque estuvo bien escondida en las profundidades del alma.

--La amas. –Susurró, Seunghyun estaba sufriendo.- A pesar de todo, la sigues amando. ¿Por eso no te has relacionado con ninguna mujer?

--Es estúpido ¿Cierto? La sigo esperando. Espero que regrese a mi lado. Algo que no va a pasar.

--Creo que has bebido suficiente. –Se levantó al verle a punto de llorar, sería vergonzoso que continuara en un establecimiento de categoría, fue por la cuenta, al regresar vio que el otro seguía bebiendo.

--Jaemin tiene al peor de los padres. ¿Qué clase de monstruo soy?

--Nos vamos. –Aprovechando que nadie les ponía todavía atención y dada la posición alejada, pasó el dorso por las mejillas para limpiar el rastro de lágrimas.- No llores por quien no lo merece.

--Por eso te aprecio. Solo tú me entiendes. –Sonrió melancólicamente. Aceptó la mano que le fue extendida para ponerse de pie, tambaleó un poco al primer paso.- Me da vueltas la cabeza.

--¿Puedes andar solo?

--Solo no sueltes mi mano.

Sin llamar la atención salieron del establecimiento, lentamente anduvieron aunque terminaron mojados debido a la lluvia que caía.

--¿Me das las llaves? Conduciré. –Pidió y el otro torpemente las extrajo para entregarlas.

--Tengo frío.

--Lo sé. Iremos a mi casa, no puedes llegar así a la tuya.

Abordaron presurosos una vez que los seguros fueran desactivados.

Maniobró cuidadosamente el deportivo, no estaba acostumbrado a ese tipo de vehículos y tampoco quería una multa que fuera el chisme de los noticieros matutinos. Llegaron al apartamento cuarenta minutos después.

En la confianza de la zona residencial, abrazó a Seunghyun hasta llevarlo a su apartamento. Notó que durante el ascensor el agarre del otro se hizo más fuerte.

--Tengo frío.

--Ya casi llegamos. –Él también tenía frío pero cuando sintió el calor de la otra persona, este disminuyó. No era de los de mucho tacto por lo que de vez en cuando no le parecía mal sentir invadido su espacio personal.

Con algo de problemas logró abrir la puerta e ingresó casi arrastrando al otro como si las fuerzas acabaran por abandonarle.

--Tengo sueño. –Dijo yendo al sofá directamente.

--Espera, tienes que ir al baño primero.

--No quiero. –Parecía un niño malcriado.

--Enfermarás.

--Aish… qué molesto eres. –Dejó el cómodo sofá para seguir los pasos a su habitación que tenía ducha.

Le dio de su ropa y preparó la temperatura de la ducha.

--¿Puedes hacerlo por tu cuenta?

--Sí, sí. Estoy ebrio no incapacitado. –Tomó la ropa seca de mala gana y se encerró en el baño.

Aprovechó en llamar a Choi avisando que Seung se quedaría con él porque estaba subido de copas y era tarde. Encendió la calefacción y posteriormente preparó té para hacer que el otro entrara en calor, llevó la taza a su habitación. Sacó almohadas y mantas del armario, ocuparía la habitación de huéspedes, no quería obligar a Seung a más movimientos porque seguramente devolvería el estómago.

Al cabo de una corta espera el otro salió, unos pantalones de algodón y una sudadera envolvían el cuerpo del menor.

--Gracias.

--Toma el té, luego te recuestas. Yo iré a bañarme.

Un poco menos desorientado Sueng-ee aceptó la taza y bebió lentamente.

Ingresó a bañarse. Los músculos se relajaron con la segunda ducha, cepilló sus dientes y acomodó un poco el desorden. Una vez fuera de la pequeña habitación vio que su amigo estaba dormido recostado de manera incomoda, apenas había bebido la mitad del té, le movió para acomodarlo y cuando pretendía llevar la taza a la cocina una mano retuvo su muñeca.

--No te vayas. –Murmuró.

--Dormirás aquí, yo iré a la habitación de visitas.

--Duerme conmigo. –Entreabrió los ojos.

--No creo que sea conveniente.

--¿Por qué? ¿Hay algo que te preocupa si dormimos en la misma cama?

--Es para dormir bien.

--Tu cama es King-size… -Y hubo en el tono en que dijo mientas sonreía que su agotada mente le pareció raro.

--Pero…

--No me moveré. Sabes que esos son mitos. No tengo mal dormir… sí, estoy sexualmente frustrado pero no tengo fuerzas para violarte, si es lo que temes. –Se acurrucó en un extremo de la cama.- Solo que recordé que antes dormía con Jaemin, duerme esta noche conmigo ¿Sí?

Palmeó el lado libre de la cama. Suspiró agotado, ignorando la insinuación sexual que hizo el otro.

--Tiene años que no duermo con alguien, quizás yo tenga mal dormir.

--Dormí con Jiyong, ya nada me sorprendería.

Subió tomando su lugar. Sintió la estela de calor del menor. Cubrió con las mantas., Maknae sonrió débilmente.

--Gracias, Daedae… por no dejarme solo. –La mano cálida llegó a su hombro desnudo debido a que usaba una camiseta.


