11-DE CORAZÓN A CORAZÓN
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11-DE CORAZÓN A CORAZÓN
--Está
bien si quieres quedarte, no es ninguna…
Una media tarde en ese pintoresco
pueblito costero, aunque el sol atravesaba tercamente las nubes grises, era
claro que se desataría una lluvia, por lo menos en la noche. El viento gélido
mecía con mayor fuerza el poco follaje que persistía en las copas de los
árboles. Caminaba a paso lento después de atravesar la reja un tanto oxidada a
causa de la sal en el ambiente.
Resultado de las administraciones de
los últimos años, el aspecto que en esos momentos pisaba adquirió un aire cada
vez más agradable aunque gran parte se debía a sus buenas donaciones anuales.
Los pasadizos fueron alfombrados por un tipo de roca extraída de las montañas
del mismo pueblo que el agua de la temporada de lluvias se dedicó a pulir hasta
terminar el aspecto limpio y lustroso sobre el cual resonaban los pasos de las
personas.
Tomó un camino a la derecha pasando
el ancestral cerezo que en esa época del año había perdido las hermosas flores
que presume en primavera. Un silencio casi severo aportaba al ambiente aquella
emoción entre tristeza y solemnidad. Se encontró con muy pocas personas, la
mayoría perseguía las mismas intenciones. Si ya iban de regreso y acaso le
reconocían, sin detener el andar ofrecían una inclinación de cabeza a modo de
respeto o gratitud, porque sin él, ese pedazo de tierra olvidado por los
funcionarios estaría hecho pedazos, lo cual sería una terrible ofensa para
quienes habitaban ahí. En otra circunstancia, los pobladores le harían una
reverencia o insistirían una corta charla de cortesía, e inclusive no faltaría
que un joven huérfano o una viuda le invitasen a beber té en sus humildes
casas.
Alentó los pasos, absorto en sus
pensamientos porque en esos instantes, había dejado de ser la imagen que
representa para volverse un triste hombre que intenta cicatrizar el corazón,
intenta guardar las memorias buenas y malas. A cada paso, se vuelve más humano,
más imperfecto. No lo sabía pero perdía poco a poco su sonrisa así como la
fortaleza que le caracteriza. Contiene la respiración durante unos segundos
mientras divisan sus ojos el punto de encuentro, la razón de estar ahí, tan
lejos de la urbe y más cerca de sus otras raíces; las japonesas. Se detiene a
un par de metros, sus manos estrechan con un poco de fuerza dos ramos de flores
frescas que compraron en la única floristería de aquel pueblo costero, había
comenzado a hablar a la persona que le acompaña, porque desde hace más de un
lustro dicha persona se auto invita a las visitas, un gesto que agradece desde
el alma y la explicación es simple; el corazón se aprieta de profunda
melancolía. Sin embargo, antes de terminar la frase, cuando intenta recuperar
el valor perdido si mira los ojos del quien le acompaña, (casi siempre
funciona) está solo…
--…Molestia.
–La figura familiar se ha quedado metros atrás, dedicándole con un semblante
tranquilo y educado sus intenciones, no planea ir a su lado hasta allá.
--Esperaré
bajo el cerezo. –La voz fue especialmente suave, intentado
no perturbar el momento, pero notificando que una vez más, como hace más de un
lustro, no planea romper el límite autoimpuesto.
--Ven
conmigo. –Susurró girando por completo hacia esos
ojos oscuros que le trasmiten el valor ansiado. Sabe que si esa persona posara
aunque fuera la punta de los dedos sobre sus hombros, podría estar bien. Hace
tiempo descubrió el efecto sanador que inspira su acompañante.
--Haré
mal tercio. –Negó lentamente y el viento removió los
cabellos oscuros que a través del tiempo fueron volviéndose ondulados, sobre
todo ante la humedad. Una sonrisa tímida, amable con un toque de picardía le
fue dedicada mientras determinó aquello.- Puede
enojarse.
--No
seas infantil… -Insistió, porque si perdía de vista a esa
persona sabía que entraría en una especie de zozobra. Hace ya mucho tiempo su
mortecina alma se aferró a esta frente a él, que brilla con la intensidad de un
lucero; como si nunca se apagase. Y entonces no puede simplemente alejarse, ya
no.
--Entrega
las flores de mi parte, ¿De acuerdo? Ofrece mis saludos.
–Decidido a terminar la tonta discusión en un lugar tan sagrado, aquella
alma-lucero dio media vuelta regresando el camino.
--Le
diré que me tratas mal y me ignoras. –La palma de la
mano fue toda repuesta que obtuvo, sin poder evitarlo sus ojos siguieron la
silueta; la espalda alejándose, el diminuto vértigo apareció, algo le decía que
detuviera la distancia, porque quizás… ya no volvería más. Absurdo, pero
cierto, tenía miedo de perderle de vista. Descansó al verle girar encontrándose
nuevamente con el rostro –aunque lejano- de la persona. Solamente así fue capaz
de retomar la compostura, la consciencia aplacó a su ansiedad; todo estaba
bien, bajo el cerezo le esperaría.
Fue su turno de dar la vuelta para
terminar con lo que lo traía ahí. Avanzó los metros que le separaban. A medida
que llegaba, el corazón latió presuroso así como la mente regresó años atrás, a
un pasado con sabor lejano, entre memorias de sonrisas, besos y caricias, entre
gritos, lágrimas y luto.
Medían quizás un metro, no estaba
seguro, el material eran concreto y mármol. Eran tres, dos en paralelo mientras
que la última con aspecto más reciente frente al par. Dio una reverencia de
noventa grados, cerrando los ojos a modo de respeto, una vez erguido, se
arrodilló sin prestar atención a su gabardina de excelente calidad, durante
unos minutos dejó las flores y la caja de incienso sobre la plataforma.
--Ha
sido un largo tiempo desde que vine, pasaron tantas cosas y ya sabes, es
difícil apartarme de los que siempre están para mí.
–Sus manos acariciaron con ternura las inscripciones en kanjis cinceladas sobre
la placa de mármol adherida.- ¿Cómo has
estado, mi amada Sora?
Intentó sonreír pero como siempre que
viene, fracasó. Desvió la mirada en los ramos secos de la última visita que
seguían intactos a diferencia de la mala hierba que había sido arrancada para
no maltratar ni ensuciar el mausoleo de la familia de su difunta esposa. Sin
pena alguna y de manera ceremoniosa, retiró las flores secas de los depósitos
que mandó a hacer para ornamentar los aposentos de esas tres personas, deshizo
los ramos que había traído para elaborar cuatro pequeños ramilletes con las
flores entremezcladas.
--Seung
nuevamente envía flores y sus respetos, pero el tonto no tiene el valor de
venir a hacerlo por su propia cuenta, se pone tímido.
–Cuidosamente las colocó en los cuatro depósitos bellamente esculpidos por el
artesano del pueblo.- ¿Verdad que es una
persona muy cálida? Por eso tengo que cuidarlo y no puedo dejarlo solo. No lo
sé, es como si… es una empatía. En cierta manera es como un espejo reflejándome.
Sus ojos se dirigieron al cerezo
comprobando que esa persona seguía ahí. Con una (a consideración suya) delgada
chaqueta que a pesar de ser juvenil no le quedaba mal, quizás porque Seung
seguía sin representar su edad habiendo todo lo que le ha tocado padecer. Tenía
los brazos cruzados al pecho revelando cierta incomodidad de encontrarse en un
lugar sagrado. Los ojos se cruzaron con los suyos a pesar de los metros que les
separaban y pudo distinguir una sonrisa gentil poco vista dirigida a su
persona. Sintió una chispa de calidez recorriendo su cuerpo.
--Ambos
estamos solos, enfrentando la vida. –Volvió la
atención al sepulcro.- Te extraño tanto,
mi ama Sora.
Suspiró profundamente para
desprenderse de la máscara que colocaba todos los días, la imagen del pierrot
sonriente, solo sus amigos sabían de eso pero no presionaban a mostrarse tal
cual es. Dejó que el corazón lleno de cicatrices liberara los sentimientos
contenidos, y su mente agotada de tanto autocontrol finalmente descargara el
dolor retenido.
--¿Cómo
se encuentran tus honorables padres? Diles que estoy agradecido por haberme
permitido conocer a una mujer tan maravillosa como tú. Transmíteles mis
respetos. –Repasó las manos sobre el frío material
intentando vanamente imaginar que acaricia aquella aterciopelada piel que
alguna vez abrazó o besó.- ¿C-Cómo…?
-Se le cortó la voz, un nudo subió por su garganta, nublando la vista por
lágrimas acumuladas. Carraspeó para aclararse empeñado a continuar.- ¿C-Cómo se encuentran nuestros pequeños…?
Para esos instantes sus ojos
liberaron las lágrimas. El cuerpo tembló imperceptiblemente mientras el
espantoso sentimiento de añoranza le envolvía entre sus brazos, sumergiéndolo
en un agujero negro que tanto conocía; la tristeza era ya su hogar.
--D-Diles…
Diles que no existe día en que deje de pensar en ustedes, cuéntales que les
llevo en el alma. –Apretó los puños sobre sus muslos,
no hizo algo para limpiar su rostro lloroso porque la tristeza le recordó lo
miserable que era su vida sin su amada esposa y esos pequeños bebés que no
pudieron nacer para conocer el mundo que él pensaba mostrarles.
La soledad le echó en cara que en ese
mundo terrenal no poseía nada realmente valioso, aquella familia (la más
importante ambición) que aspiraba con tanto cariño tener se encontraba en un
lugar tan lejos de él.
Tenía casas en diferentes naciones,
tenía cuentas bancarias llenas de dinero, tenía trabajo honesto, un gran amor
de pareja para entregar y un inmenso cariño de padre guardado pero… ¿De qué
servía tener todo eso si no había nadie a quien depositar como ofrenda? ¿De qué
le servía trabajar tan duro? ¿Para qué demonios necesitaba una villa si nadie
le esperaría con una sonrisa y solo sería un montón de construcción mal
invertido? ¿De qué le servía la vida si lo único que amaba estaba en aquello
conocido como el “más allá”?
Desesperación y una maldita
impotencia hacia el destino bastardo, el venenoso rencor hacia las personas que
tenían todo lo que él no poseía pero que desperdiciaban. Lo que él daría con
tal de estar con sus seres más amados.
La respiración se le agitó, rompió
en un llanto vergonzoso para su ego pero eso era lo de menos, solo quería estar
con su esposa y esos pequeños que no pudo conocer. Quizás si él… entonces
podría volver a verla.
Quería dejarlo todo, necesitaba ir a
donde se encontraban esperándolo ¿Para qué alargar la espera? ¿De qué le servía
la vida? ¿Por qué la tortura de cada despertar y saber que está solo? No es
morir, es ir tras los que te dejaron atrás. ¿Eso era un pecado? Desear reunirse
con los suyos que ese cruel Dios que tanto rezó le arrebató sin remordimientos.
¿Era tan malo su único deseo?
“Tienes
a tu familia aún; tus padres, tu hermana y cuñado, tienes a tus sobrinos… nos
tienes a nosotros, ¡¿Acaso eso no es suficiente para ti?! ¡¿No importamos?! ¡Tú
nos importas! Quizás digo cosas sin sentido, pero por lo menos, vive por ti…
date una segunda oportunidad de ser feliz. Inténtalo solamente una vez más,
¿Sí?”
La letanía fraternalmente severa con
voz a Seunghyun emergió de la nada, ahuyentando (como suele suceder desde que
lo escuchara por primera vez) los pensamientos macabros, el recuerdo de hace
varios años emerge con fuerza cuando es derrotado por la soledad evitando de
esa manera caer en el abismo. Era la tabla de salvación a la que su agonizante
alma se aferró con desesperación.
El efecto devastador que estalló en
su interior no se debía a las palabras alentadoras, ni al tono
exigente-suplicante. El golpe de consciencia se debió a las circunstancias en
que el regaño le fue otorgado, sintió tanta vergüenza de su comportamiento
cerrado y…
Como si hubiese ocurrido hace unos
segundos, está tatuado con hierro en su mente. Era la noche del 15 de noviembre,
en su apartamento de soltero (había vendido el que tuvo con su esposa),
completamente ebrio (el único vicio que creía que le entendía), no se había
comunicado con nadie en días debido a su depresión. De los cuatro viejos
amigos-camaradas, Seunghyun era el más atrevido y fue él quien desafío la casi
inexistente tolerancia que le quedaba e ingresó a base de mañas a su estancia
para verificar que todavía siguiera vivo.
Esa noche en que llegó vestía una
camisa azul zafiro perlado y unos vaqueros negros, detrás de él, un Jaemin de
doce años con los ojos más tristes le dedicó una mirada apenas sorprendida. Con
la TV encendida el adolescente se quedó en la sala mientras su amigo lo
sujetaba para llevarlo a la regadera y mojarlo con la intención de bajarle la
borrachera. Recuerda no haber intercambiado palabras pero el ceño fruncido por
preocupación del otro no mostraba indicios de enojo exasperante debido a la
forma tan baja en que había caído; descuidando su trabajo, su familia, sus
amigos, su persona.
Desatada una lucha de manoseos y quejas
de su parte, el otro lo bañó a la fuerza… fue la primera vez que una persona
talló su espalda desnuda, el primer golpe al muro en que se atrincheró; contacto
humano. Recordaba las suaves manos masajeando su espalda encorvada como
consolando lo que quedara de corazón. Los dedos firmes que limpiaron con
shampoo sus cabellos, mismos que posteriormente cepillarían después del forzado
baño.
Cuando le estaba vistiendo dejó
atrás la pelea. Seung seguía sin decir nada, tan solo ejercía las acciones
previamente planeadas. Sujetando su mano le conduciría al comedor donde
empaques de un conocido restaurante descansaban sobre su mesa de cristal,
intentando asimilar lo sucedido el otro confundiría aquello con negarse a comer
por lo que sería quién tomara los platos y los palillos, tomaría un poco para
llevarlo frente a su boca donde una vez más, sin decir algo le ordenaría abrir
la boca. Le alimentó como si fuera un inválido para desempeñar la acción, poco
a poco el cerdo acompañado de kimchi con arroz frito junto a sus guarniciones y
una botella de agua ingresó a su organismo. Intentaría detener todo eso, pero
al toparse con los ojos oscuros quedaba sin voluntad para arrebatar los
palillos, tirar la comida y correr a gritos al intruso.
Medio platillo después, Seung dejó
todo para quedarse quieto, sin decir nada y contemplándolo con semblante
indescifrable. Serían largos minutos de mirarse a los ojos, como un juego tonto
e infantil de quien parpadea primero pierde, fuera esa la razón por la cual
ninguno se movió. Entonces lo notaría, los pequeños surcos alrededor de los
ojos, las ojeras pronunciadas, la piel más pálida de lo normal, la delgadez
insana… al sentir que era consciente de su estado, liberó un suspiro, el menor sería
primero en desviar la mirada.
No obstante, seguiría en tal
posición, escuchando los pasos secos, la televisión siendo callada de tajo y
los susurrantes llamados hacia el pequeño Jaemin que no tendrían respuesta.
Después de tanto show de mutismo y
acciones arrogantes, la voz rasposa de Seung comenzaría a resonar en suave eco
atrayendo su atención y el tono suplicante que nunca antes le habría escuchado
le indicó que como mínimo debía mirar a su interlocutor, esa sencilla acción
fue la que cambió su vida.
El todopoderoso Lee Seunghyun era un
hombre triste, en sus agotados brazos sostenía con firmeza a un Jaemin
durmiente aferrándolo a su cuerpo.
La explosión devastadora brilló
desde el fondo de su alma casi muerta.
Seunghyun vivía en ese tiempo con la
única compañía de su hijo que tenía el corazón roto, echó a la mujer que tanto
quiso al escucharla alentar a su hijo de abrazar a la muerte en un siguiente
intento como si fuera la única solución de redimir la “vergonzosa” realidad; su
homosexualidad. El chico había sobrevivido de milagro a la caída de la azotea
del colegio, en un fallido intento de suicidio. Aquello superó su capacidad
para soportar golpes de la vida.
Se distanció de sus padres que
sintieron que el vástago no era digno de los Lee, terminó a gritos con Hanna a
emplear desdeñosamente la expresión “desviado”.
…Aun con todo ese lío personal, tuvo
tiempo para soportar a un ebrio melancólico que no superaba el duelo aunque
hubiese pasado ya años de aquella tragedia. Un pobre diablo que se negaba a
vivir, un bastardo que se alejó de lo que restaba de familia… un hombre que ya
no valía nada. Lee Seunghyun en ese momento le reveló ser el tipo de persona
que aunque haya perdido la esperanza, insiste a los demás a creer en ella.
Regresó al tiempo real, inmediatamente
giró el rostro en su búsqueda, encontrándose con esa persona que lucía más
preocupado por él ante el evento que se llevaba a cabo, notaba el debate
interno de acercarse o mantenerse al margen. Seunghyun estaba ajeno a los
pensamientos y recuerdos. Limpió rápidamente su rostro e intentó sonreír,
consiguiéndolo ésta vez.
--Fue
así, mi amada Sora. –Susurró sin apartar sus ojos de la
figura de Seung que bajó la vista como si el suelo fuera lo más interesante del
mundo, o quizás enterado que le miraba.
Volvió al pasado para rememorar los
minutos que secundaron aquella imagen que lleva en el alma.
Una vez consciente, con la ebriedad
totalmente bajando, en su pecho brotó como agua en pozo recién excavado,
aquella idea… “Quiero estar a su lado.”
Se aferró a Seung, y antes de que
atravesara su puerta notando las intenciones de marcharse, su corazón latió
despierto por un miedo nuevo (desde entonces la desesperación de imaginar que
si le dejaba ir jamás volvería a tener esa estrella) e impidió que se fuera,
avanzando a zancadas y estirando sus manos para apresarlo en un necesitado
abrazo.
“No
te vayas.” Recuerda haber sido capaz de soltar lo que
su alma pedía a gritos internos, e increíblemente esta persona se detuvo. Sería
la primera vez que cargaría en vilo a Jaemin, quien entre sueños buscaría su
calor en un hecho bastante peculiar. Dejaría al menor sobre su cama, lo
arroparía ante la mirada sorprendida del padre.
Luego, otra vez se quedarían en
silencio pero cuando volviera a mirar los ojos agotados la misma calidez que
transmiten llegaría a él en un efecto sanador. Sentado en el sofá, no tendría
idea alguna de cómo abordar una conversación. Seung abandonaría el lugar para
desaparecer de la estancia. Solo cuando le viera sostener una frazada obtenida
de algún cajón, y un cojín, entendería. Se avergonzaría al verle inclinarse
buscando retirarle su calzado y lo impediría. Recostado y abrigado, solamente
sería capaz de dormir después del suave “iré
con Jaemin, intenta descansar. Mañana hablaremos.”
Sí, así fue como comenzaron a sanar
las heridas, del mismo modo desarrolló la necesidad de tenerlo cerca y poco a
poco le fue siendo más difícil estar separado de él, hasta el día de hoy. Incapaz
de transcurrir demasiado tiempo sin verle o hablarle, aprendió a controlar su
ansiedad.
--¿Está
bien eso para ti, mi amada Sora? –Su rostro de
vuelta a la cripta, las manos nuevamente acariciando la placa de mármol. Soltó
la pregunta esperando una respuesta que claramente no llegaría.
Cerró los ojos concentrándose en el
rostro de su amada esposa, aquella compañera de vida durante el corto tiempo
que le hizo su mujer, imaginando una respuesta. Obtuvo una sutil paz desde el
interior de su pecho. Estaría bien.
Encendió lentamente los inciensos inundando
el espacio con un perfume singular y dedicó largos minutos a rezos tanto
budistas como cristianos puesto que ambos fueron de religiones diferentes pero
que aprendieron a convivir respetando el uno al otro.
Al terminar las sagradas letanías
acomodó cuidadosamente los delgados palillos, se puso de pie ofreciendo la
recta reverencia, se inclinó un poco en señal de beso de despedida.
Recogería todo, depositando la
basura en los contenedores dispuestos por el lugar e iría sin prisa pero sin
detenerse al encuentro con aquel que le espera pacientemente.
--Vamos,
Ri-ah… -Comentó intentando molestar al otro con
el apodo que detestaba a modo de hacerle entender que no se preocupara por él,
superó la pequeña crisis.- Tengo hambre
y la señora Keiko seguramente nos espera para la cena.
Notó que el menor sin contestarle,
se quedó unos segundos mirando la tumba de su esposa e hizo una reverencia
antes de seguirle.
--¿Crees
que tenga cerveza?
--No
lo creo… sabes lo tradicional que es, pero supongo que tendrá sake.
--No
me apetece tomar alcohol tibio, quiero algo frío.
--Entonces
enfermas y estarás medio inconsciente para las giras de trabajo.
Con pasos tranquilos devolvieron el
recorrido hasta salir del lugar. El sol no estaba porque fue completamente
ocultado con pesadas nubes grises.
--Aish…
Sonrió mientras avanzaban colina
abajo. El pueblo era muy pequeño y tranquilo, ambos estaban familiarizados, así
que procuraban caminar el mayor tiempo posible.
Llegaron al centro en cuestión de
minutos, Daesung vio a Seung sacar el móvil buscando recepción.
--Yo
podía haber venido solo. –Puntualizó.
--De
ninguna manera. –Se rindió devolviendo al interior de la
chaqueta el sofisticado aparato.- Estamos
juntos en esto.
--Si
esperas una llamada importante…
--No,
intento llamar a casa. Quiero saber si Jaemin ha comido la cena y terminado los
deberes…
--Hablamos
de que está en manos de Nitta-san y Jaejoong-san. No creo que lo dejen saltarse
los alimentos. Pudiste haberlo traído, creo que le haría bien salir. Lo tienes
aislado.
--Y
estará así hasta que arregle lo de esos mocosos.
--No
estoy juzgando tu manera de educar a tu hijo, pero, ¿No crees que estás
exagerando? Ha pasado por algo serio, no lo presiones tanto. Lo que más
necesita es distraerse y cambiar de ambiente.
--Intento
protegerlo. –El tono defensivo se hizo evidente.
--De
eso estoy seguro.
--Llamaré
a casa desde el teléfono de la posada.
--Seunghyun…
-Detuvo su andar intentando formular la pregunta sin sonar impertinente.- ¿Te encuentras bien?
Le vio detenerse, soltó un suspiro
una sonrisa agotada se esbozó en esos labios.
--Sí.
--Puedes
confiar en mí. –Se acercó para que solo él escuchara.
Sabía que mentía, estaba mintiéndole. Porque con el tiempo de convivir aprendió
a leerlo, quizás en el pasado lo hubiera dejado olvidado y no insistiría pero
ahora, sentía que debía intervenir. Su consciencia le dictaba que tuviera
cuidado con su actitud entrometida porque en algún momento Seung se sentiría
invadido y le echaría. No obstante, aunque luchaba internamente para contenerse
caía en la cuenta de no ser incapaz de dominar esa necesidad de cuestionar y
saberlo todo.
Al verle morder los labios supo que
dudaba en mantenerse firme a su mentira o ser honesto.
--Estoy
bien.
--Mentiroso.
--Jaemin
ha preguntado sobre mi nula vida sentimental y la verdad no sé cómo tomar eso.
¿Piensa que no puedo con todo? ¿Necesita la figura de una madre? Desde el
incidente he pensado que fracasé como padre, es como si mis esfuerzos fueran
insuficientes, ¿Será momento de comprometerme con alguien? ¿Me estará pidiendo
una familia? -Lucía realmente angustiado, intentando
descifrar las palabras de su hijo.
¿Seung casado? No lo había pensado,
ahora que lo analizaba mejor no se había atrevido a pensar en la remota idea de
ver a Seung con un anillo de matrimonio, viviendo con una mujer.
--A
mí también me preguntó. –Reveló pensativo.
--¡Lo
siento! –De repente le vio sonrojado, avergonzado
de algo que no entendía.- En tu caso,
creo que todo es culpa nuestra y…
--Ambos
nos hemos ocupado más en sobrevivir que en ir tras las faldas.
--Tienes
razón. Ya no recuerdo cómo es tener citas…
--Eso
es nuevo, el casanova de Seungri no recuerda como cortejar.
--Lo
peor del caso es que ni sexo he tenido desde que me separé. He vuelto a ser
virgen. –La manera casi penosa en que reveló
aquello logró hacerlo reír.
--No
te rías, desgraciado.
--¡Es
que no puedo creerlo! –Exclamó un tanto alto, luego se
controló.- ¿De verdad, “nada de nada”?
El otro le miró avergonzado, negó
suavemente.
--¿Tú,
sí has gozado de buen sexo?
Se atragantó con el aire que respiraba.
Vaya pregunta, lo veía venir pero no esperaba que lo dijera.
--Bueno…
--Dios,
es tan vergonzoso. –Hizo un puchero infantil.
--¿No
lo has hecho por Jaemin o falta de ofertas?
--No
lo he hecho... –El tono cambió dramáticamente para
volverse un susurro frío y defensivo.- …porque
cada vez que veo una mujer reflejo en ella a GoHara.
Aquello terminó con el buen
ambiente. Permaneció estático, notó que habían llegado a la posada donde se
hospedaban. Seung se adelantó abriendo el portal de madera típico del lugar.
Esas palabras no eran nada buenas.
Seguía recordando a su exesposa o ella había marcado de por vida a su amigo.
¿Era un trauma? Pensó un poco sobre el asunto y concluyó que era posible. Durante
mucho tiempo esa mujer fue el amor platónico del menor, aspiró a tenerla como su
mujer hasta que logró casarse con ella.
El estallido de un trueno le sacó
del trance, alzó la mirada al cielo; había sido pintando en un negro ahumado
iluminado ocasionalmente por rayos que surcaban la infinidad, una fría
corriente de aire anunció el inicio de una noche de tormenta ya que tan pronto
pasó el gélido aliento de la costa, inmediatamente
el cielo rompió en un profundo llanto. Entonces decidió entrar a la calidez que
ofrecía la construcción.
La señora Keiko, dueña de la posada
más antigua de aquel pueblito, les recibió con una reverencia. Seung saludaba
animadamente como si nunca hubiera recordado a esa mujer que tanto le lastimó.
Conocida por ser la primera mujer
empresaria al hacerse cargo de la pensión cuando quedó viuda, la administradora
les trataba con mayor gentileza que el resto. Acostumbrada a tenerles de
huéspedes cada vez que vienen a visitar la tumba de su esposa, tiene reservadas
una habitación a cada uno. Sencillas pero no por eso menos hermosas, con los
tatamis especiales, incienso y demás artilugios tradicionalmente elegantes.
En el comedor, les esperaban los
mejores cojines, y las dos sirvientas que trabajaban ahí pronto pusieron sobre
la mesa platillos en cerámica especial. Una caliente sopa de tofu y algas les
esperaba, pescado ahumado, arroz y encurtidos. Él aceptó el té mientras que
Seung aceptó unas botellas de cerveza que la señora Keiko seguramente se había
tomado la molestia de conseguir exclusivamente para ellos.
Debido a la temporada en la que se
encontraban escaseaban los turistas, así que esos tres días en que estaban ahí,
fueron los únicos inquilinos.
El banquete transcurrió en un
extraño silencio, Seung que normalmente estaba animado, durante la cena en la
que solamente eran ellos dos, estuvo callado, limitándose a medio comer notando
como al ir pasando el tiempo las raciones de comida se fueron reduciendo y las
botellas de cerveza aumentando.
--No
te vayas a embriagar tanto.
El otro le miró con un semblante
indescifrable. Asintió, pero pudo haber sido un gesto cualquiera, ocasionado
por un reflejo al mirar a su interlocutor. Asumió que el gesto desganado era
una respuesta.
--No
querrás que Jaemin se preocupe al escucharte hablar, ¿Cierto?
Entonces la mirada apagada se
iluminó, casi como efecto de un hechizo; como si la esperanza viviera escondida
en ese nombre y tuviera influencia sobre el alma de esta persona que durante un
momento se veía a punto de apagarse.
--Debo,
llamarlo… -Abandonó la quinta botella a medio beber.
Los movimientos con mejor fluidez, las ansias recorriendo aquel cuerpo. Se
veían las plenas intenciones de abandonar la estancia en dichos momentos,
apresurado por una desconocida urgencia.
--Termina
tu cena, primero. –Recordó deteniendo su bocado. Es
cierto que estaba triste por ir al cementerio, pero después de ello y con la
compañía de su amigo, sentía ligero el corazón, con energías renovadas. Si le
pidieran escalar o hacer un baile ridículo, lo haría con los ánimos genuinos.
Como si un niño regañado se tratase,
regresó a su lugar para continuar picando la comida de mala gana. Había tomado
tiempo que la preocupante delgadez de aquel padre de familia desapareciera. Con
toda la carga de trabajo, las preocupaciones y la responsabilidad de hacer
florecer aquel capullo lastimado por la jardinera cruel, Seung descuidaba su
salud saltando comidas así como horas de sueño. Tomaba somníferos debido al insomnio
que le aquejaba, e inyecciones de vitaminas cada tres meses. Solo ellos sabían
de la anemia que llegó a desarrollar en esas épocas difíciles.
Los verdaderos amigos no se tragaban
las sonrisas y bromas al evadir el tema del cuidado personal. Ni los períodos
de tristeza del que era víctima. Resultaba irónico mientras intentaba convencer
desesperadamente a Jaemin que nada era culpa suya, él creó un profundo
sentimiento de culpabilidad. Un matrimonio fracasado, un desempeño como padre fatal…
Seunghyun también lloraba, pero cuando alguien estaba lo suficiente cerca para
percatarse de su “debilidad” se encerraba en un muro invisible dejando a todos
lejos de su alcance.
No sabía cómo tomar aquellas lagunas
mentales que solamente en su intimidad aparecían, ni las reacciones que tenía
cuando se trataba de Jaemin. Parecía una dependencia hacia su hijo, y no estaba
seguro de si eso sería bueno a largo plazo. Quería hacer algo por limpiarlo de
aquellas heridas, centrarlo a vivir no solo por su hijo, sino por él mismo, no
obstante ninguna idea venía a su mente para cumplir con dicho deseo ya que se
encontraba igual o incluso más roto.
Un rápido “gracias” y salió de la
estancia rumbo a la pequeña sala acondicionada para realizar llamadas
telefónicas con plena confianza de no ser interrumpidos.
--Se
ve muy animado. –La señora Keiko ingresó junto a las
sirvientas que después de que soltara los palillos entendiendo que la cena había
sido culminada. La mujer de edad entrada en años, sirvió en su vaso nuevamente
té caliente.
--Seunghyun
siempre es muy animado. –Sonrió a modo de agradecimiento y
respondiendo al comentario inicial.
Así como una dama de alta sociedad,
la administradora alisó el traje tradicional mientras se arrodillaba. Toda ella
parecía perfección, los modales, la elocuencia, inclusive la manera de regañar
a las trabajadoras lo hacía ver un acto agraciado.
--Me
refería a usted, Kang-san. Ha pasado cerca de un año desde la última visita y
le veo con mejor semblante. Creo que está saliendo de la etapa del duelo.
–Ella como mujer y viuda, entendía perfectamente su pesar, Daesung por eso
había simpatizado. La señora Keiko a su manera le brindó el consuelo porque de
pérdidas estaba más que enterada; un esposo y tres hijos había enterrado
quedándose sola frente al negocio familiar.
Hasta ese momento no había puesto
atención a su persona. A su parecer sentía que sería imposible superar el
pasado.
--Gracias.