Una agradable sensación se extendió por su cuerpo debido al gesto. Le miró.

--Antes no te gustaba dormir solo. ¿Qué pasó?

--Cambié, Seung, igual que tú quien prefería no compartir cama.

--Me volví padre soltero.

--Y yo, viudo.

--Creo que eso explica nuestras manías. –Una adormecida risa salió de esos labios, los ojos se cerraron.- Tengo tanto sueño.

Lentamente el menor fue cayendo a un sueño pesado, podía sentir el ritmo de su respiración. Era una sensación extraña la de compartir el lecho con una persona después de tanto tiempo de soledad.
Se detuvo a contemplar el rostro relajado de su acompañante, las facciones mantenían su juventud, era como si se hubiese congelado en el tiempo, todo gracias a las vitaminas que consumía. Una vez que los parpados amenazaban con cerrarse, giró dando la espalda a Seung-ee para estirar cómodamente la mano y apagar la luces.

Perdió toda consciencia en cuanto se volvió negro.

Soñaba que caminaba por un sendero en un parque, sostenía la mano de alguien que no podía distinguir en la radiante luz del sol matutino, se dejaba guiar por esa tibieza confiando en ella con toda seguridad y no tenía miedo, algo peculiar, considerando que lo desconfiado que es por naturaleza. La caminata era agradable, parecía un jardín de cerezos de los que abundan en Japón.
Entonces, sintió un calor demasiado agradable cuando los rayos del sol le envolvieron, pero en su cuello una ligera brisa provocó escalofríos.

Despertó al notar que la sensación no era producto del sueño, sino real. Una cabellera negra cubrió su campo de visión, unos brazos le impedían moverse porque de una desconocida forma lograron enredarse en torno a su persona, y la relajada respiración de Seunghyun golpeaba su cuello. Intentó alejarse, sin embargo la respuesta del otro fue afianzar el agarre.

Frunció el ceño al enfocar la vista, recordaba que su lado de la cama era en el buró cerca de los interruptores, pero lo que tenía enfrente era el buró del lado de Seung porque ahí había quedado la taza del té que le ofreció lo cual significaba algo, ¿Él se había movido hacia Seung y por eso terminaron así?

Intentó deshacer el agarre aunque tuvo los mismos resultados.

--Seung… -Murmuró cuidosamente.

--Mhmm… -Entre sueños contestó.

--Seung… -Insistió.

--H-hue-les… bien… -Cambió de posición, permitiéndole descansar de las cosquillas sobre su cuerpo, sin embargo todo estaba hecho, su cuerpo había recibido de manera demasiado agradable los escalofríos porque se sentía demasiado despierto y el comentario fuera de lugar, no ayudaba.

No sabía qué hora era pero a juzgar por la iluminación era de mañana, así que volvió a insistir suavemente hasta que se cansó y dejó que el otro durmiera a placer.
Era domingo, no es que tuviera prisas para dejar la cómoda cama. Resultaba complicado negar que se sentía bien despertar a lado de alguien, la última persona con la que hizo eso fue con Sora. No quería acostumbrarse a la calidez porque tenía miedo.

No había dicho a Seung que solamente fueron dos las ocasiones con las que intimó, la primera fue ebrio y la segunda fue con una sexoservidora. Él no había tenido citas, ahuyentaba a las féminas con su sortija de matrimonio, sin embargo desde hace meses decidió finalmente dejar de usarla porque estaba listo para una darse una segunda oportunidad de ser feliz. Así que estaba igual o peor que el menor.

Intentó recuperar el sueño acomodándose mejor, pero apenas sus parpados se cerraron un aroma inundó sus fosas nasales, era Seung-ee y admitió para sus adentros que también le parecía agradable; mezcla del suavizante de la ropa, el jabón y shampoo, con ese olor natural. Sin poder evitarlo sus brazos se cerraron más, reflejo de su cuerpo al aspirar la esencia. Entonces la idea de tener la costumbre de despertar junto a esa persona se instaló como si fuera natural aunque en su consciencia no lo fuera. Poco a poco fue perdiendo las energías.

Cuando volvió a despertar su cuerpo estaba descansado y exigía moverse de una vez, el rostro de un durmiente Seunghyun fue lo que le recibió. Los brazos le abrazaban fuertemente, sin embargo la posición nuevamente había cambiado, estaba a solo un movimiento para quedar sobre el otro. Una rutina extraña.
Sus dedos dejaron la tibia espalda para enterrarse en los cabellos siguiendo un ritmo lento lo que obtuvo un ronroneo que le arrancó una sonrisa, travieso comenzó a picar la nariz y mejillas para molestar al durmiente. El tacto era suave, no recordaba haberle tocado el rostro pero fue agradable. Contenía una risilla al notar los manoteos para alejar lo que sea que le molestaba sin pensar que era él quien lo hacía.

--Despierta, Seung… -Murmuró.

Las cortas respuestas eran gruñidos cortos.

--No es que me disguste, pero seguro en casa te esperan.

Nada, el durmiente seguía igual. No quería ser rudo, sin embargo antes de que siquiera pensar en olvidar la suavidad de las acciones, una pierna se deslizó peligrosamente para engancharse a su cadera, tirando de su cuerpo obligándole a caer para recibir el cuerpo ajeno que se frotó sobre el suyo, la fricción de caderas provocó algo que nunca debió pasar. Asustado por lo que ocurrido, olvidó la sutileza empujando desdeñosamente al otro para romper la cercanía y es que su entrepierna como casi todas las mañanas, estaba despertando. Los colores se le subieron cuando no contó con que en sus giros estaban enredados con las mantas, entonces al deshacer el agarre la inercia le llevó al mismo punto cayendo sobre el otro. Entre los jaloneos el otro despertó alarmado.

--Daesung… ¿Lo que siento en mi cadera es lo que creo que es? –La mirada desconcertada y las mejillas ruborizadas.

--Es tu culpa. –Fue capaz de responder, intentando inútilmente despegarse del otro, las piernas envueltas por la tela que tiraba firmemente ante los vanos intentos de escapar.

--¿Te… excitó? –Preguntó mitad inocente mitad malvado aprovechándose de su situación.

--No, maldita sea. –Empleaba sus brazos para apoyarse en lo que persistía la lucha pies versus mantas y sábanas.

--Deja… -Seunghyun dejó de reír, le empujó un poco para mantener la distancia pero las caderas seguían rozando c.- …E-Espe-ra…

--Estamos enredados… y dices que no te tenías mal dormir.

--Bas-ta… -Cuando sintió los dedos enterrados en sus brazos, el rubor en el rostro había aumentado en el otro, mordía sus labios con fuerza apretando los parpados como sufriendo.

Su primer pensamiento era que estaba lastimándolo con su peso o tenía algún dolor.

--¡Intento alejarme pero no puedo!

--¡Con un demonio, Daesung! –Le vio transpirar y la respiración agitarse, su segundo pensamiento es que estaba sufriendo un ataque.

--¡Estás rojo! –Exclamó preocupado buscando la manera de salir del lío de mantas, pero si movía los brazos podía aplastarlo por completo, además Seunghyun comenzó a jadear y a retorcerse.- ¡¿Te estás ahogando?!

El otro negaba violentamente enredando los cabellos, algunas hebras adheridas a las facciones. Sentía las uñas cortas enterarse en sus brazos, una respuesta ante la agonía que le ocurría.

--No… -Intentaba hablar pero a causa de la falta de aire resultaba una tarea difícil.- N-No… ngh… No… de-tente…

--¡Espera ya casi ya casi termino! –Necesitaba calmarlo porque no tenía ningún conocimiento de primeros auxilios.

--¡Cállate! –Gritó de manera desesperada, el cuerpo estaba caliente, transpiraba y jadeaba ruidosamente, se retorcía.- Deja… no… mue-vas…

--¡Te estás ahogando! –Logró poner su rodilla sobre el colchón a lado del muslo de Seung, pero las contorciones del otro le impedían acomodarse para impulsarse fuera de las mantas.

--Ngh… NO… NO… ¡NGH! ¡NO! –Arrastró las uñas en un insufrible rasguño desde sus bíceps hasta los codos. Con mayor furia, empujaba contra él para ayudarle a salir, pero entonces un golpe en su rodilla ocasionó que cayera nuevamente sobre la entre pierna. Medio cuerpo de Seunghyun se levantó y quiso ayudarlo sosteniéndole por detrás hasta que lo notó demasiado tarde.- ¡AHHH~!

Un gemido demasiado erótico salió de los labios enrojecidos, las pálidas mejillas completamente rojas, los parpados apretados y una humedad se hizo evidente en la parte baja de ambos. El cuerpo del menor temblaba sin parar, los jadeos que secundaron al gemido se fueron haciendo cada vez más débiles.

El asunto de por sí era vergonzoso pero como la Ley de Murphy, cuando crees que la cosas no pueden ir peor, se ponen peor.

Su entrepierna estaba lo suficientemente estimulada, con la imagen erótica que regalaban sus ojos, y la caliente eyaculación, el olor a sexo… solo bastó un movimiento inocente de su humillado amigo con un gemido quedo y sin poder evitarlo, por mucho que apretó sus músculos, descargó su semen, lo cual no sería problema de no ser porque lo hizo sobre Seunghyun.

Los ojos del otro se abrieron de golpe al sentir la esencia del otro, lanzándole los insultos del mundo en silencio. Jadeó ante la liberación de esperma, se sentía débil pero aunque los brazos ardían y tenían la fuerza de fideos se negó a caer sobre la otra persona porque seguro que lo mataba ahí.

Se quedaron quietos para recuperarse del orgasmo que se provocaron sin intención. Si lo pensaban bien, ambos tenían la culpa, él intentó despertar a Seung y este no entendía, luego no captó el mensaje del otro al pedirle que dejara de moverse.

Protegiendo un poco la dignidad de los dos, se tragó la vergüenza, apoyó uno de sus brazos para que con el otro tirara de las mantas a fin de liberarse, durante el proceso, sus cuerpos aun sensibles se estremecieron por el movimiento rápido.
Logró poner distancia inmediatamente, no se atrevía a mirar a Seunghyun porque no sabía si tenía el derecho después de lo que hizo.