--Solo
digo lo que veo. He sido testigo desde la primera que vez que vino junto a
nuestra gentil Sora, hasta el día de hoy. –Sonrió
maternalmente.- Ahora que menciona a
Lee-san, él se ve decaído. Estoy segura que lo que haya pasado, mejorará. Sobre
todo porque le tiene a usted. Ambos son unidos y se apoyan.
Apoyar. La palabra se quedó en su
mente mientras conversa amenamente con la mujer que después de avisar que el
baño estaba listo, se marchó para brindarle tranquilidad.
--Puedes
bañarte, si lo deseas. Ahora es mi turno de hablar.
–Dijo a Seung cuando este salía de la pequeña sala.
Lee soltó una afirmación un tanto
floja.
--¿Pasó
algo en casa? –No lucía un semblante alegre después de
la conversación telefónica.
--No,
realmente. Jaemin ya estaba dormido así que hablé solo con Seung y Jaejoong
hyung.
--Culpa
de los medicamentos, afortunadamente pronto los dejará.
–Recordó.
--Quería
hablar con él. –Hizo un mohín sin ser consciente de ello.
--Regresando
lo tendrás para ti, nuevamente.
--Quisiera
desaparecer con él unos meses. Lo he descuidado mucho.
--Hey…
-Puso su mano sobre el hombro caído.- No te sobre exijas, lo haces bien. Recuerda
que está en la adolescencia, es un proceso difícil. Además, tú no estás solo.
Estamos nosotros para ayudarte, comparte la carga.
--Gracias.
–Le miró sonriendo.- Por estar conmigo.
--Cada
año vienes hasta este lugar.
Seunghyun desconocía el sentimiento
de gratitud y cariño que alberga en su corazón por ese detalle que tiene hacia
su persona. Cada visita asistida con su personalidad brillante resultaba ser el
bálsamo a las cicatrices.
No fue capaz de descubrir la forma
concreta de expresar todo lo que sentía por su compañía, así que simplemente
decidió ayudarle en lo que le fuera posible con la pesada carga sobre la que
llevaba en la espalda.
--Es
un honor poder formar parte de algo tan preciado como lo es visitar a tu
familia.
Antes de ponerse sentimentales,
Daesung empujó juguetonamente el hombro contrario deshaciendo un poco la
tristeza que parecía acercarse a ellos con sus garras largas y plenas
intenciones oscuras, tanto que les ha tomado curar las esperanzas.
Una vez a solas, demoró cerca de una
hora en tres conversaciones diferentes, con cada nivel de importancia; área
laboral, área familiar y área personal. Estaba finalizando los arreglos
pertinente con su agente para tomarse un lapso de vacaciones; después del
asunto vivido en el colegio sentía un deber moral asistir a la pequeña familia
Lee (que fue acogido por el miembro de mayor importancia; Jaemin) y si tenía
que ir a los estudios no podría estar disponible a placer. Había tomado los
servicios de un agente privado para que indagara sobre ese chico Touya Sakamoto
del que había escuchado ciertos rumores que no le parecían nada agradables, y
presionaba a su investigador para que tuviera el informe completo. En el área
personal, estaba solicitando una cita con el médico que llevaba su caso sobre la
cirugía que le realizaron a sus cuerdas vocales, habían descubierto a tiempos
casi extremos el cáncer en su garganta y a pesar de haber sido intervenido
seguiría un tratamiento de por vida si deseaba seguir en el medio como
cantante, después de mucho debate personal así como apoyo de las personas que le
querían accedió a una media vida de estudios, medicamentos y dietas rigurosas.
Necesitaba estar bien si esperaba ayudar a los demás, a su pequeña nueva
familia.
En el baño público pudo percibir el
olor al jabón personal de Seung flotando en el vapor. Dedicó a acicalarse
mientras reflexiona sobre los asuntos pendientes y el cómo su vida ha tomado un
extraño rumbo. Él imaginó que estaría en una casa llena de hijos, preocupándose
porque su hija le presentara a algún novio que le pondría los nervios de punta,
o un hijo al cual regañar para no ir a malos pasos. En lugar de eso, tenía
preocupaciones un tanto peculiares, y no se quejaba de ello, por algo pasaban
las cosas. No tenía esposa, pero debía cuidar ahora de Seung como un hermano
así como de Jiyong, Youngbae y Seunghyun mayor, no tenía hijos propios pero sentía
a Jaemin como suyo gracias a todo el tiempo de convivencia; había visto crecer
a todos los hijos de sus amigos y a sus sobrinos, sin embargo, de todos, Jaemin
resaltaba por su poderosa alma, tan brillante y fuerte como la de su
progenitor, de la misma manera que es desinteresado con las personas que se le
acercan.
Quizás Sora desde donde se
encontraba se sentía tranquila por haberse tomado una segunda oportunidad para
vivir. Porque así como recordaba a su fallecida esposa, estaría muy furiosa si
hubiese tomado el camino más fácil para reunirse con ella. Forjada por las
dificultades de la vida, su espíritu era incansable, tomaba los retos del
destino como una prueba más para moldear el alma de cada persona. Por tanto si
hubiera cometido aquellas locuras suicidas no tendría el valor de enfrentarla.
Al terminar el baño pasó por la
puerta de la habitación de su compañero y notó el silencio así que supuso que
estaría descansando. Siguió su camino para encerrarse en sus aposentos. No
demoró en caer dormido porque esos eran los efectos de cada visita a Sora.
Despejado el corazón del peso, dormía largamente, razón por la que se tomaban
hasta cuatro días de estancia, Seunghyun apoyaba la idea que descansara hasta
más de medio día. Pero ésta vez no sería como las demás visitas, necesitaban
regresar pronto por lo que programó la alarma de su móvil.
.
.
.
Después de un reparador sueño abrió
los ojos. Era extraño despertar y no tener remordimientos de continuar vivo. No
terminaba de acostumbrarse, se asombraba más que sus amaneceres se volviesen
inclusive agradables. Al revisar notó que se había adelantado a la alarma por
una hora. Continuó en el futón desgastando el tiempo perezosamente, escuchaba
el ruido del agua y las escobas sacudiendo los vestigios de la tormenta que fue
aminorando su fuerza desde que se desatara durante la cena hasta volverse un
triste “chipi-chipi”. Hacía un frío agradable.
A las ocho de la mañana salió de la
habitación, Seung veía televisión igual que él, vestido con unos vaqueros y una
sudadera.
--Buenos
días, pensé que dormirías más.
--Buenos
días. Dormí bien ¿Y tú? –Se sentó a un lado de él
observando desinteresadamente el aparato.
--También
dormí bien. ¿Vamos a desayunar?
--Sí.
Estoy listo para volver.
--Si
es por mí, sabes que no tienes que…
--Está
bien. Volvamos a casa después del desayuno.
Apagaron el noticiero y después de
solicitar a una de las empleadas, fueron al comedor.
Esperaron pacientemente los
alimentos, no se esforzaron en realizar una conversación, tan solo dejaban que
las cosas fluyeran. Con el paso del tiempo su relación había evolucionado
demasiado si la comparaban con la etapa de su juventud en predebut, después de
la primera década como grupo, y luego, después del luto, el final del divorcio,
así como el nuevo comienzo de ambos.
De una total indiferencia, pasaron a
la etapa de la incomodidad con desagrado. Llegaron al punto de la camarería, la
simpatía, la amistad cómplice. En los años que comenzaron a vivir experiencias
fuertes a nivel personal, fortalecieron los lazos de amistad, y luego… poco a
poco a medida que uno apoyaba al otro se volvieron más cercanos. El grado de
fraternidad fue tal que en cuanto la mudanza de Seung fue oficial, apenas
pasaría un año antes de seguirle los pasos cambiando su puesto en YG por la
sede en Japón.
El nivel de intimidad era mayor,
ambos tenían confianza de ir a la vivienda del otro y quedarse a dormir por el
tiempo que desearan sin tener tensión. Podían tener largas conversaciones de la
misma manera que largos silencios cómodos. Se han visto en las mejores ocasiones
tantas como las peores. Aprendieron uno del otro.
Después de pagar todo, un taxi –de
los pocos que transitan por el pueblo- esperó a que el equipaje fuera
acomodado. Irían a la estación del tren, de ahí tomarían otro tren hasta llegar
donde están las líneas de metro más modernas, entonces tomarían un viaje al
aeropuerto que los regresaría al mundo de lujos y extravagancias del que se
ausentaron, un largo viaje de siete horas desde el pueblito costero hasta la
puerta de su hogar.
Kang sentiría un ligero alivio al
toparse con las zonas con señal telefónica, porque Seung finalmente podría
comunicarse con su hijo, y no estuvo equivocado cuando después de la primera
llamada, se le alegraron los ojos de “panda”.
Comieron en restaurantes cercanos a
las estaciones que debían abordar, aunque lo hicieron muy poco debido a las
reservas de consumir comida de calle. Estaban mal acostumbrados a las comidas
caseras, alimentos moldeados con manos artesanas sea de una cocinera con años
de trabajo o un experto en gastronomía. Pasearon un poco por las tiendas en lo
que duraban las esperas, comprando souvenirs para los que les esperaban en
casa. Solía tener un dilema sobre esos regalos porque no tenía a quien
entregar, luego, en algún punto y bajo la aceptación de Seung, tenía la
costumbre de comprar obsequios para Jaemin. Al principio eran juguetes, luego
todo tipo de curiosidades que quizá le llamaran la atención, el chico los
aceptaba con una sonrisa y devolvía el gesto. Aún tiene en un estante el primer
regalo de cumpleaños que le dio; un reloj en color azul.
Antes de llegar a la ciudad en la
que residían, se tomó un descanso para llamar a su manager con instrucciones de
enviar un conductor que les fuera a recoger, dejaría a Seung en casa y luego él
iría a la propia. Sentía que debía dejar cierta distancia para no agobiarse.
Los silencios así como cierta lejanía permitía intimidad a la extraña amistad
que llevaban, o como en una ocasión el propio Sueng diría “juntos, pero no
revueltos”.
Informó a su compañero de viaje que
vendrían por ambos. Así que cuando salieron del aeropuerto, el mercedes en
color negro esperaba para llevarlos a su destino final, habían llegado en la
noche.
Llegaron a la villa de Seung, en un
distrito de famoso por el nivel de seguridad que brindaba a los famosos o
poderosos de mantener a raya a los desquiciados que intentaran irrumpir en sus
moradas.
--Entregas
esto a los demás. –Extendió un par de bolsas al
padre de aquel joven.
--Hazlo
tú mismo. –Seung rechazó.- ¿No piensas entrar?
--Tienes
demasiada gente, seré una carga más. –Sonrió agotado
física y emocionalmente.
Mientras el chofer salió para bajar
el equipaje, Lee cerró la puerta de su lado del auto.
--Es
tarde, debes estar más cansado que yo.
--Llamé
al conductor.
--No
sería la primera vez que regresas a tu empleado.
--¿Y
si tengo ganas de andar desnudo?
--A
Nitta-san le va a agradar. –Se burló el otro.- ¿Qué demonios ocurre Kang Daesung?
--Me
has acompañado, dejando a tu hijo que estuvo en una situación muy difícil, solo
para ir a un cementerio. No quiero abusar.
--Pero…
--No
te preocupes. Necesito un tiempo a solas. –Sabía que
con la última palabra detendría el férreo intento por hacerle cambiar de
parecer.
--Entiendo,
pero…
--Estaré
bien. Intenta no agobiar a tu hijo, y piensa en lo que te dije, cambiar de
aires.
--Descansa.
–Asintió lentamente, abrió nuevamente la puerta para salir.
Hubo algo en esa despedida que
pareciera ser típica que removió su mente. Sonrió, salió junto a Seunghyun. El
equipaje estaba frente a la puerta.
--Por
supuesto.
--Bien.
--Bien.
Se quedaron en silencio unos
segundos antes de romper en carcajadas al sentirse ridículos ante el peculiar
ambiente de incomodidad.
--Bueno,
ya vete, necesitas ir a casa a descansar y andar libre de ropa. Exhibicionista.
--Tienes
envidia porque sigo teniendo un cuerpo sensual y tú no.
–Soltó al aire.
--Ash…
ya lárgate.
Abordó el vehículo, el conductor
esperaba dentro listo para arrancar. La puerta siendo abierta y el perfil de
Seung ingresando fue lo último que vio al alejarse de la villa.
El camino a su domicilio se le hizo
eterno entre el tráfico así como la ausencia de compañía. Estaba demasiado
acostumbrado al ruido, la presencia de los Lee, que le costaba un poco
reconciliarse con la soledad. Porque la soledad no es mala, sino sanadora.
La oscuridad lo recibió en su
apartamento. El chofer le dejó en la entrada pero luego se retiró para que a
primera hora de la mañana viniera por él.
Fue encendiendo las luces, un recado
en la mesa por parte de la doméstica le recordó pendientes y los grandes
sucesos durante su ausencia.
En el teléfono, la contestadora
pedía la atención a mensajes de voz. Llevó su maleta hasta el dormitorio, el
ambiente era frío.
Abandonó las cosas para dirigirse a
la ducha, tomaría un baño. Preparó un poco de té para después de acicalarse. El
silencio le conversaba, antes de ponerse nervioso encendió el estéreo con
volumen medio.
Estaba viendo la TV en lo que
terminaba el té cuando revisó el móvil en lo que se cargaba de energía. Una
sonrisa se le dibujó en los labios al ver la bandeja.
Seung-ee
11:45pm
“¿Ya
estás descansando?
Bueno,
no importa.
He
dicho a Jaemin que tienes regalos para él, por eso tienes que venir mañana a
casa ¿De acuerdo? Además Jaejoong va a hacer el desayuno. No querrás perderte
de las habilidades culinarias de hyung.”
Seung-ee
11:50pm
“Si
no puedes descansar sabes que puedes llamarme o enviarme mensajes. Estaré
disponible.”
Seung-ee
11:52pm
“¿Estoy
siendo fastidioso, cierto? El que tiene insomnio soy yo, y no tengo ganas de
tragar más pastillas.”
Seung-ee
11:54pm
“Lamento
las molestias. Finalmente tomé la pastilla. Dormiré pronto.
Lo
haces bien, Daesung.”
Seung-ee
11:58pm
“Descansa,
dormiré. Hasta mañana. No olvides que debes venir al desayuno.”
Abrió la opción de responder, sin
embargo se quedó con el cursor en intermitente. Seguro el menor estaba
descansando. Contagiado por la imagen de un Seung durmiendo, fue a su cama.
La fastidiosa alarma le atrajo del
mundo de los sueños. No recordaba bien, pero al parecer tenía que ser con su
esposa porque lo que seguía en su mente es el rompeolas de aquel pueblito
costero que visitó apenas unas horas.
Miró el techo sin ánimos de moverse,
suspiró después de un rato en la misma posición ¿Por qué el rompeolas? No
recuerda que haya sido uno de los lugares que visitó con ella.
Entonces recordó que lo había
visitado con Seunghyun. La primera vez que le acompañó, antes de regresar el
menor había mostrado curiosidad por el lugar y solicitó un mini tour. Le enseñó
los lugares más emblemáticos, finalizando con la playa divida en dos zonas, la
plagada de pequeños barcos pesqueros y la otra, libre para los visitantes. En
el rompeolas se detuvieron a descansar. Su acompañante parecía perdido en sus
pensamientos, tenía un semblante demasiado serio.
“Ahora
entiendo de dónde viene el carácter fuerte de Sora. Tan bello y resistente, así
como este lugar. Me gustaría venir otra vez.”
Soltó después de meditar largamente.
Atinó a mirar hacia las olas estrellándose contra las rocas, inundando por un
sentimiento cálido.
Talló su rostro para espabilar los
recuerdos que le dejaban melancolía. Incorporó de la cama, desconectó el móvil
para apagar la alarma justo en el momento en que llegó un mensaje.
Seung-ee
07:30am
“BUENOS
DÍAS.
Me
dejaste en visto. Espero no haber sido molesto.
Tienes
una hora para venir a casa, le diré a hyung que vendrás al desayuno.”
Tecleó tranquilamente una respuesta.