--Tengo que irme. –Escapando del estupor, el menor salió del lío de mantas dispuesto a salir corriendo de la habitación, pero pisó mal cayendo al suelo dolorosamente.

--Seunghyun. –Se arrodilló para sostenerlo.

--No… no me toques. –Pidió casi débilmente.

--Lo siento. No fue mi intención, yo…

--No digas nada. –La forma en lo que dijo todo, le recordó a la frialdad de la etapa de debut y le removió un miedo por retroceder en su difícil relación.

--¡Fue un accidente!

--No digas nada. –Se liberó de sus manos, pero en cuanto volvió a intentar ponerse de pie cayó nuevamente, al parecer sus piernas estaban débiles.

--Tenemos que hablarlo.

--¡Te decía que te detuvieras! –Se fue encogiendo desde su posición cubriendo su rostro con ambas manos avergonzado de solo recordar.

--Sabes que intentaba liberarme. –Trató de conciliar, debería estar igual de paranoico que el otro, aquella situación no era para una cosa sin importancia, pero en cambio estaba tan fresco como lechuga como si masturbarse contra la entrepierna de tu amigo hasta alcanzar el orgasmo fuera normal.

--¡Eres un idiota!

--Intenté despertarte varias veces. –Recordó.- Además fuiste tú quien comenzó todo, tu pierna fue a mi cadera, por eso te empujé al inicio.

--¡Te odio! –Le miró rencoroso.- ¡No solo me provocaste un orgasmo también eyaculaste en mí!

Dicho de esa manera parecía haber cometido un crimen grave, pero si analizaba las cosas comprendió que estaría igual de enojado.

--¡Fue involuntario! –Se defendió.

--¡Te odio! –Ruborizado.

--No es cierto. –Suavemente ayudándole a levantarse. Creyó su deber mantener la calma para tratar el asunto reunió todo el valor que restaba.- Solo estás furioso conmigo.

--Me has humillado.

--Nos humillamos mutuamente. –Se encaminaron al baño.- Tienes un secreto que podría perjudicarme igual que yo tengo uno tuyo. Nadie tiene por qué saberlo.

--¡Obviamente!

--Creo que esto es un aprendizaje.

--¡Cállate! Eres un pervertido de lo peor.

--Lo que digas, ahora tomaremos un baño para limpiarnos. –Abrió el grifo para encender el agua caliente.

--¡¿Vamos a bañarnos juntos?! ¡De ninguna manera! ¡No volverás a ponerme una mano encima!

--Te quejas como si te hubiera violado cuando realmente solo nos ayudamos a desahogar… ¿La tensión? –Burlarse de Seunghyun era macabramente divertido.

--Eres de lo peor. –Se negó a continuar una vez dentro del baño.- Soy perfectamente capaz para bañarme solo.

--Creo que a estas alturas, deberíamos tenernos más confianza. –Se quitó la camiseta, sin embargo un ardor en los brazos le borró la sonrisa burlona.

--No te desvistas.

--Duele… -Flexionó el brazo para notar el daño, varios caminos rojos atravesaban su piel color arena.- ¿Dejará marcas? No soy de los que hace este tipo de cosas, por eso te pregunto.

--Te lo mereces. –Espetó el otro cruzándose los brazos.

--¿Es un castigo o una muestra de lo mucho que te agrada? Sinceramente nunca he entendido eso. A mí no me solían arañar y tampoco lo hago. Pensaba que eso era de salvajes. –Tocó el agua, reguló la temperatura.- Listo, ya podemos limpiarnos.

--¡Te he dicho que no!

Entonces, sujetó la mano del otro y en un movimiento casi violento que tomó desprevenido, lo arrojó dentro de la ducha logrando que se empapara.

--¡Hijo de Puta!

--Más respeto a mi madre, que está descansando en paz. –Ignoró olímpicamente, tiró con fuerza para quitarle la sudadera pero ya sabía que no tendría aprobación.

--¡No! ¡Déjame en paz!

--Seunghyun… -Regañó.- No tenemos veinte años para andar con sentimientos púdicos. Ni que fuera la primera vez que tomamos un baño tú y yo, hemos ido a Aguas termales, además te recuerdo la vez que me obligaste a un baño.

--¡¿Todo eso es por esa vez?!

--Deja de gritar. –Logró deshacerse de la sudadera, inmediatamente el otro intentó cubrir su pecho. Luego fue a los pantalones, que bajó rápidamente.- Oh, no tenías ropa interior.

--¡Sal del maldito baño! ¡Yo puedo solo!

--¿En verdad crees que voy a violarte o algo así? –Alcanzó la botella de jabón corporal, derramó una cantidad generosa en la palma de su mano y rápidamente fue a la espalda del otro.- Si quisiera abusar de ti solo tengo que embriagarte y ni te enterarías de cómo te lo hago.

--¡Cállate!

--No lo haré, ahora me vas a escuchar. –Estiró una mano para abrir una vitrina, extrajo un paquete con una esponja nueva. Abrió con los dientes el empaque y pronto el trozo sintético fue frotado contra la espalda.- Lo que ocurrió fue un extraño incidente de la vida. Sí, es raro y también me siento un tanto perturbado, pero ni modo, ocurrió. Ambos tuvimos responsabilidad, a excepción de nuestro orgullo masculino nadie salió herido, no tienes por qué culparme de todo.