*Yo
07:30am
“Definitivamente
me sorprendes. A tu edad tienes demasiadas energías.
Y
sí, fuiste molesto, no me dejabas dormir.”
*Seung-ee
07:31am
“¿Me
estás llamando viejo? Para que lo sepas, yo menor que tú.
Malagradecido,
tienes alguien en tu vida que te moleste.
Deja
la cama y trae tu trasero para acá.
Tienes
cincuenta y nueve minutos.”
*Yo
07:32am
“¿Me
estás ordenando?
¿Desde
cuándo tomas las decisiones por mí?”
*Seung
07:33am
“Te
quiero en cincuenta y ocho minutos.
Me
tengo que ir a ayudar al esposo de hyung.”
*Yo
08:34am
“¿Cocinarás?
Eso tengo que verlo.”
*Seung-ee
08:434am
“Sí,
toda una novedad.
Ven
pronto o te llevaré las peores partes”
Solo cuando se dio cuenta que el
contacto se desconectó dejó la conversación. Caminó a la habitación que había
acondicionado como especie de gimnasio, cuando no encontraba tiempo suficiente
o ganas de salir se quedaba en casa haciendo rutinas. El ejercicio le ayudaba a
sobrellevar el luto y el estrés, le ponía de mejor humor así como preservaba su
salud. El psicólogo le sugirió que no dejara de realizar aquellas actividades
que le relajaban y eso hizo.
Tomó una ducha rápida después de
treinta minutos de ejercitación. Había tomado un poco de peso debido a que
comía muchas veces en casa de los Lee.
Al inicio fueron invitaciones
ocasionales porque una vez que Seung se estableció en Japón estaba un tanto
afectado y se aisló un par de años, él como la única persona de su círculo de
Corea que también se mudó a la misma ciudad, le comenzó a llamar. Jaemin había
sido el intermediario para que no terminaran en silencios tensos, porque no
solo era tema de conversación inagotable, poco a poco fortaleció la autoestima
lo que reveló una personalidad encantadora.
Conforme el tiempo pasó, las
llamadas, mensajes e invitaciones aumentaron en frecuencia, sobre todo después
de volverse socios. Él le ayudaba a conectarse en la farándula nipona, por su
parte promocionó a Seunghyun hasta que estuvo listo para regresar al mundillo
social. Muchas personas se habían retirado, otras se mudaron por ello, se tenían
solo a ellos para enfrentar el país que les veía como simples extranjeros.
El chofer avisó su llegada
puntualmente, tomó las bolsas con souvenirs y salió de su apartamento después
de recibir a la empleada doméstica liberándola de su jornada una vez que
terminara con los deberes. A medio camino consideró que hubiera sido bueno
comprar algo pero no se atrevía a llegar tan tarde, ya que cuando se trataba de
una invitación era de mala educación llegar tarde, inclusive si la persona que
le invitaba era el propio Lee Seunghyun.
Tiene recuerdos frescos de las veces
que le ha dejado plantado, pero la última fue el detonante que le recordó que
no debía volver a hacerlo.
Como todos, pasaba días malos, en
los que la soledad como pésima compañía se encargó de abrir la caja de sus
emociones. Enojado con el mundo entero, actuó irritable así que cuando en la
cúspide de su etapa amarga Seunghyun envió un mensaje diciéndole que fuera a
casa a cenar, no respondió y ni fue. Apagó el móvil para evitar molestias. A la
mañana siguiente lo tenía tocando la puerta insistente, al abrir la
preocupación dominaba las facciones, le cuestionó como una madre a su hijo
rebelde que no pasó la noche en casa, Jaemin venía detrás llevando consigo una caja
de cartón decorada y una bolsa de regalo, como si nada el menor le felicitó por
su cumpleaños agregando que estaba un poco triste de su ausencia la noche
anterior. Seunghyun le explicó que habían organizado una fiesta de cumpleaños
sorpresa, los chicos e inclusive Bora enviaron un obsequio. Había olvidado por
completo las fechas, asando por alto su cumpleaños y sabía lo fiestero que era
su amigo, procuraba organizar las celebraciones de cumpleaños. En su inocencia
ambos le felicitaron, dentro de la caja había un pastel, tuvo los regalos de
Jiyong y Youngbae venidos desde China, de Seunghyun desde Francia, el de su
hermana…y los de ellos. En ese momento se sintió la peor persona, una sorpresa
arruina por su mal humor.
Sin embargo, las locas teorías que
externó Seung fueron las que culminaron con destrozar su orgullo, había estado
preocupado porque no respondía a las llamadas, intentó comunicarse con
conocidos en común, pero al final de la noche, decidió ir a buscarlo. Escuchar
todo eso le removió la amargura. Ellos habían preparado un gesto muy gentil y
él, en su necedad creyéndose estar solo, despreció a las personas que se
mantienen a su lado.
Desde ese momento se prometió no
cometer el mismo acto, si en caso le fuera imposible acudir sería por trabajo,
avisaría con tiempo.
Llegó cinco minutos después de la
hora acordada, apenas despidió al conductor, fue directo al timbre para
anunciar su presencia, Nitta-san acudió al llamado.
--Buenos
días, Señor. –La mujer mayor hizo una reverencia.- Lo están esperando.
--Buenos
días, Nitta-san. Llego tarde...
--Seguro
tuvo algún inconveniente. Acompáñeme al comedor.
Se dejó guiar a través de los
pasillos, intentando regular su pulso. El sonido de cubiertos contra la vajilla
así como voces de personas se fueron haciendo más audibles.
La estancia podía albergar hasta
doce personas, amplio, elegante y funcional.
--Buenos
días. Creo que me retrasé.
Anunció atrayendo la atención de
todos. En la mesa estaban el matrimonio Choi-Kim a lado de Seunghyun, Yeonjun
frente a Jaemin.
--¡Daesungie~!
Pensé que no vendrías. –Dramáticamente Choi exclamó.
--Tampoco
es para tanto, Seung. Buenos días. –Jaejoong
inclinó su rostro.
El anfitrión dejó su lugar en la
mesa para ofrecer una sonrisa.
--Un
poco pero es pasable. Ven, estábamos por comenzar.
--Gracias.
–Señalaron su lugar en la mesa a un lado del dueño de la casa, una joven
empleada llevó la sexta vajilla.
--Casi
no desayunábamos porque el conejo arruinaba todo.
–Choi se quejó provocando risas en los jóvenes.
--No
es cierto. –El aludido se defendió.
--No
seas así, Seung-ah. Creo que la receta era un nivel fuera de sus conocimientos,
pero está aprendiendo, a diferencia de otros…
--Jaejoongie,
sabes que en casa la cocina es tuya. No puedo meterme ahí, podría hacerla
explotar.
--Definitivamente
debes aprender a calentar la comida como mínimo. Yeonjun sabe cocinar.
--La
vida universitaria está llena de muchas aventuras, si no estás preparado para
ellas, estás perdido. Es instinto de supervivencia. –Se
defendió el graduado en Arquitectura con especialidad en restauración de
monumentos históricos.
--Un
instinto que claramente carece tu tío. –Arremetió Kang.
--Como
sea, ya coman que hyung y yo no madrugamos por nada.
--Por
cierto, traje tus regalos, Jaemin.
El menor que tímidamente escondía un
poco los golpes de la pelea pasada, le miró extrañado. Entonces volvió al padre
que levantó sus hombros.
--¿Regalos…?
--Oh,
sí. Daesung compró algunas cosas durante el viaje de regreso.
–Aclaró el padre del joven.
--¡¿Me
trajiste algo a mí también?! –Choi preguntó con cara de niño
malcriado.
--Sí…
traje cosas para todos, pero solo souvenirs. –Sonrió
forzadamente pues haberle caído en la mentira de Seung-ee no fue agradable.- No es la gran cosa.
--Japón
es un buen país, me gustaría pasar más tiempo. Podríamos venir en invierno,
pero tenemos que ir a visitar a tu madre y mis hermanas.
–Jaejoong resopló agotado por la próxima agenda.
--Cuando
puedan venir, háganlo. A nosotros nos gusta tenerles y pueden quedarse en la
casa. –Invitó el menor de los Seunghyun.- Este año, seremos como siempre, cuatro;
Jaemin, Daesung, Nitta-san y yo.
Miró al momento de escuchar su
nombre en los planes familiares. De alguna manera, le hizo sentirse especial,
incluido en una celebración tan atípica a sus costumbres pero, creía que había
hecho nada en especial para merecer las atenciones. No desmintió aunque de alguna
manera esperaba poder visitar a su hermana así como la tumba de sus padres.
--O
en el año nuevo lunar. –Sugirió Choi.
--Podríamos
hacer cambios. En invierno venir a Japón y en el año nuevo lunar nos vamos a
ver a la familia. –Jaejoong comentó a su esposo.
--Yo
no creo poder tener tiempo para el año nuevo lunar, estaré trabajando en un
nuevo proyecto. –Yeonjun el menor aclaró.
--Debemos
organizarnos bien. –El actor se sirvió un poco de lo
preparado.
El desayuno transcurrió sin
contratiempos, después entregó paquetes a cada uno. Joyería para Kim Jaejoong y
Jaemin, una figura de colección para Choi, un libro de arte oriental para
Yeonjun e inclusive a Nitt-san llevó un pequeño regalo.
El grupo se deshizo por una llamada
inesperada hacia el móvil de Choi, Jaejoong que llevó a Jaemin a descansar, y
Yeonjun les imitó al cabo de unos minutos.
--Me
mentiste. –Tenía que externar la incomodidad de no
haber notado antes ese hecho.
--Mi
política personal me dicta usar todo lo que tenga a la mano para lograr mis
objetivos, y anoche parecías tener plenas intenciones de aislarte, solo me
aseguré de no permitir que te quedaras solo allá.
–Seung reveló atendiendo al móvil.
--Seung…
--Mierda,
no… no. –Le vio fruncir el ceño sin despegar la
mirada de la pantalla.
--En
vista de que tienes asuntos, me retiro a atender a los míos, seguro en YGEX
piensan que soy un salario fantasma. –Tecleó un
mensaje a su manager para que pasara por él.
--¿Vendrás
para la cena? –Aun ocupado, Seunghyun continuaba
teniendo atenciones hacia su persona.
--Quizás
no llegue a tiempo.
--La
cena se sirve a las 7:30pm pero los adultos te podemos esperar hasta la media
noche. –Despegó la mirada dedicándole una sonrisa
cómplice.- Ven, a veces los hyungs se
enfrascan en sus conversaciones, y me aburro.
--Oh,
pensé que te agradaba pero veo que solo me usas como tu bufón.
–Fingió estar indignado.
--Me
agrada estar contigo. Eres divertido y eso. –Inclinó
un poco la cabeza en muestra de confusión.
--Era
una broma. –Elevó sus cejas y rompió en risas.- Estás muy estresado, Riri.
--Vete
al demonio. –Le empujó mal escondiendo una sonrisa.
--Deberíamos
tener una salida de solo adultos.
--¿Un
antro? Siento que me veré fuera de lugar, además no puedo dejar solo a Jaemin.
--Jaemin
ya no es un niño.
--Siempre
será mi pequeño.
--Toda
una mamá gallina que cuida de su polluelo.
--¡No
me digas así!
La gente cambia, pero lo que había
ocurrido con Seunghyun había sido extremo. Con todo lo vivido, era una fortuna que
aun sonriera, pero todos creían conveniente hacer que maknae recordara su
actitud alivianada y hasta inmadura. Jiyong se la pasaba diciendo que se sentía
un tanto incomodo porque Seung se tomara la cosas tan enserio, extrañaba al
bribón de antaño que no temía en hacer el ridículo por una apuesta ni dudaba en
presumir su autoestima en situaciones estresantes. Sin embargo, los papeles
terminaron invertidos. Inclusive Choi Jonghun intentaba devolver un poco de
jovialidad a Seunghyun.
--Lárgate
ya.
--Pues
me voy.
--Si
no llegas, te joderé la madrugada con mensajes o llamadas.
--Apagaré
el móvil.
--Ingrato.
La brillante sonrisa inundó el
ambiente y se sentía bien haber hecho la buena causa del día. Fue despedido
cuando el manager llegó a la residencia.
Llovía y hacía un poco de frío, aunque
se antojara permanecer en casa bebiendo té mientras mira la TV en cama, pero trabajo
era trabajo. De alguna manera no extrañaba tanto Corea, se había adaptado
rápidamente a Japón. Podía visitar a Sora cuando quisiera, tenía el trabajo
cerca, amigos cercanos, así que lo único que quizás provocaba melancolía era la
presencia de su hermana como único familiar sobreviviente.
Al ingresar al edificio de YGEX
cambió su semblante por uno un poco más serio, frío e imponente.
Saliendo del vehículo los empleados
le miraban con respeto, firmó electrónicamente su ingreso. Gran parte del
personal sabía perfectamente quien era y le trataban con bastante
condescendencia, difícilmente Jiyong les visitaba para algún proyecto porque en
cierta manera, desde la salida de Seunghyun del país, Yang les colocó a
diversas sedes y les pone a competir para generar más ingresos; Jiyong
primordialmente estaba a cargo de Corea; Youngbae ocasionalmente a USA; Maknae,
Japón, luego adquirió la de China cuando Choi le vendió sus acciones, y él aceptó
ser el representante de maknae en la nación nipona, (cuando negociaba su
porcentaje de acciones en un inútil intento por desaparecer del medio) debido a
que poseía sus propias academias. Básicamente, maknae colocaba a sus mejores
estudiantes en YG o alguna otra compañía con quien hiciera conexión pero se
encargaba personalmente de colocarlos aun después del debut, de esta manera
aseguraba la lealtad de los artistas que no olvidan quien les ayudó cuando
nadie creía en ellos. Con el paso del tiempo se volvió en productor, y
entrenador vocal sin el maldito contrato de exclusividad, generando ganancias
adicionales a lo que Seung le paga por el negocio con sus acciones. Aunque
también entrenaba en arte escénico a los novatos.
En Japón era conocido como un
entrenador vocal del infierno pero que aseguraba buenos resultados. De vez en
cuando realizaba apariciones en la televisión aunque estas se iban reduciendo a
menos que tuviera que promocionar algún single que liberara o promocionara a un
artista salido de los lugares donde trabajaba dado que Seunghyun no lo hacía
agresivamente. Tenía filas de CEOs ofreciendo ofertas, pero se daba el lujo del
derecho de admisión, porque a su estudio no ingresaba cualquier IDOL
prefabricado. Y cuando encontraba algo bueno, insistía a maknae a que le diera
su apoyo para ayudarle a crecer.
Tuvo una agobiante reunión con la
junta directiva de la Agencia que estaba preocupada por el bajo rendimiento dos
veces consecutivas ante la agencia de Corea. Después de un largo hiatus, le
iban a colocar como mentor de un próximo novato. El ser mentor significaba más
trabajo y desgaste personal porque no solo tenía que hacerla de entrenador,
también asesor de manager, y casi niñera, ese tipo de encomiendas era las que
detestaba porque era estar amarrado por cerca de dos años a un solo artista
hasta que este tuviera la suficiente fuerza de andar solo. Lo peor de todo era
que no le dejaban elegir, sino era asignado sin opción a cambios a menos que la
junta directiva o el propio Yang lo decidiera. La última vez salió mal, porque
fue un novato de la extensión de USA y la muy malcriada cantante fue grosera
con medio mundo, arruinó su propia carrera al quedar embarazada con el primer
idiota que le ofreció “patrocinio”, Yang no le culpó afortunadamente, por lo
que apenas expiró su contrato la echaron de YG Family. Si ella no se hubiera
puesto arrogante quizás hubiera convencido a Seunghyun de intervenir para
salvar su carrera ahora que tenía la responsabilidad de un bebé pero no, la
chiquilla se puso en su plan de “diva” y no movió ni un dedo.