La espuma comenzó a esparcirse por la piel lechosa cubierta de pequeñas pecas. Pasó la esponja desde el cuello hasta donde la espalda perdía nombre. Cerró el grifo, y al ver que el otro estaba más cooperativo sonrió.

--Termina en lo que lavo tu cabello. –Entregó la esponja que de mala gana aceptó el otro.

--Eres un viejo pervertido. No sabía que te van lo hombres.

--Intento hacerme cargo de ti y me estás provocando a torturarte. –Tomó shampoo en sus manos frotó las palmas antes de apoderarse de las suaves hebras obsidianas.

--Eres un bruto.

--¿Recuerdas cuando me bañaste? En ese momento estaba perdido, incapaz de cuidarme. –Comenzó a narrar.- Y fuiste el que tuvo el valor para desafiarme. Me alegro que lo hayas hecho, porque dudo que lo hubiera logrado por mí mismo.

--Todos estaban preocupados. Si hay algo que odio de ti es el muro que levantas.

--En esa ocasión no pude decirlo, así que ahora mientras regreso el gesto, te lo digo… -Procuraba ser suave en su masaje.- Gracias, Seunghyun.

Antes de conocer la reacción del otro, giró la llave para que la lluvia de agua caliente hiciera lo suyo. Se alejó para darle privacidad.

--¿Puedes terminar, cierto? Iré por algo para que te seques y ropa. Toma tu tiempo. –Salió del lugar.

Su corazón latía fuertemente. No era de los que hablaban libremente de sus sentimientos y ese gesto de confianza consumió todo el valor. Abrió el armario, encontró toallas y ropa limpia, tocó la puerta avisando su presencia, limitándose a la acción, dejó las prendas para posteriormente salir.

Miró el lío de mantas en su cama. Rápidamente recogió todo, las enredó ocultando cualquier evidencia de lo ocurrido y lo dejó en una esquina en lo que pensaba cómo deshacerse de ello junto con la ropa, se deshizo de toda prenda, deslizó una bermuda en lo que esperaba a Seung.

Revisó el móvil notando que era casi medio día, sí que habían dormido mucho. Dirigió sus pasos a la cocina para prender la cafetera pero al llegar se detuvo al ver su empleada doméstica. Eso no era bueno.

--Buenos días, señor. –Hizo una reverencia.

--B-Buenos días… n-no esperaba que viniera hoy. –Comentó nervioso preguntándose desde qué hora habría llegado.

--Supuse que me necesitaría porque acaba de regresar de un viaje…

--Oh, bueno…

--No sabía que estaba acompañado. –El rubor en las mejillas de la mujer le confirmó que sin importar la hora en que hubiera llegado a su casa, fue lo suficiente temprano para haber escuchado el espectáculo.- Me disculpo.

--Ah… yo…

--Tengo algo de café y preparé el desayuno ¿Pongo la mesa?

--No. –Contestó desesperado.- Necesito que se marche y regrese mañana.

Su empleada escuchó pero no tenía idea de quién era, Seunghyun no sabía que tuvieron público.

--Entiendo. –Retiró el mandil hábilmente comprendiendo el mensaje de su jefe.- No se preocupe, ella no sabrá que estuve aquí. Está todo listo para comer solo sirva.

--Yo me encargo. –Le acompañó hasta la puerta, en un armario la mujer extrajo su bolso y silenciosamente salió del apartamento. Ignoró el hecho de que su empelada confundió a Seunghyun con una mujer.

Suspiró aliviado cuando desapareció de su vista sin que Seung lo supiese.

--¿Daesung…? –La voz desde la habitación atrajo su atención.

Fue a donde estaba un tranquilo Seung secando sus cabellos.

--Estaba preparando el desayuno. –Mintió.

--Pensé que habías salido, tengo hambre ¿Es tarde?

--Casi medio día. Te dejaré servido antes de que me duche.

Volvió a la cocina rápidamente para poner la mesa. Sopa de miso, rollitos de huevo, arroz frito y algo de golosinas japonesas para acompañar el café descafeinado.

--¿Te ayudo? Oh, tienes todo listo. –De la nada el otro ingresó a la cocina.

--Soy rápido. –Soltó una risa nerviosa.

--Seguro. –Entrecerró los ojos con desconfianza.

--Bueno, comienza sin mí. –Huyó del comedor. Tomó lo primero que encontró y se encerró en el baño.

Una rápida ducha y él estaba limpio de todo rastro anterior. Dedicó un poco de tiempo a su arreglo personal para retrasar el encuentro en lo que reunía el valor para encararlo.
Al ir por el pasillo notó una risa seguido de un comentario ahogado.

--Sí, hyung. No me dejó abandonado en el bar. Estoy en su casa y me hizo el desayuno. Lamento haberlos preocupado. Estoy bien, tan pronto termine regresaré a casa.

Se incorporó al desayuno sin interrumpir la llamada telefónica. Sirvió un poco de comida, llevándose los bocados sin mirar al otro. No tenía idea de que seguiría después.