Pasó parte de la mitad de la tarde
revisando los entrenamientos de baile de una girlband novata, luego apoyó
vocalmente en las grabaciones de un cantante y se perdió por completo en una
banda de rock veterana; tocaban sus instrumentos con gran maestría, habían sido
chicos japoneses que no tuvieron oportunidad en el J-Rock pero que Seunghyun se
encargó de convencerles que YGEX era la mejor opción y aunque medio mundo dudó,
el innegable talento de maknae para olfatear talentos quedó asentado después
del debut de la banda.
La música había sido la medicina
perfecta que le sacó del abismo en que estaba caído. La música y Seunghyun
menor. Así que cuando tocaba asesorar a dicho grupo realmente disfrutaba de las
sesiones. Además era un grupo realmente educado que aunque al principio tuvo
sus inseguridades al ingresar en una agencia “IDOL” abrieron sus panoramas.
Terminaron los ensayos para una presentación y salió a comer a eso de las ocho
de la noche. La salida oficial en la agencia es a las nueve pero tenía que
regresar por unos papeles a su oficina. Mientras esperaba en un restaurante,
envió un mensaje a Seunghyun avisando no poder ir a cenar con ellos debido a
trabajo atrasado.
--Hay
un joven esperándole. –Anunció una asistente apenas
ingresó a recepción.- Dice que quiere
conversar con usted, está en la sala de espera.
--¿Mencionó
su nombre? –Era normal que conocidos o recomendados
de conocidos fueran a verle para una petición o asesoría. Significaba trabajo
extra pero antes de negarse tenía que conocer a la persona, aunque se le hizo
raro porque normalmente le llamaban con anticipación para arreglar la cita.
--Sakamoto
Touya. –Leyó en la tableta el registro.
--¿Sakamoto
Touya? –No reconocía el nombre.- Bueno, me haré cargo de él.
--Le
esperaré media hora más antes de irme.
--No
se preocupe, vaya a casa. No creo demorar pero quién sabe, además no es bueno
que conduzca tan tarde.
--Los
guardias llegarán en diez minutos para la jornada nocturna.
--Entiendo.
Buenas noches.
--Buenas
noches, Señor.
Continuó su camino a paso lento, dio
por hecho que sería conocido de Seung y no le había comentado, sin embargo al
ingresar a la sala de espera desechó toda idea.
--Buenas
noches, Kang-san. –El mismo joven que recuerda haber
visto en el hospital intentando dialogar con Seung cuando confesó ser uno de
los abusadores de Jaemin, estaba sentado en uno de los sofás.
--Buenas,
noches. –Se puso de pie con cierta elegancia e
hizo una reverencia hacia su persona.- No
esperaba su visita.
--Lamento
las molestias, será solo unos minutos.
--Vamos
a mi oficina. –Avanzó cautelosamente por los abandonados
pasillos, hasta llegar a la puerta, abrió con ayuda de la tarjeta electrónica,
las luces se encendieron, esperó a que el joven ingresara.- Tome asiento.
--Gracias.
–Con ojos curiosos observaba los detalles del lugar. Paredes en tono claro,
fotos, reconocimientos, estantes. Una oficina donde resaltaba dos cosas, un
escritorio moderno y un piano de media cola, señaló el piano.- ¿Puedo…?
--No
veo la razón…
--Quizás
la próxima vez venga a la agencia con un demo o un video de audición.
–Mostrando una arrogancia, el joven fue directo al piano, abrió el protector y
deslizó los dedos por el teclado.- Falta
un poco de afinación pero es pasable.
Entonces comenzó a tocar una pieza
clásica, la manera en que dominaba el instrumento causaba asombro.
--Tocas
bien.
--Que
el gran Kang Daesung alias D-Lite aprecie mi técnica, me halaga.
Definitivamente haré una audición. –Se volvió para
encarar al mayor sin dejar de tocar.- Aunque,
lo que no sabe Kang-san es que poseo muchas habilidades. Como hijo de una
familia de prestigio he sido educado para ser el mejor, una vieja costumbre.
Deportes, Estudios, Arte… no es por presumir pero tengo talento para el baile…
sobre todo para la música, porque poseo un oído musical.
--Mira,
chico… no entiendo nada.
--Usted
sabe igual que yo, el oído musical es un recurso muy preciado. No se puede ser
un gran cantante ni músico sin ella. Poseo un buen oído musical… desarrollado y
sensible… por lo que me es fácil distinguir los sonidos que me rodean,
especialmente tras de mí. No me gusta que me sigan, Kang-san… he venido aquí
para acabar de una vez por todas con el juego de espías.
--Entiendo.
–Endureció la mirada al verse descubierto él había contratado los servicios de
un profesional para vigilar al chico, fue a la silla detrás de su escritorio.
--Una
de las razones por las que Lee-san es casi intocable se debe definitivamente a
que posee pocos pero suficientes amigos como usted. Personas dispuestas a cuidarle
las espaldas aunque no lo pida. –El piano miraba
hacia el escritorio así que solo bastó con levantar el rostro para mirarle
fijamente sin descuidar las notas que salían de sus dedos tocando las teclas.- No volveré a subestimarlo.
--“Cuando
el río suena es porque piedras lleva.”
--Sí,
eso es cierto. Fue por eso que contrató a un investigador privado para hurgar
en mi vida, supongo.
--Me
aseguro que la familia Lee no tenga más inconvenientes, bastantes problemas le
ha tocado padecer.
--Su
esfuerzo es mucho más profundo que el resto ¿Por qué? ¿Algún interés en
particular? –Finalizó la melodía.
--Solo
he escuchado muchas cosas. –Sakamoto Touya sonaba alrededor de
chismes realmente malos.
--Yo
también. No quiero juzgarle, pero un hombre viudo, con todas las oportunidades
de continuar una vida decide renunciar a un buen trabajo en su país y emigra…
siguiendo a un ¿Viejo amigo? No lo sé y realmente no me importa.
--¿Pretende
amenazarme?
--Le
vengo a advertir. Haga caso a los rumores en torno en mí y deje de meterse donde
no le llaman o podría involucrarse en problemas. No querrá conocer a mi abuelo,
eso se lo aseguro.
--Solo
quiero saber ¿Cuáles son tus intenciones con Jaemin?
--Negocios,
la única familia que aceptó acogerme fueron los Sakamoto, amigos de mi padre…
mi verdadero padre.
En torno al chico existían fuertes
rumores que le llegaron sin pedirlos. Todas eran advertencias hacia Seunghyun
de no hacer nada contra dicha familia porque estaba relacionada con la mafia
Yakuza, un secreto a voces que relacionaba directamente a Touya con el crimen
organizado. Pero en ningún momento el padre de Jaemin dio su brazo a torcer,
hasta la ocasión en que fue la visita.
--Así
que es verdad.
--Le
daré la versión corta. Mis padres fueron asesinados, me dieron por muerto. Los
Sakamoto me adoptaron y vivo una vida en paz alejada a mi pasado y así quiero
que permanezca. Un escándalo no es nada bueno. Si mi abuelo me llega a
encontrar, las cosas se pondrán feas. Soy el único heredero de línea directa
¿Sabe? Heredero de una de las más poderosas mafias Yakuza. Le vengo a advertir
que si caigo, arrastraré a quien sea.
--Fuiste
muy imprudente al agredir a Jaemin.
--Oh,
bueno. No pensé que los idiotas llegaran tan lejos.
--¿Y
qué tiene que ver Jaemin en todo esto? Sería más fácil alejarse.
--Sakamoto-san
depende económicamente de Lee-san. Lo menos que puedo hacer por ellos es
facilitarles la vida ¿No cree? Un perro no debe morder la mano que le da de
comer.
--Según
tú, quieres una vida nueva pero estás relacionándote con grupos de dudosa
actividad.
--Cosas
de parvulario, nada de qué preocuparse señor. Se lo aseguro, soy bastante
cuidadoso.
--No
quiero que Jaemin tenga relación alguna contigo.
--Le
conviene. Yo puedo protegerlo, yo puedo hacer que su vida en la escuela sea más
fácil sin tener que esconder su condición, inclusive en lo social. Todo a
cambio de que una alianza entre él y yo. Además, le recuerdo que Jaemin me dio
su palabra.
--Te
liberó, no aceptó nada de ti. Fue más que claro, así que aléjate de ellos.
--Me
da igual lo que piense usted. Solo vine a ahorrarle la investigación. –Se
puso de pie.- Sí, soy peligroso así que
no se meta en mi camino. Entiendo que usted también posee contactos de bajos
mundo, pero una guerra no será conveniente, aunque admito que si recurre a su
hermana Bora-san y su esposo, el asunto saldrá de control porque esas son ligas
mayores, involucrar al ejército de Corea del Sur.
--…
-Se quedó en silencio notando cómo el mocoso había investigado su vida privada,
cuando su hermana contrajo matrimonio con un oficial de rango las cosas
mejoraron en ciertos aspectos, el cuñado habría ofrecido en más de una ocasión
sus influencias a cualquier contingencia aunque realmente nunca estuvo
interesado si llegó a pedirles ciertos favores, pero definitivamente el chico era
peligroso.
--También
tengo mis propios contactos, señor. –Sonrió
educadamente y sería la mejor farsa si no fuera por la mirada maliciosa que le
dedicó.- Por cierto, no se preocupen más,
me encargaré despejar el camino para Jaemin-kun, no es necesario que sigan
aislándole, en unas semanas podrá salir nuevamente sin que teman en que sufra
algún daño. Está en buenas manos a mi lado.
--¿Qué
estás planeando?
--Ya
lo verán, literalmente. –Sonrió misteriosamente.- Solo puedo decirle que los narcóticos y la
prostitución son delitos mucho más fuertes que el acoso escolar e intento de
violación. Tenemos mayores posibilidades. ¿Cierto?
Se levantó presuroso intentando
alcanzar a Sakamoto que después de una reverencia se dirigió a la salida.
--¿No
puedes simplemente olvidarlo todo? Aléjate de ellos.
--Con
la alianza todos salimos beneficiados, señor. –Abrió la
puerta deteniéndose antes de salir.- Los
Lee y los Sakamoto se harán intocables.
--¿Por
qué te empeñas en utilizar a Jaemin? ¿No tienes escrúpulos?
--¿Por
qué se preocupa tanto por Jaemin-kun y su padre?
–Atacó con una pregunta.- De todos los
cercanos… usted es quien más ha metido las manos. Fue usted por quien Lee-san
no tuvo problemas para que la patria potestad le fuera otorgada, fue por usted
quien el escándalo en Corea no fuera de conocimiento público, es por usted que
soy investigado y contrató un investigador que vigila mis pasos… para todo hay
un límite, ¿Arriesgarse tanto por unos amigos?
--Ellos…
son mi familia.
--Yo
solo pretendo protegerla manchando mis manos como no puede hacerlo libremente. –Soltó
mordazmente el chico.- Me gusta Jaemin,
creo que será un gran sucesor de su padre, solo necesita una persona que cuide
de sus intereses tal como usted lo hace por su padre.
--¿Q-Qué…?
--Ahora
conoce mis intenciones. No voy a pedir su permiso, él solo me buscara, cuando
lo terminen de asfixiar de tanta sobreprotección… porque yo le ofrezco lo que
su padre no, libertad. Buenas noches, Kang-san.
Cerró la puerta dejándole solo con
un caos mental. Touya Sakamoto era de cuidado, tendría que vigilarlo de cerca
más que nunca; conocía mucha información personal, y ahora que conocía las
intenciones no podía descuidarse. Estaba asustado, estresado… las cosas no
podían estar pasando de esa manera. ¿Qué iba a hacer? ¿Decirle a Seunghyun
sobre todo? Tan solo despertaría la paranoia, provocaría que salieran del país,
fuera de este sería difícil velar por ellos, aunque quizás era un pequeño sacrificio
que tenía que hacer. Por otra parte, quedarse callado sería traicionar la
confianza de su amigo.
Se sintió culpable de la reacción
del chico, si no hubiera hecho nada… sin embargo, los planes de Sakamoto serían
los mismos. Nada habría cambiado.
Quizás no podría decirle, pero
podría advertirle. Estaba confundido.
Salió corriendo en busca del chico
pero cuando lo vio abordaba BMW negro con escoltas. Revolvió sus cabellos
estresado. Permaneció largos minutos observando la calle ordenando los
pensamientos, luego regresó por los papeles, llamó a su manager para que le
recogiera. Llovía fuertemente y hacía frío pero dentro sentía hervir la sangre.
Pidió que le llevaran a casa, no
comentó nada con su representante porque revisaba los mensajes de su móvil,
Choi Seunghyun le había enviado varios mensajes en que decía que el abogado los
visitó y la situación era delicada. Era obvio, el sistema no ejercía castigos
serios a los menores de edad añadiendo que la familia Oyamada tenía
influencias. Al bajar en la entrada de la unidad departamental notó un Ferrari color
rojo y supo a quién pertenecía. Despidió a su manager mientras se dirigía a su
piso.
Abrió su abrigo para relajarse, al
salir del ascensor caminó notando la silueta de una persona.
--¿Por
qué no me llamaste? ¿Tienes mucho tiempo esperando? –Miró
a la persona recargada en la pared.
--Descuida,
necesitaba calmarme para luego invitarte a cenar.
–Respondió Seung.- Tu manager me dijo
estarías hasta tarde.
--¿Día
difícil?
--No
tienes idea. –Liberó un suspiro.- ¿Y tú? Te noto algo estresado.
--Me
pondrán de mentor, pronto, se hará una selección de aprendices antes de
sentenciarme con uno.
--¿Aun
recuerdas a Hina, cierto?
--Entre
otras cosas. –Abrió la puerta, dejó que ingresara
primero, las luces se fueron encendiendo automáticamente.
En el recibidor ambos dejaron los
zapatos. La estancia era pretenciosa pero sobria, no le gustaban los colores
brillantes y estaba conforme con mobiliario funcional. No era de los llamativos
como Choi Seunghyun, tampoco tan oscuro como Youngbae, ni tan iluminado como
Seung menor, prefería un término medio.
Adquirió el inmueble a través de
vistas en internet a sugerencia de Seung, la zona era elegante sin tanta
pretensión, la mayoría de los vecinos se trataban de viajeros frecuentes o
solteros. Los niños no abundaban así que el silencio era normal. Tampoco tenían
problemas de seguridad por lo que no existía un rígido sistema.
--No
he comido desde que salí de la oficina de mi abogado y eso fue hace como cinco
horas. Ve a bañarte y salgamos a comer sushi y sashimi.
Se acomodó en el sofá de la sala con
naturalidad. Quizás necesitaba eso, salir a despejarse para pensar claramente.
Fue a la cocina y extrajo algo de cerveza del frigorífico donde la única nota
que tenía de su empleada doméstica era que el día fue sin novedades, se la
llevó al invitado.
--No
vayas a embriagarte pronto.
--Si
no te apresuras, lo haré.
--Úsame
de excusa.
--Volví
a pelear con Jaemin, insiste en regresar al maldito colegio. Mi abogado me dice
que no tengo probabilidades de ganar un juicio sin que se vuelva un circo.
¡¿Qué pasa con el mundo?!
Así era, sin que se lo pidieran
externaba sus quejas, era probable que fuera una medida para liberar el flujo
de emociones atoradas, de lo contrario sería una peligrosa bomba de tiempo que
explotaría en los momentos menos oportunos. No es que hubiese sido víctima de
alguna ocasión pero sí había visto un poco de ello varias ocasiones. No tenía
mucha paciencia con las situaciones que le desagradan profundamente.
--Ten
paciencia.
--¡La
paciencia se me agota! De ver tanta injusticia, donde ninguna institución me da
respuesta, tengo ganas de pedirle un favor a alguien…
-Terminó antes de dar un sorbo a la bebida alcohólica.
Las alarmas mentales se encendieron
porque eso le trajo de regreso con el chico Sakamato. Debía mantener al margen
a su amigo para evitar que cometiera algo de lo que podría arrepentirse después
y hubiese consecuencias más serias.