--Era Seunghyun hyung. –Explicó una vez que terminó la comunicación.

Asintió en silencio.

--Me tengo que ir. –Se puso de pie, entonces le miró notando que se encontraba igual de aterrado que él.- Tomé mis cosas.

--Lamento si he arruinado nuestra amistad. –La lengua se le fue intentando remediar lo que estaba roto.

--Cuídate. –Negó lentamente. Le siguió hasta la entrada buscando el momento indicado.

--No quiero retroceder por este incidente. –Murmuró suplicante.

--Yo tampoco, Daesung.

Bajó la mirada, sin saber si era producto de la timidez o incomodidad. Eso le estresó, lo dejó ir.

Al ver la puerta cerrada sintió un enorme peso en su pecho. Tanto tiempo cultivando una amistad y solo bastó un estúpido incidente para arruinarla. Sabía que quizás el otro le odiaba y estaba en su derecho. Nuevamente había quedado solo y el sentimiento era mucho peor.

No terminó de comer, recogió los alimentos, buscó una bolsa negra de basura y fue a su habitación pero por alguna razón ya no pudo pasar la puerta. Se quedó mirando la cama que no tenía sábana alguna. Las imágenes mentales regresaron a él nítidamente. El ambiente olía a jabón y sexo aunque no hubo realmente lo último. Sus ojos se pasearon por las almohadas. Podía recordar los cabellos negros esparcidos y el rostro de sufrimiento, que nada tenía que ver con dolor sino con excitación.
Desvió la mirada para espabilar los malos pensamientos que se cruzaron por su mente, ingresó tratando de ignorar los recuerdos frescos, metió en la bolsa las mantas junto a la ropa evidencia del suceso, la selló y salió de para dejarla en el servicio. Curioso bajó hasta el estacionamiento tan solo para confirmar que el Ferrari rojo no estaba en donde lo aparcó. Seunghyun se había marchado.

No tenía por qué dolerle pero lo sentía. Desganado regresó a su piso dispuesto a dormir hasta que fuera Lunes.

Revisó el móvil… no tenía mensajes ni llamadas.

Arregló su cama y de metió en ella. Una de las almohadas tenía un aroma peculiar, olía a Seunghyun y por ello la abrazó sin ponerse a pensar quedándose profundamente dormido.

Estaba entrada la noche cuando despertó y primera vez no hubo una invitación a una cena, no hubo mensajes de esa persona. Se saltó la cena, aseó nuevamente su cuerpo para tenderse en la cama, tragó dos somníferos que solo bebía en ocasiones especiales, se perdió en el efecto tranquilizante porque no quería pensar en lo ocurrido donde la culpa y el temor subió enroscándose por su ser. Su fuente de estabilidad no estaba más, podía percibir la lenta llegada de la ansiedad.


Amaneció el Lunes al que dedicó su atención al trabajo, pasó el tiempo en la agencia instruyendo a los novatos por lo que momentáneamente ignoró el sosiego escalando por su espalda, solo en la noche notó que tampoco había mensajes para él. La soledad reía disfrutando el abandono de la estrella a la que había atado su vida. Las consecuencias del incidente pero guardó esperanzas, creía que superarían la vergüenza y todo quedaría como un recuerdo.

Fue Martes, tampoco hubo contacto y no se atrevía a llamar ni visitarle a su hogar aunque en su interior se retorciera el alma por ir en busca de la luz que le daba vida, ¿Seunghyun lo recibiría o lo rechazaría? No podría soportarlo, la mirada incomoda, la mueca tensa, los secos intentos de conversación… pasó por eso antes, tratarse como un par de desconocidos obligados a relacionarse. Enviaba a borrador los mensajes y resistía las ganas de tomar la dirección hacia la villa. Se convencía que lo mejor que podía hacer por ambos es dejar correr el tiempo.

Llegó el Miércoles… sin cambio alguno. El móvil no tuvo muestra de contacto alguno de Seunghyun. Comenzó a perder las esperanzas, su amistad estaba arruinada. No volvería a ver a Jaemin. ¿Cómo podría aconsejar al chico de mantener cuidado con las personas que se le acercaran?


Fue Jueves… el único mensaje relacionado con Seunghyun fue el otro Seung quien preguntaba las razones por las que no iba a visitarles, directamente quería saber si había ocurrido un problema entre maknae y él. Se limitó a decir que poseía carga de trabajo.

Viernes… Choi volvió a enviar mensajes en los que explicaba su molestia por la lejanía asó como del silencio. El menor se veía distraído, pasaba gran parte del tiempo encerrado en su estudio. No fingía correctamente por lo que era notable su desanimo.
Su única respuesta fue evadir el interrogatorio. No sabía qué responder.

Sábado… no hubo contacto alguno con nadie de su círculo cercano.

Domingo. Vacío.


Otra vez fue Lunes…

Llegó el atareado Martes…
Miércoles tedioso...

Jueves social…

Viernes…

Sábado…

Domingo.

Dos semanas sin contacto alguno, sin llamadas, sin mensajes, sin visitas inesperadas. Dejó ir a la última esperanza y aceptó una gira de trabajo por Asia.
Nada le quedaba en Japón, no era bienvenido en el hogar de Seunghyun, debía mostrar respeto a esas personas resignándose a la distancia.

Choi Seunghyun a veces le preguntaba cómo se encontraba, él mentía diciendo que estaba bien porque no lo estaba. No dormía bien, no comía bien y no tenía ánimos para nada pero se obligaba a continuar. Releía incontables de veces las viejas conversaciones, miraba las fotografías que compartían. Al ver la sonrisa contagiosa se aferraba a los recuerdos para continuar en la estresante vida; ir de aeropuerto en aeropuerto, reuniones de trabajo, sesiones de instrucción, asesorías, entrevistas. Tenía la convaleciente ilusión que quizás le vería en las portadas de un medio de comunicación masiva. Si acaso Choi agobiada con reclamos y quejas, enviaba alguna foto de los lugares que pisaba sin entrar en detalles para despistar. De sus labios no saldría el verdadero motivo de la separación.




Se hizo la tercera semana, visitaba Seúl, acudió a la tumba de sus padres a quienes pudo despedir antes de partir al otro mundo, ellos vieron con buenos ojos la cercanía de Seunghyun –cuya fama por controversial era un tanto dañina para cualquiera que estuviera demasiado cerca de él- porque les devolvió el hijo que parecía cortar todos los lazos con sus raíces.

Tuvo almuerzos con Bora y su familia. Un tiempo muy ameno en mucho tiempo que anestesió la herida que dejó la ruptura. Ella insistía en que volviera al país pero no sabía cómo explicarle aquel extraño sentir que impedía alejarse mucho de Seung y Jaemin, continuaba preocupándose por ellos, investigando su estado. Estaba consciente que su acto no estaba bien argumentado, por más que intentara convencerse sabía que las razones iban mucho más allá de la eterna gratitud. Se guardó los pensamientos para sí mismo, decidido a disfrutar el momento familiar.

Averiguó algo de los Lee que pondría en paz a su amigo –aunque no se lo haya pedido- , Hanna contrajo matrimonio tiempo atrás con un hombre de negociosos, tenía una hija. Y los padres llevaban bien la cafetería, no necesitaban de su “ingrato” hijo del que se negaba a hablar cuando se les cuestionaba.

Estaba almorzando en su habitación de hotel casi a final de semana cuando vio las noticias… un video sumamente comprometedor revelaba a hijos de varias prestigiosas familias japonesas inmiscuidos en narcomenudeo y trata de blancas. El chisme del momento. Recordó las palabras de Touya Sakamoto y entendió. Quizás no fueran a lograr que los chicos que acosaron a Jaemin fueran a prisión por el crimen que cometieron sin embargo, con lo que aparecía en el video liberado en redes sociales a través de cuentas fantasma dando vueltas al mundo, ponía en evidencia el tipo de personas que son los chicos.


La gira de trabajo culminó con un cambio de planes a último momento, el escándalo afectó ciertos negocios y le pidieron regresar. En un punto, se separó de su manager argumentando que necesitaba tiempo para descansar, no muy seguro aceptó, compró un boleto de avión. Solo cuando estaba a punto de tomar el último subterráneo con recepción telefónica dejó un mensaje a su representante sobre su verdadero objetivo.

Así que horas después estaba ahí. En la estación de tren del mismo pueblito costero, las frías brisas del mar acariciaban su rostro. Un taxi le llevó a la pensión de la señora Keiko que le recibió extrañada porque no esperaba una visita tan pronto, no hizo preguntas dedicándose a tratarle como un huésped.

Fue acomodado en la misma habitación. Llovía fuertemente, ya no temía a las tormentas en cambio contemplaba la noche ordenando sus pensamientos y requirió de medicación para descansar adecuadamente al ver el reloj marcando las 2:30am, después del baño tibio fue directo a la cama sin pedir cena. El dolor de cabeza que le aquejaba desapareció junto a la consciencia.

Tan pronto despertó se arregló, desayunó ligeramente y salió de la pensión. Pasó por la floristería del pueblo, compró un poco de incienso y un encendedor. A paso lento se dirigió al noreste, ofrecía una corta pero amena conversación con las personas que le reconocieron, haciendo tiempo hasta creer que era momento de continuar.

Atravesó en silencio las rejas de la entrada, caminó por la vereda conocida, pasó el viejo cerezo yendo hacia la derecha y llegó a la tumba de Sora.

En un espacio secado por los rayos del sol depositó los presentes, retiró las flores secas de su última visita para reemplazarlas con las frescas traídas de los campos hasta el local del pueblo. Encendió incienso y oró plegarias cristianas. Invocó el recuerdo de su difunta esposa y solo a ella confió todos sus secretos, sus miedos, sus anhelos, sus sentimientos.

Se quedó callado con los ojos cerrados y las dedos entrelazados, consciente que no tendría respuesta más que el alivio a su alma. Murmuró aquello que le tenía atormentado, el mayor de todos sus secretos.

--¿Está bien eso para ti, mi amada Sora? –Soltó al viento acariciando la cripta.

Extrajo su sortija de matrimonio, la depositó al fondo de uno de los floreros.