Estaba seguro que Seunghyun podía
ser muchas cosas, pero en ningún momento una ser tan cruel capaz de las peores
estrategias para obtener sus propósitos. Por otra parte no estaba de más tener
precauciones, se veía sumamente irritado, lo peor, frustrado.
--¿Y…
si decides mudarte? No lo sé, tu mayor fuente de ingresos desde hace unos años
es China si no mal recuerdo.
--Lo
he pensado, pero… eso sería como huir de los problemas. No le daré el gusto a
nadie de hacerme correr del país, haré que los Oyamada salgan con la cola entre
las patas.
--Piensa
en Jaemin. Podría comenzar de nuevo. –Aconsejó
haciéndole caso a la sugerencia de hacerle marchar.
Parecía que una migración a un nuevo
país podía ser una opción segura para ellos que han tenido que atravesar por
situaciones difíciles. Volver a iniciar en un lugar donde no sean foco de
atención.
--Jaemin,
creo que sería el primero en negarse, insiste en regresar al colegio. Si le
digo que nos mudamos, no sé cómo reaccionaría, es decir, ya pasó por una
mudanza anteriormente ¿Qué le estoy enseñando a mi hijo?
Tomó asiento abriendo una botella y
bebiendo el frío líquido.
--No
olvides al chico de los Sakamoto.
--Esos
me tienen sin cuidado. –Espetó.- Ahora resulta que no puedo deshacer nuestro contrato o terminaré demandado
por incumplimiento. ¡Mi familia fue la afectada ¿Y tengo que seguir con el
enemigo?! Pero si dejo las cosas ellos no harán nada. Genial… genial…
--Por
eso digo que sería bueno que fueras a China o Singapur, recuerdo que Kim Lil te
ha ofrecido que trabajes en asociación con ella.
--Y
la cereza del pastel. ¡David me acaba de planear una cita con una completa
desconocida! Quiere que salga con mujeres para que tenga una relación o mínimo
me las lleve a la cama ¡¿Quién demonios le dio derecho?!
--Espera,
¿Qué..?
--El
maldito me chantajea con una renovación de contrato. En estos momentos lo que
menos quiero es tener que ir a una cita. Claro, como él no cuida de sus hijos
sino su esposa… seguro anda de infiel. –Susurró. - Además, Jonghun me sugirió que me case para
que Jaemin tenga una madre.
No había esperado aquello. Era
cierto que el ser padre soltero se estaba siendo difícil para Seunghyun, en más
de una ocasión tuvo que ayudarle para cumplir con los festivales, pero la
insistencia era mucha.
--¿Piensas
hacer caso a ellos?
--No
lo sé.
La inseguridad que mostró el
normalmente seguro Seung-ee y las constantes quejas le provocaron irritación
porque acababa de caer en la cuenta que el origen del mal humor se debía al
asunto de las citas, en lugar del resto de problemas. Bien se pudo negar pero
no, estaba permitiendo que le controlaran.
--Jaemin
necesita de otra figura en su vida. Inténtalo, sal con mujeres y cásate con la
que creas conveniente.
Dejó la cerveza sin ánimos que
continuar hablando. Se quedaron en silencio, tan solo el sonido del licor
golpeando el contenedor de cristal resonaba en la estancia.
Ninguno se miraba pensando en
continuar con la conversación o terminarla.
--Se
supone que me digas que no lo haga, no apoyar al resto.
–Soltó de repente a tono tranquilo obteniendo toda su atención.
--Eres
capaz de tomar tus decisiones, no tienes por qué consultar ni esperar que
respondan por ti.
--Mi
mejor amigo. –Los ojos conectaron con los suyos.- Se supone que eso hacen, evitar que cometa
estupideces.
--Si
no quieres no vayas, si quieres, ve. No me culpes de las consecuencias de tus
decisiones.
--Hace
tiempo dejé de ser solo yo, ahora tengo a una persona que depende de mí. No
importa lo que yo sienta, debo hacer lo mejor para mi hijo.
Sí, la dependencia hacia Jaemin era
la razón por la cual se había aislado. El miedo que camine, pero no importaba
cuanto lo protegiera, el chico en algún momento seguiría su camino, y cuando se
fuera, solo quedaría Seunghyun.
--Entonces
¿Qué caso tiene que lo pienses? Si crees que es conveniente, busca una mujer y
cásate con ella. No me consultes nada.
--Pero,
Daesung…
--Me
iré a bañar, espérame unos minutos ¿De acuerdo?
–Cortó la conversación que le producía incomodidad.
Se apresuró dejando las preocupaciones
se fueran como el jabón con la ducha. Al salir de su habitación estaba más
tranquilo, pero preocupado ¿Un matrimonio por conveniencia? No veía que la
imagen encajara con Seung-ee pero había cambiado tanto desde el divorcio que
todo era posible a fin de cuentas.
Su amigo encendió la TV cuando fue a
verle, ninguna botella estaba sobre la mesa, explicó que no bebió más que la
botella que le dio y el resto estaba de regreso al frigorífico.
Fueron en el carro de Seunghyun a un
local tranquilo en la que tenían servicio hasta media noche, se sentaron en la
barra y en silencio deleitaron las papilas con los cortes más finos, bebieron
vino apenas para acompañar la cena. Cerca de ahí había un bar elegante al que
no pensaban ir pero en menos de lo que creyeron estaban ahí, bebiendo un sake
tradicional dulce que dejaba un agradable sabor en la boca.
Las mejillas de Lee adquirieron un
tono rojizo y la sonrisa floja le avisó la ebriedad. Él no podía darse el lujo
de embriagarse por cuestiones de salud, le habían prohibido demasiado alcohol.
--¿Cómo
lo haces? –Curioso el ebrio preguntó.- ¿Simplemente imaginas que lo haces con
Sora o te da igual?
Aquello le dolió, el recuerdo de su
esposa es demasiado sagrado para mancharlo con esa pregunta imprudente.
--Solo
lo hago si me gusta. No busco el parecido a mi exesposa.
--Ouch…
eso dolió. Me lo merecía. –Negó lentamente.- Sí, soy un jodido ardido. La odio tanto
porque no puedo olvidarla, pero nunca le perdonaré lo que le hizo a nuestro
hijo.
Los ojos comenzaron a cristalizarse,
empañándose de una latente añoranza que no había percibido antes porque estuvo
bien escondida en las profundidades del alma.
--La
amas. –Susurró, Seunghyun estaba sufriendo.- A pesar de todo, la sigues amando. ¿Por eso
no te has relacionado con ninguna mujer?
--Es
estúpido ¿Cierto? La sigo esperando. Espero que regrese a mi lado. Algo que no
va a pasar.
--Creo
que has bebido suficiente. –Se levantó al verle a punto de
llorar, sería vergonzoso que continuara en un establecimiento de categoría, fue
por la cuenta, al regresar vio que el otro seguía bebiendo.
--Jaemin
tiene al peor de los padres. ¿Qué clase de monstruo soy?
--Nos
vamos. –Aprovechando que nadie les ponía todavía
atención y dada la posición alejada, pasó el dorso por las mejillas para
limpiar el rastro de lágrimas.- No
llores por quien no lo merece.
--Por
eso te aprecio. Solo tú me entiendes. –Sonrió
melancólicamente. Aceptó la mano que le fue extendida para ponerse de pie,
tambaleó un poco al primer paso.- Me da
vueltas la cabeza.
--¿Puedes
andar solo?
--Solo
no sueltes mi mano.
Sin llamar la atención salieron del
establecimiento, lentamente anduvieron aunque terminaron mojados debido a la
lluvia que caía.
--¿Me
das las llaves? Conduciré. –Pidió y el otro torpemente las
extrajo para entregarlas.
--Tengo
frío.
--Lo
sé. Iremos a mi casa, no puedes llegar así a la tuya.
Abordaron presurosos una vez que los
seguros fueran desactivados.
Maniobró cuidadosamente el
deportivo, no estaba acostumbrado a ese tipo de vehículos y tampoco quería una
multa que fuera el chisme de los noticieros matutinos. Llegaron al apartamento
cuarenta minutos después.
En la confianza de la zona
residencial, abrazó a Seunghyun hasta llevarlo a su apartamento. Notó que
durante el ascensor el agarre del otro se hizo más fuerte.
--Tengo
frío.
--Ya
casi llegamos. –Él también tenía frío pero cuando sintió
el calor de la otra persona, este disminuyó. No era de los de mucho tacto por
lo que de vez en cuando no le parecía mal sentir invadido su espacio personal.
Con algo de problemas logró abrir la
puerta e ingresó casi arrastrando al otro como si las fuerzas acabaran por
abandonarle.
--Tengo
sueño. –Dijo yendo al sofá directamente.
--Espera,
tienes que ir al baño primero.
--No
quiero. –Parecía un niño malcriado.
--Enfermarás.
--Aish…
qué molesto eres. –Dejó el cómodo sofá para seguir
los pasos a su habitación que tenía ducha.
Le dio de su ropa y preparó la
temperatura de la ducha.
--¿Puedes
hacerlo por tu cuenta?
--Sí,
sí. Estoy ebrio no incapacitado. –Tomó la ropa
seca de mala gana y se encerró en el baño.
Aprovechó en llamar a Choi avisando
que Seung se quedaría con él porque estaba subido de copas y era tarde.
Encendió la calefacción y posteriormente preparó té para hacer que el otro
entrara en calor, llevó la taza a su habitación. Sacó almohadas y mantas del
armario, ocuparía la habitación de huéspedes, no quería obligar a Seung a más
movimientos porque seguramente devolvería el estómago.
Al cabo de una corta espera el otro
salió, unos pantalones de algodón y una sudadera envolvían el cuerpo del menor.
--Gracias.
--Toma
el té, luego te recuestas. Yo iré a bañarme.
Un poco menos desorientado Sueng-ee
aceptó la taza y bebió lentamente.
Ingresó a bañarse. Los músculos se
relajaron con la segunda ducha, cepilló sus dientes y acomodó un poco el
desorden. Una vez fuera de la pequeña habitación vio que su amigo estaba
dormido recostado de manera incomoda, apenas había bebido la mitad del té, le
movió para acomodarlo y cuando pretendía llevar la taza a la cocina una mano
retuvo su muñeca.
--No
te vayas. –Murmuró.
--Dormirás
aquí, yo iré a la habitación de visitas.
--Duerme
conmigo. –Entreabrió los ojos.
--No
creo que sea conveniente.
--¿Por
qué? ¿Hay algo que te preocupa si dormimos en la misma cama?
--Es
para dormir bien.
--Tu
cama es King-size… -Y hubo en el tono en que dijo
mientas sonreía que su agotada mente le pareció raro.
--Pero…
--No
me moveré. Sabes que esos son mitos. No tengo mal dormir… sí, estoy sexualmente
frustrado pero no tengo fuerzas para violarte, si es lo que temes.
–Se acurrucó en un extremo de la cama.- Solo
que recordé que antes dormía con Jaemin, duerme esta noche conmigo ¿Sí?
Palmeó el lado libre de la cama.
Suspiró agotado, ignorando la insinuación sexual que hizo el otro.
--Tiene
años que no duermo con alguien, quizás yo tenga mal dormir.
--Dormí
con Jiyong, ya nada me sorprendería.
Subió tomando su lugar. Sintió la
estela de calor del menor. Cubrió con las mantas., Maknae sonrió débilmente.
--Gracias,
Daedae… por no dejarme solo. –La mano cálida llegó a su hombro
desnudo debido a que usaba una camiseta.
Una agradable sensación se extendió
por su cuerpo debido al gesto. Le miró.
--Antes
no te gustaba dormir solo. ¿Qué pasó?
--Cambié,
Seung, igual que tú quien prefería no compartir cama.
--Me
volví padre soltero.
--Y
yo, viudo.
--Creo
que eso explica nuestras manías. –Una adormecida
risa salió de esos labios, los ojos se cerraron.- Tengo tanto sueño.
Lentamente el menor fue cayendo a un
sueño pesado, podía sentir el ritmo de su respiración. Era una sensación
extraña la de compartir el lecho con una persona después de tanto tiempo de
soledad.
Se detuvo a contemplar el rostro
relajado de su acompañante, las facciones mantenían su juventud, era como si se
hubiese congelado en el tiempo, todo gracias a las vitaminas que consumía. Una
vez que los parpados amenazaban con cerrarse, giró dando la espalda a Seung-ee
para estirar cómodamente la mano y apagar la luces.
Perdió toda consciencia en cuanto se
volvió negro.
Soñaba que caminaba por un sendero
en un parque, sostenía la mano de alguien que no podía distinguir en la
radiante luz del sol matutino, se dejaba guiar por esa tibieza confiando en
ella con toda seguridad y no tenía miedo, algo peculiar, considerando que lo desconfiado
que es por naturaleza. La caminata era agradable, parecía un jardín de cerezos
de los que abundan en Japón.
Entonces, sintió un calor demasiado
agradable cuando los rayos del sol le envolvieron, pero en su cuello una ligera
brisa provocó escalofríos.
Despertó al notar que la sensación
no era producto del sueño, sino real. Una cabellera negra cubrió su campo de
visión, unos brazos le impedían moverse porque de una desconocida forma
lograron enredarse en torno a su persona, y la relajada respiración de Seunghyun
golpeaba su cuello. Intentó alejarse, sin embargo la respuesta del otro fue
afianzar el agarre.
Frunció el ceño al enfocar la vista,
recordaba que su lado de la cama era en el buró cerca de los interruptores,
pero lo que tenía enfrente era el buró del lado de Seung porque ahí había
quedado la taza del té que le ofreció lo cual significaba algo, ¿Él se había
movido hacia Seung y por eso terminaron así?
Intentó deshacer el agarre aunque
tuvo los mismos resultados.
--Seung… -Murmuró cuidosamente.
--Mhmm… -Entre sueños contestó.
--Seung… -Insistió.
--H-hue-les… bien… -Cambió de
posición, permitiéndole descansar de las cosquillas sobre su cuerpo, sin
embargo todo estaba hecho, su cuerpo había recibido de manera demasiado
agradable los escalofríos porque se sentía demasiado despierto y el comentario
fuera de lugar, no ayudaba.
No sabía qué hora era pero a juzgar
por la iluminación era de mañana, así que volvió a insistir suavemente hasta
que se cansó y dejó que el otro durmiera a placer.
Era domingo, no es que tuviera
prisas para dejar la cómoda cama. Resultaba complicado negar que se sentía bien
despertar a lado de alguien, la última persona con la que hizo eso fue con
Sora. No quería acostumbrarse a la calidez porque tenía miedo.
No había dicho a Seung que solamente
fueron dos las ocasiones con las que intimó, la primera fue ebrio y la segunda fue
con una sexoservidora. Él no había tenido citas, ahuyentaba a las féminas con
su sortija de matrimonio, sin embargo desde hace meses decidió finalmente dejar
de usarla porque estaba listo para una darse una segunda oportunidad de ser
feliz. Así que estaba igual o peor que el menor.
Intentó recuperar el sueño
acomodándose mejor, pero apenas sus parpados se cerraron un aroma inundó sus
fosas nasales, era Seung-ee y admitió para sus adentros que también le parecía
agradable; mezcla del suavizante de la ropa, el jabón y shampoo, con ese olor
natural. Sin poder evitarlo sus brazos se cerraron más, reflejo de su cuerpo al
aspirar la esencia. Entonces la idea de tener la costumbre de despertar junto a
esa persona se instaló como si fuera natural aunque en su consciencia no lo
fuera. Poco a poco fue perdiendo las energías.
Cuando volvió a despertar su cuerpo
estaba descansado y exigía moverse de una vez, el rostro de un durmiente
Seunghyun fue lo que le recibió. Los brazos le abrazaban fuertemente, sin
embargo la posición nuevamente había cambiado, estaba a solo un movimiento para
quedar sobre el otro. Una rutina extraña.