Todo el tiempo de separación no pudo alejar de su mente Seunghyun, naufragó entre los recuerdos y las emociones que le inspiraban. En el grado de confianza que fio, la fortaleza, el entusiasmo… y aquella calidez que solamente una vez llegó a sentir.

Tras tiempo de larga meditación llegó a un descubrimiento perturbador…

Entendía el origen de las razones por las que seguía a Seunghyun, la necesidad de estar a su lado, la profunda preocupación por su bienestar, la incomodidad ante el tema de encontrar una esposa, el dolor que le producía saber que no podría estar cerca, ni soñar con una oportunidad de colocar en sus manos lo que hizo brotar gracias a su compañía.

Le gustaba Seunghyun y no de la manera fraternal. Le gustaba como un enamorado empedernido. Como un hombre amando a otro hombre. Con intenciones tiernas y perversas; alegrías y celos; con deseos e ilusiones… con una latente necesidad de ir ante él para estrecharlo para sentirse completo.  

Su mente no dejaba un descanso a la tortura mental, había sido un imbécil al depositar sus sentimientos en un hombre del que no tenía garantía alguna, así como también el subconsciente le regresaba a la dulce experiencia de escucharle decir su nombre, la sonrisa dedicada que calmaba el más oscuro de los pensamientos y el tibio tacto de su tez contra la suya en algo tan inocente como tomar su mano.

En su interior el instinto murmuraba que no fue un proceso de la noche a la mañana, nadie en la vida real se enamora de otra persona en menos de un día, todas las señales estuvieron ahí a lo largo de los años, emergiendo lentamente. El proceso requirió años y bastos recuerdos en los que Seunghyun estaba ahí como un hermano pero él correspondía como fiel compañero.

--Fue así, mi amada Sora. –Sonrió ante el tributo de su esposa, rendido a todo lo que sentía.

La pregunta era la misma ¿Qué iba a hacer con todos sus sentimientos?  Todo estaba perdido, cuando apenas volvía a encontrar a la persona indicada para amar, a quien entregar su dedicación salpicada de sentimientos, las esperanzas marchitaban.

Sus ojos se dirigieron al viejo cerezo en un acto reflejo de la visita anterior y el corazón aceleró su pulso al descubrir bajo las ramas una silueta. Parpadeó varias veces esperando que la ilusión desapareciera para devolverle el vacío, pero no fue así. El perfil permaneció inmutable, no traía la vestimenta que recordaba, estaba ataviado por una gabardina oscura, una bufanda azul rey protegía el cuello resaltando la piel nívea, el cabello oscuro se dejaba manipular por el viento. Los ojos bordeados de ojeras se cruzaron con los suyos a pesar de los metros que les separaban y pudo distinguir un semblante que reflejaba culpabilidad, melancolía y desasosiego.
                                                                                                                             
Inevitablemente su cuerpo se condujo hacia el viejo cerezo, con cada paso su corazón latía descontrolado al comprobar que era real lo que veía. ¿Cómo había llegado Seunghyun?

--Se supone que vendríamos juntos. –Escurrió un débil susurro al estar a una corta distancia.

No respondió, se detuvo para mirar con mayor detalle al otro. Estiró una mano hacia el rostro de la persona que había puesto su mundo de cabeza.

--Perdón. –Vio las mejillas ruborizándose, a causa del frío o de alguna desconocida intención, los ojos huyeron de los suyos pero fue la imagen más tierna.- Yo… todo fue extraño… y luego…

--Está bien. –Murmuró al cabo de unos minutos.- Estás aquí.

Sus manos sostuvieron las mejillas frías, los ojos se cansaron de huir, le miraron irremediablemente. Pudo percibir el mismo caos escondido en las entrañas que él padecía. Era la empatía en sus sentimientos, aunque se interponía la indecisión.

--Es tan aterrador.

--Pero tampoco se pude vivir sin esa sensación. –Sonrió débilmente.

Seunghyun temblaba tanto que la intención terminar con ello fue seducida por una idea. Lo abrazó, envolviendo entre sus brazos aquella figura conocida. El calor poco a poco fue transmitido mutuamente, semejaba tanto a la sensación que produce cuando uno llega a casa después de un largo viaje.

--Todo lo que hemos logrado.

--Permaneceré el tiempo que tú lo desees.

--Sabes lo idiota que puedo llegar a ser. No me hagas caso. No te vayas.

Su calor, y su olor. Todo estaba bien, las cosas en su lugar.

--Vamos a desayunar.

Lentamente se separaron comenzando a andar el camino hacia el centro del pueblo. Podía disfrutar plenamente sus sentimientos nutriéndose con el regreso de Seunghyun. No era dependencia, sino amor.

Las esperanzas renacían en su interior como en un milagro divino. Estaba consciente que su compañero intuía lo que sentía y quizás no notaba que comenzaba a sentir lo mismo que él.

Su situación es lejana al típico amor no correspondido, asemeja más al brote de una delicada flor. La semilla finalmente se partió para dejar salir pequeñas raíces, requería paciencia y dosis de cuidados gentiles para que ese brote se convirtiera en una primavera, una hermosa flor. Él sería el jardinero que procuraría el brote. Estaba decidido en enamorar a Seunghyun.

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Continuará.


  



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