Sus dedos dejaron la tibia espalda
para enterrarse en los cabellos siguiendo un ritmo lento lo que obtuvo un ronroneo
que le arrancó una sonrisa, travieso comenzó a picar la nariz y mejillas para
molestar al durmiente. El tacto era suave, no recordaba haberle tocado el
rostro pero fue agradable. Contenía una risilla al notar los manoteos para
alejar lo que sea que le molestaba sin pensar que era él quien lo hacía.
--Despierta,
Seung… -Murmuró.
Las cortas respuestas eran gruñidos
cortos.
--No
es que me disguste, pero seguro en casa te esperan.
Nada, el durmiente seguía igual. No
quería ser rudo, sin embargo antes de que siquiera pensar en olvidar la
suavidad de las acciones, una pierna se deslizó peligrosamente para engancharse
a su cadera, tirando de su cuerpo obligándole a caer para recibir el cuerpo
ajeno que se frotó sobre el suyo, la fricción de caderas provocó algo que nunca
debió pasar. Asustado por lo que ocurrido, olvidó la sutileza empujando
desdeñosamente al otro para romper la cercanía y es que su entrepierna como
casi todas las mañanas, estaba despertando. Los colores se le subieron cuando
no contó con que en sus giros estaban enredados con las mantas, entonces al
deshacer el agarre la inercia le llevó al mismo punto cayendo sobre el otro.
Entre los jaloneos el otro despertó alarmado.
--Daesung…
¿Lo que siento en mi cadera es lo que creo que es?
–La mirada desconcertada y las mejillas ruborizadas.
--Es
tu culpa. –Fue capaz de responder, intentando inútilmente
despegarse del otro, las piernas envueltas por la tela que tiraba firmemente
ante los vanos intentos de escapar.
--¿Te…
excitó? –Preguntó mitad inocente mitad malvado
aprovechándose de su situación.
--No,
maldita sea. –Empleaba sus brazos para apoyarse en lo
que persistía la lucha pies versus mantas y sábanas.
--Deja…
-Seunghyun dejó de reír, le empujó un poco para mantener la distancia pero las
caderas seguían rozando c.- …E-Espe-ra…
--Estamos
enredados… y dices que no te tenías mal dormir.
--Bas-ta…
-Cuando sintió los dedos enterrados en sus brazos, el rubor en el rostro había
aumentado en el otro, mordía sus labios con fuerza apretando los parpados como
sufriendo.
Su primer pensamiento era que estaba
lastimándolo con su peso o tenía algún dolor.
--¡Intento
alejarme pero no puedo!
--¡Con
un demonio, Daesung! –Le vio transpirar y la respiración
agitarse, su segundo pensamiento es que estaba sufriendo un ataque.
--¡Estás
rojo! –Exclamó preocupado buscando la manera de
salir del lío de mantas, pero si movía los brazos podía aplastarlo por
completo, además Seunghyun comenzó a jadear y a retorcerse.- ¡¿Te estás ahogando?!
El otro negaba violentamente
enredando los cabellos, algunas hebras adheridas a las facciones. Sentía las
uñas cortas enterarse en sus brazos, una respuesta ante la agonía que le
ocurría.
--No…
-Intentaba hablar pero a causa de la falta de aire resultaba una tarea
difícil.- N-No… ngh… No… de-tente…
--¡Espera
ya casi ya casi termino! –Necesitaba calmarlo porque no
tenía ningún conocimiento de primeros auxilios.
--¡Cállate!
–Gritó de manera desesperada, el cuerpo estaba caliente, transpiraba y jadeaba
ruidosamente, se retorcía.- Deja… no…
mue-vas…
--¡Te
estás ahogando! –Logró poner su rodilla sobre el colchón a
lado del muslo de Seung, pero las contorciones del otro le impedían acomodarse
para impulsarse fuera de las mantas.
--Ngh…
NO… NO… ¡NGH! ¡NO! –Arrastró las uñas en un insufrible
rasguño desde sus bíceps hasta los codos. Con mayor furia, empujaba contra él
para ayudarle a salir, pero entonces un golpe en su rodilla ocasionó que cayera
nuevamente sobre la entre pierna. Medio cuerpo de Seunghyun se levantó y quiso
ayudarlo sosteniéndole por detrás hasta que lo notó demasiado tarde.- ¡AHHH~!
Un gemido demasiado erótico salió de
los labios enrojecidos, las pálidas mejillas completamente rojas, los parpados
apretados y una humedad se hizo evidente en la parte baja de ambos. El cuerpo
del menor temblaba sin parar, los jadeos que secundaron al gemido se fueron
haciendo cada vez más débiles.
El asunto de por sí era vergonzoso pero
como la Ley de Murphy, cuando crees que la cosas no pueden ir peor, se ponen
peor.
Su entrepierna estaba lo
suficientemente estimulada, con la imagen erótica que regalaban sus ojos, y la
caliente eyaculación, el olor a sexo… solo bastó un movimiento inocente de su
humillado amigo con un gemido quedo y sin poder evitarlo, por mucho que apretó
sus músculos, descargó su semen, lo cual no sería problema de no ser porque lo
hizo sobre Seunghyun.
Los ojos del otro se abrieron de
golpe al sentir la esencia del otro, lanzándole los insultos del mundo en
silencio. Jadeó ante la liberación de esperma, se sentía débil pero aunque los
brazos ardían y tenían la fuerza de fideos se negó a caer sobre la otra persona
porque seguro que lo mataba ahí.
Se quedaron quietos para recuperarse
del orgasmo que se provocaron sin intención. Si lo pensaban bien, ambos tenían
la culpa, él intentó despertar a Seung y este no entendía, luego no captó el
mensaje del otro al pedirle que dejara de moverse.
Protegiendo un poco la dignidad de
los dos, se tragó la vergüenza, apoyó uno de sus brazos para que con el otro
tirara de las mantas a fin de liberarse, durante el proceso, sus cuerpos aun
sensibles se estremecieron por el movimiento rápido.
Logró poner distancia inmediatamente,
no se atrevía a mirar a Seunghyun porque no sabía si tenía el derecho después
de lo que hizo.
--Tengo
que irme. –Escapando del estupor, el menor salió del
lío de mantas dispuesto a salir corriendo de la habitación, pero pisó mal cayendo
al suelo dolorosamente.
--Seunghyun.
–Se arrodilló para sostenerlo.
--No…
no me toques. –Pidió casi débilmente.
--Lo
siento. No fue mi intención, yo…
--No
digas nada. –La forma en lo que dijo todo, le recordó a
la frialdad de la etapa de debut y le removió un miedo por retroceder en su
difícil relación.
--¡Fue
un accidente!
--No
digas nada. –Se liberó de sus manos, pero en cuanto
volvió a intentar ponerse de pie cayó nuevamente, al parecer sus piernas
estaban débiles.
--Tenemos
que hablarlo.
--¡Te
decía que te detuvieras! –Se fue encogiendo desde su
posición cubriendo su rostro con ambas manos avergonzado de solo recordar.
--Sabes
que intentaba liberarme. –Trató de conciliar, debería estar
igual de paranoico que el otro, aquella situación no era para una cosa sin
importancia, pero en cambio estaba tan fresco como lechuga como si masturbarse
contra la entrepierna de tu amigo hasta alcanzar el orgasmo fuera normal.
--¡Eres
un idiota!
--Intenté
despertarte varias veces. –Recordó.- Además fuiste tú quien comenzó todo, tu pierna fue a mi cadera, por eso
te empujé al inicio.
--¡Te
odio! –Le miró rencoroso.- ¡No solo me provocaste un orgasmo también eyaculaste en mí!
Dicho de esa manera parecía haber
cometido un crimen grave, pero si analizaba las cosas comprendió que estaría
igual de enojado.
--¡Fue
involuntario! –Se defendió.
--¡Te
odio! –Ruborizado.
--No
es cierto. –Suavemente ayudándole a levantarse. Creyó
su deber mantener la calma para tratar el asunto reunió todo el valor que
restaba.- Solo estás furioso conmigo.
--Me
has humillado.
--Nos
humillamos mutuamente. –Se encaminaron al baño.- Tienes un secreto que podría perjudicarme
igual que yo tengo uno tuyo. Nadie tiene por qué saberlo.
--¡Obviamente!
--Creo
que esto es un aprendizaje.
--¡Cállate!
Eres un pervertido de lo peor.
--Lo
que digas, ahora tomaremos un baño para limpiarnos.
–Abrió el grifo para encender el agua caliente.
--¡¿Vamos
a bañarnos juntos?! ¡De ninguna manera! ¡No volverás a ponerme una mano encima!
--Te
quejas como si te hubiera violado cuando realmente solo nos ayudamos a
desahogar… ¿La tensión? –Burlarse de Seunghyun era
macabramente divertido.
--Eres
de lo peor. –Se negó a continuar una vez dentro del
baño.- Soy perfectamente capaz para
bañarme solo.
--Creo
que a estas alturas, deberíamos tenernos más confianza. –Se
quitó la camiseta, sin embargo un ardor en los brazos le borró la sonrisa
burlona.
--No
te desvistas.
--Duele…
-Flexionó el brazo para notar el daño, varios caminos rojos atravesaban su piel
color arena.- ¿Dejará marcas? No soy de
los que hace este tipo de cosas, por eso te pregunto.
--Te
lo mereces. –Espetó el otro cruzándose los brazos.
--¿Es
un castigo o una muestra de lo mucho que te agrada? Sinceramente nunca he
entendido eso. A mí no me solían arañar y tampoco lo hago. Pensaba que eso era
de salvajes. –Tocó el agua, reguló la temperatura.- Listo, ya podemos limpiarnos.
--¡Te
he dicho que no!
Entonces, sujetó la mano del otro y
en un movimiento casi violento que tomó desprevenido, lo arrojó dentro de la
ducha logrando que se empapara.
--¡Hijo
de Puta!
--Más
respeto a mi madre, que está descansando en paz.
–Ignoró olímpicamente, tiró con fuerza para quitarle la sudadera pero ya sabía que
no tendría aprobación.
--¡No!
¡Déjame en paz!
--Seunghyun…
-Regañó.- No
tenemos veinte años para andar con sentimientos púdicos. Ni que fuera la primera
vez que tomamos un baño tú y yo, hemos ido a Aguas termales, además te recuerdo
la vez que me obligaste a un baño.
--¡¿Todo
eso es por esa vez?!
--Deja
de gritar. –Logró deshacerse de la sudadera,
inmediatamente el otro intentó cubrir su pecho. Luego fue a los pantalones, que
bajó rápidamente.- Oh, no tenías ropa
interior.
--¡Sal
del maldito baño! ¡Yo puedo solo!
--¿En
verdad crees que voy a violarte o algo así? –Alcanzó
la botella de jabón corporal, derramó una cantidad generosa en la palma de su
mano y rápidamente fue a la espalda del otro.- Si quisiera abusar de ti solo tengo que embriagarte y ni te enterarías
de cómo te lo hago.
--¡Cállate!
--No
lo haré, ahora me vas a escuchar. –Estiró una mano
para abrir una vitrina, extrajo un paquete con una esponja nueva. Abrió con los
dientes el empaque y pronto el trozo sintético fue frotado contra la espalda.- Lo que ocurrió fue un extraño incidente de
la vida. Sí, es raro y también me siento un tanto perturbado, pero ni modo, ocurrió.
Ambos tuvimos responsabilidad, a excepción de nuestro orgullo masculino nadie
salió herido, no tienes por qué culparme de todo.
La espuma comenzó a esparcirse por
la piel lechosa cubierta de pequeñas pecas. Pasó la esponja desde el cuello
hasta donde la espalda perdía nombre. Cerró el grifo, y al ver que el otro
estaba más cooperativo sonrió.
--Termina
en lo que lavo tu cabello. –Entregó la esponja que de mala
gana aceptó el otro.
--Eres
un viejo pervertido. No sabía que te van lo hombres.
--Intento
hacerme cargo de ti y me estás provocando a torturarte. –Tomó
shampoo en sus manos frotó las palmas antes de apoderarse de las suaves hebras
obsidianas.
--Eres
un bruto.
--¿Recuerdas
cuando me bañaste? En ese momento estaba perdido, incapaz de cuidarme.
–Comenzó a narrar.- Y fuiste el que tuvo
el valor para desafiarme. Me alegro que lo hayas hecho, porque dudo que lo
hubiera logrado por mí mismo.
--Todos
estaban preocupados. Si hay algo que odio de ti es el muro que levantas.
--En
esa ocasión no pude decirlo, así que ahora mientras regreso el gesto, te lo
digo… -Procuraba ser suave en su masaje.- Gracias, Seunghyun.
Antes de conocer la reacción del
otro, giró la llave para que la lluvia de agua caliente hiciera lo suyo. Se
alejó para darle privacidad.
--¿Puedes
terminar, cierto? Iré por algo para que te seques y ropa. Toma tu tiempo.
–Salió del lugar.
Su corazón latía fuertemente. No era
de los que hablaban libremente de sus sentimientos y ese gesto de confianza consumió
todo el valor. Abrió el armario, encontró toallas y ropa limpia, tocó la puerta
avisando su presencia, limitándose a la acción, dejó las prendas para posteriormente
salir.
Miró el lío de mantas en su cama.
Rápidamente recogió todo, las enredó ocultando cualquier evidencia de lo
ocurrido y lo dejó en una esquina en lo que pensaba cómo deshacerse de ello
junto con la ropa, se deshizo de toda prenda, deslizó una bermuda en lo que
esperaba a Seung.
Revisó el móvil notando que era casi
medio día, sí que habían dormido mucho. Dirigió sus pasos a la cocina para
prender la cafetera pero al llegar se detuvo al ver su empleada doméstica. Eso
no era bueno.
--Buenos
días, señor. –Hizo una reverencia.
--B-Buenos
días… n-no esperaba que viniera hoy. –Comentó
nervioso preguntándose desde qué hora habría llegado.
--Supuse
que me necesitaría porque acaba de regresar de un viaje…
--Oh,
bueno…
--No
sabía que estaba acompañado. –El rubor en las mejillas de la
mujer le confirmó que sin importar la hora en que hubiera llegado a su casa,
fue lo suficiente temprano para haber escuchado el espectáculo.- Me disculpo.
--Ah…
yo…
--Tengo
algo de café y preparé el desayuno ¿Pongo la mesa?
--No.
–Contestó desesperado.- Necesito que se
marche y regrese mañana.
Su empleada escuchó pero no tenía
idea de quién era, Seunghyun no sabía que tuvieron público.
--Entiendo.
–Retiró el mandil hábilmente comprendiendo el mensaje de su jefe.- No se preocupe, ella no sabrá que estuve
aquí. Está todo listo para comer solo sirva.
--Yo
me encargo. –Le acompañó hasta la puerta, en un
armario la mujer extrajo su bolso y silenciosamente salió del apartamento. Ignoró
el hecho de que su empelada confundió a Seunghyun con una mujer.
Suspiró aliviado cuando desapareció
de su vista sin que Seung lo supiese.
--¿Daesung…?
–La voz desde la habitación atrajo su atención.
Fue a donde estaba un tranquilo
Seung secando sus cabellos.
--Estaba
preparando el desayuno. –Mintió.
--Pensé
que habías salido, tengo hambre ¿Es tarde?
--Casi
medio día. Te dejaré servido antes de que me duche.
Volvió a la cocina rápidamente para
poner la mesa. Sopa de miso, rollitos de huevo, arroz frito y algo de golosinas
japonesas para acompañar el café descafeinado.
--¿Te
ayudo? Oh, tienes todo listo. –De la nada el
otro ingresó a la cocina.
--Soy
rápido. –Soltó una risa nerviosa.
--Seguro.
–Entrecerró los ojos con desconfianza.
--Bueno,
comienza sin mí. –Huyó del comedor. Tomó lo primero
que encontró y se encerró en el baño.
Una rápida ducha y él estaba limpio
de todo rastro anterior. Dedicó un poco de tiempo a su arreglo personal para
retrasar el encuentro en lo que reunía el valor para encararlo.
Al ir por el pasillo notó una risa seguido
de un comentario ahogado.
--Sí,
hyung. No me dejó abandonado en el bar. Estoy en su casa y me hizo el desayuno.
Lamento haberlos preocupado. Estoy bien, tan pronto termine regresaré a casa.
Se incorporó al desayuno sin
interrumpir la llamada telefónica. Sirvió un poco de comida, llevándose los
bocados sin mirar al otro. No tenía idea de que seguiría después.
--Era
Seunghyun hyung. –Explicó una vez que terminó la
comunicación.
Asintió en silencio.
--Me
tengo que ir. –Se puso de pie, entonces le miró notando
que se encontraba igual de aterrado que él.- Tomé mis cosas.
--Lamento
si he arruinado nuestra amistad. –La lengua se le
fue intentando remediar lo que estaba roto.
--Cuídate.
–Negó lentamente. Le siguió hasta la entrada buscando el momento indicado.
--No
quiero retroceder por este incidente. –Murmuró
suplicante.
--Yo
tampoco, Daesung.
Bajó la mirada, sin saber si era
producto de la timidez o incomodidad. Eso le estresó, lo dejó ir.
Al ver la puerta cerrada sintió un
enorme peso en su pecho. Tanto tiempo cultivando una amistad y solo bastó un
estúpido incidente para arruinarla. Sabía que quizás el otro le odiaba y estaba
en su derecho. Nuevamente había quedado solo y el sentimiento era mucho peor.
No terminó de comer, recogió los
alimentos, buscó una bolsa negra de basura y fue a su habitación pero por
alguna razón ya no pudo pasar la puerta. Se quedó mirando la cama que no tenía
sábana alguna. Las imágenes mentales regresaron a él nítidamente. El ambiente
olía a jabón y sexo aunque no hubo realmente lo último. Sus ojos se pasearon
por las almohadas. Podía recordar los cabellos negros esparcidos y el rostro de
sufrimiento, que nada tenía que ver con dolor sino con excitación.
Desvió la mirada para espabilar los
malos pensamientos que se cruzaron por su mente, ingresó tratando de ignorar
los recuerdos frescos, metió en la bolsa las mantas junto a la ropa evidencia
del suceso, la selló y salió de para dejarla en el servicio. Curioso bajó hasta
el estacionamiento tan solo para confirmar que el Ferrari rojo no estaba en
donde lo aparcó. Seunghyun se había marchado.
No tenía por qué dolerle pero lo
sentía. Desganado regresó a su piso dispuesto a dormir hasta que fuera Lunes.
Revisó el móvil… no tenía mensajes
ni llamadas.
Arregló su cama y de metió en ella.
Una de las almohadas tenía un aroma peculiar, olía a Seunghyun y por ello la
abrazó sin ponerse a pensar quedándose profundamente dormido.
Estaba entrada la noche cuando
despertó y primera vez no hubo una invitación a una cena, no hubo mensajes de
esa persona. Se saltó la cena, aseó nuevamente su cuerpo para tenderse en la
cama, tragó dos somníferos que solo bebía en ocasiones especiales, se perdió en
el efecto tranquilizante porque no quería pensar en lo ocurrido donde la culpa
y el temor subió enroscándose por su ser. Su fuente de estabilidad no estaba
más, podía percibir la lenta llegada de la ansiedad.
Amaneció el Lunes al que dedicó su
atención al trabajo, pasó el tiempo en la agencia instruyendo a los novatos por
lo que momentáneamente ignoró el sosiego escalando por su espalda, solo en la
noche notó que tampoco había mensajes para él. La soledad reía disfrutando el
abandono de la estrella a la que había atado su vida. Las consecuencias del
incidente pero guardó esperanzas, creía que superarían la vergüenza y todo
quedaría como un recuerdo.
Fue Martes, tampoco hubo contacto y
no se atrevía a llamar ni visitarle a su hogar aunque en su interior se
retorciera el alma por ir en busca de la luz que le daba vida, ¿Seunghyun lo
recibiría o lo rechazaría? No podría soportarlo, la mirada incomoda, la mueca
tensa, los secos intentos de conversación… pasó por eso antes, tratarse como un
par de desconocidos obligados a relacionarse. Enviaba a borrador los mensajes y
resistía las ganas de tomar la dirección hacia la villa. Se convencía que lo
mejor que podía hacer por ambos es dejar correr el tiempo.
Llegó el Miércoles… sin cambio alguno.
El móvil no tuvo muestra de contacto alguno de Seunghyun. Comenzó a perder las
esperanzas, su amistad estaba arruinada. No volvería a ver a Jaemin. ¿Cómo
podría aconsejar al chico de mantener cuidado con las personas que se le
acercaran?
Fue Jueves… el único mensaje
relacionado con Seunghyun fue el otro Seung quien preguntaba las razones por
las que no iba a visitarles, directamente quería saber si había ocurrido un
problema entre maknae y él. Se limitó a decir que poseía carga de trabajo.
Viernes… Choi volvió a enviar
mensajes en los que explicaba su molestia por la lejanía asó como del silencio.
El menor se veía distraído, pasaba gran parte del tiempo encerrado en su
estudio. No fingía correctamente por lo que era notable su desanimo.
Su única respuesta fue evadir el
interrogatorio. No sabía qué responder.
Sábado… no hubo contacto alguno con
nadie de su círculo cercano.
Domingo. Vacío.
Otra vez fue Lunes…
Llegó el atareado Martes…
Miércoles tedioso...
Jueves social…
Viernes…
Sábado…
Domingo.
Dos semanas sin contacto alguno, sin
llamadas, sin mensajes, sin visitas inesperadas. Dejó ir a la última esperanza
y aceptó una gira de trabajo por Asia.
Nada le quedaba en Japón, no era
bienvenido en el hogar de Seunghyun, debía mostrar respeto a esas personas
resignándose a la distancia.
Choi Seunghyun a veces le preguntaba
cómo se encontraba, él mentía diciendo que estaba bien porque no lo estaba. No
dormía bien, no comía bien y no tenía ánimos para nada pero se obligaba a
continuar. Releía incontables de veces las viejas conversaciones, miraba las
fotografías que compartían. Al ver la sonrisa contagiosa se aferraba a los
recuerdos para continuar en la estresante vida; ir de aeropuerto en aeropuerto,
reuniones de trabajo, sesiones de instrucción, asesorías, entrevistas. Tenía la
convaleciente ilusión que quizás le vería en las portadas de un medio de
comunicación masiva. Si acaso Choi agobiada con reclamos y quejas, enviaba
alguna foto de los lugares que pisaba sin entrar en detalles para despistar. De
sus labios no saldría el verdadero motivo de la separación.
Se hizo la tercera semana, visitaba Seúl,
acudió a la tumba de sus padres a quienes pudo despedir antes de partir al otro
mundo, ellos vieron con buenos ojos la cercanía de Seunghyun –cuya fama por
controversial era un tanto dañina para cualquiera que estuviera demasiado cerca
de él- porque les devolvió el hijo que parecía cortar todos los lazos con sus
raíces.
Tuvo almuerzos con Bora y su
familia. Un tiempo muy ameno en mucho tiempo que anestesió la herida que dejó
la ruptura. Ella insistía en que volviera al país pero no sabía cómo explicarle
aquel extraño sentir que impedía alejarse mucho de Seung y Jaemin, continuaba
preocupándose por ellos, investigando su estado. Estaba consciente que su acto
no estaba bien argumentado, por más que intentara convencerse sabía que las
razones iban mucho más allá de la eterna gratitud. Se guardó los pensamientos
para sí mismo, decidido a disfrutar el momento familiar.
Averiguó algo de los Lee que pondría
en paz a su amigo –aunque no se lo haya pedido- , Hanna contrajo matrimonio tiempo
atrás con un hombre de negociosos, tenía una hija. Y los padres llevaban bien
la cafetería, no necesitaban de su “ingrato” hijo del que se negaba a hablar
cuando se les cuestionaba.
Estaba almorzando en su habitación
de hotel casi a final de semana cuando vio las noticias… un video sumamente
comprometedor revelaba a hijos de varias prestigiosas familias japonesas
inmiscuidos en narcomenudeo y trata de blancas. El chisme del momento. Recordó
las palabras de Touya Sakamoto y entendió. Quizás no fueran a lograr que los
chicos que acosaron a Jaemin fueran a prisión por el crimen que cometieron sin
embargo, con lo que aparecía en el video liberado en redes sociales a través de
cuentas fantasma dando vueltas al mundo, ponía en evidencia el tipo de personas
que son los chicos.
La gira de trabajo culminó con un
cambio de planes a último momento, el escándalo afectó ciertos negocios y le
pidieron regresar. En un punto, se separó de su manager argumentando que
necesitaba tiempo para descansar, no muy seguro aceptó, compró un boleto de
avión. Solo cuando estaba a punto de tomar el último subterráneo con recepción
telefónica dejó un mensaje a su representante sobre su verdadero objetivo.
Así que horas después estaba ahí. En
la estación de tren del mismo pueblito costero, las frías brisas del mar
acariciaban su rostro. Un taxi le llevó a la pensión de la señora Keiko que le
recibió extrañada porque no esperaba una visita tan pronto, no hizo preguntas
dedicándose a tratarle como un huésped.
Fue acomodado en la misma
habitación. Llovía fuertemente, ya no temía a las tormentas en cambio contemplaba
la noche ordenando sus pensamientos y requirió de medicación para descansar
adecuadamente al ver el reloj marcando las 2:30am, después del baño tibio fue
directo a la cama sin pedir cena. El dolor de cabeza que le aquejaba
desapareció junto a la consciencia.
Tan pronto despertó se arregló,
desayunó ligeramente y salió de la pensión. Pasó por la floristería del pueblo,
compró un poco de incienso y un encendedor. A paso lento se dirigió al noreste,
ofrecía una corta pero amena conversación con las personas que le reconocieron,
haciendo tiempo hasta creer que era momento de continuar.
Atravesó en silencio las rejas de la
entrada, caminó por la vereda conocida, pasó el viejo cerezo yendo hacia la
derecha y llegó a la tumba de Sora.
En un espacio secado por los rayos
del sol depositó los presentes, retiró las flores secas de su última visita
para reemplazarlas con las frescas traídas de los campos hasta el local del
pueblo. Encendió incienso y oró plegarias cristianas. Invocó el recuerdo de su
difunta esposa y solo a ella confió todos sus secretos, sus miedos, sus
anhelos, sus sentimientos.
Se quedó callado con los ojos
cerrados y las dedos entrelazados, consciente que no tendría respuesta más que
el alivio a su alma. Murmuró aquello que le tenía atormentado, el mayor de
todos sus secretos.
--¿Está
bien eso para ti, mi amada Sora? –Soltó al viento
acariciando la cripta.
Extrajo su sortija de matrimonio, la
depositó al fondo de uno de los floreros.
Todo el tiempo de separación no pudo
alejar de su mente Seunghyun, naufragó entre los recuerdos y las emociones que
le inspiraban. En el grado de confianza que fio, la fortaleza, el entusiasmo… y
aquella calidez que solamente una vez llegó a sentir.
Tras tiempo de larga meditación llegó
a un descubrimiento perturbador…
Entendía el origen de las razones
por las que seguía a Seunghyun, la necesidad de estar a su lado, la profunda
preocupación por su bienestar, la incomodidad ante el tema de encontrar una
esposa, el dolor que le producía saber que no podría estar cerca, ni soñar con
una oportunidad de colocar en sus manos lo que hizo brotar gracias a su
compañía.
Le gustaba Seunghyun y no de la
manera fraternal. Le gustaba como un enamorado empedernido. Como un hombre
amando a otro hombre. Con intenciones tiernas y perversas; alegrías y celos;
con deseos e ilusiones… con una latente necesidad de ir ante él para
estrecharlo para sentirse completo.
Su mente no dejaba un descanso a la
tortura mental, había sido un imbécil al depositar sus sentimientos en un
hombre del que no tenía garantía alguna, así como también el subconsciente le
regresaba a la dulce experiencia de escucharle decir su nombre, la sonrisa
dedicada que calmaba el más oscuro de los pensamientos y el tibio tacto de su
tez contra la suya en algo tan inocente como tomar su mano.
En su interior el instinto murmuraba
que no fue un proceso de la noche a la mañana, nadie en la vida real se enamora
de otra persona en menos de un día, todas las señales estuvieron ahí a lo largo
de los años, emergiendo lentamente. El proceso requirió años y bastos recuerdos
en los que Seunghyun estaba ahí como un hermano pero él correspondía como fiel
compañero.
--Fue
así, mi amada Sora. –Sonrió ante el tributo de su
esposa, rendido a todo lo que sentía.
La pregunta era la misma ¿Qué iba a
hacer con todos sus sentimientos? Todo
estaba perdido, cuando apenas volvía a encontrar a la persona indicada para
amar, a quien entregar su dedicación salpicada de sentimientos, las esperanzas marchitaban.
Sus ojos se dirigieron al viejo
cerezo en un acto reflejo de la visita anterior y el corazón aceleró su pulso
al descubrir bajo las ramas una silueta. Parpadeó varias veces esperando que la
ilusión desapareciera para devolverle el vacío, pero no fue así. El perfil
permaneció inmutable, no traía la vestimenta que recordaba, estaba ataviado por
una gabardina oscura, una bufanda azul rey protegía el cuello resaltando la
piel nívea, el cabello oscuro se dejaba manipular por el viento. Los ojos bordeados
de ojeras se cruzaron con los suyos a pesar de los metros que les separaban y
pudo distinguir un semblante que reflejaba culpabilidad, melancolía y
desasosiego.
Inevitablemente su cuerpo se condujo
hacia el viejo cerezo, con cada paso su corazón latía descontrolado al
comprobar que era real lo que veía. ¿Cómo había llegado Seunghyun?
--Se
supone que vendríamos juntos. –Escurrió un
débil susurro al estar a una corta distancia.
No respondió, se detuvo para mirar
con mayor detalle al otro. Estiró una mano hacia el rostro de la persona que
había puesto su mundo de cabeza.
--Perdón.
–Vio las mejillas ruborizándose, a causa del frío o de alguna desconocida
intención, los ojos huyeron de los suyos pero fue la imagen más tierna.- Yo… todo fue extraño… y luego…
--Está
bien. –Murmuró al cabo de unos minutos.- Estás aquí.
Sus manos sostuvieron las mejillas
frías, los ojos se cansaron de huir, le miraron irremediablemente. Pudo
percibir el mismo caos escondido en las entrañas que él padecía. Era la empatía
en sus sentimientos, aunque se interponía la indecisión.
--Es
tan aterrador.
--Pero
tampoco se pude vivir sin esa sensación. –Sonrió
débilmente.
Seunghyun temblaba tanto que la
intención terminar con ello fue seducida por una idea. Lo abrazó, envolviendo
entre sus brazos aquella figura conocida. El calor poco a poco fue transmitido
mutuamente, semejaba tanto a la sensación que produce cuando uno llega a casa
después de un largo viaje.
--Todo
lo que hemos logrado.
--Permaneceré
el tiempo que tú lo desees.
--Sabes
lo idiota que puedo llegar a ser. No me hagas caso. No te vayas.
Su calor, y su olor. Todo estaba
bien, las cosas en su lugar.
--Vamos
a desayunar.
Lentamente se separaron comenzando a
andar el camino hacia el centro del pueblo. Podía disfrutar plenamente sus sentimientos
nutriéndose con el regreso de Seunghyun. No era dependencia, sino amor.
Las esperanzas renacían en su
interior como en un milagro divino. Estaba consciente que su compañero intuía
lo que sentía y quizás no notaba que comenzaba a sentir lo mismo que él.
Su situación es lejana al típico
amor no correspondido, asemeja más al brote de una delicada flor. La semilla
finalmente se partió para dejar salir pequeñas raíces, requería paciencia y dosis
de cuidados gentiles para que ese brote se convirtiera en una primavera, una
hermosa flor. Él sería el jardinero que procuraría el brote. Estaba decidido en
enamorar a Seunghyun.
.
.
.
Continuará.
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