07-NIÑO FUERTE
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7-NIÑO FUERTE
Una mañana más en esa
casa elegante con toques asiáticos y sofisticación. La señora Nitta, la
principal empleada doméstica cuya antigüedad al servicio de la familia casi alcanzaba
los seis años, había terminado de poner la mesa de manera que el desayuno fuera
tomado sin problemas… sin embargo problemas son los que coexisten cuando los
intereses de un adolescente y un padre se enfrentan.
No eran ni las siete de
la mañana y el señor de la casa ya estaba desgastando sus energías en la típica
discusión de los miércoles. Día único en que las reglas del colegio privado
indican una ligera libertad a la comunidad estudiantil… dejar descansando los
uniformes para permitir el uso de prendas informales. Desde que dicha reforma
al reglamento escolar había entrado en vigor el presente semestre, las cosas no
habían sido del todo agradables.
--¡He dicho que no!
--¡Papá! No soy una chica para que controles mi forma
de vestir.
La señora Nitta como
todas las mujeres de su país, es muy discreta y servicial, más con el tiempo
viviendo en esa casa, era su deber moral intervenir para que el señor de la
casa no terminara con migraña o algún mal de salud.
Éste había llegado a
las tres de la mañana de un viaje de negocios a China, no intentó despertarle a
pesar de que fue contratada para servir, por lo tanto el amo debió atenderse
solo y eso significaba que no tomó nada y se arrojarse a la cama para dormir lo
que le fuera posible antes de ir a dejar a su hijo a la escuela.
Todo sería más fácil
si el señor tuviera en casa una esposa, pero desde el divorcio y su llegada a
estas tierras no se mostró interesado en formalizar relación alguna, no era que
fuera poco atractivo, de hecho había muchas mujeres que aspiraban a ocupar la
posición como la señora de la casa, mas el amo se mostraba completamente
indiferente a desposar a una fémina.
--Señora Nitta.
-Umi, la empleada novata, se acercó a ella en la cocina.-- Hay un hombre en la puerta, dice ser amigo del señor.
A veces la paciencia
se le iba debido a su edad, pero es que la chica parecía una retrasada, todavía
no aprendía el nombre de los familiares y amigos que visitaban la casa. Así que
decidida dejó a la otra encargarse de los preparativos finales del desayuno.
Por un pasillo
alternativo de la gran casa se dirigió con pies menudos al recibidor e hizo la
nota mental de reprender a la joven empleada, porque la persona que estaba en la
entrada, con un paquete en mano era una de las personas que más frecuentaba a
la familia.
--¡Cuánto lo siento, señor! Ofrezco mis disculpas por
la falta de educación. -Hizo una
reverencia dejando pasar al hombre.
--Buenos días, Señora Nitta. ¿Personal nuevo, ah?
El señor posee una
sonrisa encantadora, no se mostraba del todo cómodo con los protocolos, y menos
cuando se trata de personalidades cuyo contacto con el mundo occidental les
orilla a adquirir costumbres extranjeras.
--Oh, sí, la joven se llama Umi y apenas llegó hace unos
días.
--Más personal para las tareas de la casa. Un poco de
ayuda no estaría mal.
--Aún soy capaz de mantener el ritmo.
Le indicó el camino
hacia el comedor donde se llevaba a cabo el apasionado encuentro sobre la moda
y la decencia.
--Oh, veo que ya
están con muchos ánimos.
--Ya sabe, el silencio es lo único que no reina en esta
casa. Señor.
--Es una cualidad de ellos.
--El amo apenas ha llegado y en lugar de estar
descansado como se debe, está teniendo disgustos.
--Ya deberías estar acostumbrada. Por cierto, he traído
un poco de caviar para la cena. -Pasos
antes de ingresar al comedor, el hombre se volvió para entregar la caja.
--Muchas,
gracias. Supongo que se quedará a cenar.
--Por tu sazón, me quedaré.
Ante los halagos solo
atinó a hacer una reverencia y marcharse de vuelta a la cocina para mandar a la
joven a que ponga una vajilla más. Sin embargo alcanzó a escuchar cómo
intervenía en la discusión.
--¡Buenos días! Veo que ya están llenos de energías. Es
genial. -Aunque la mayoría de las
visitas de la familia eran personas importantes, un singular grupo muy cercano
al señor olvidaba las formalidades y se mostraban bastantes íntimos.-- Luces muy bien, Jaemin.
--¿Verdad que sí tío Daesung? -El joven amo pronto se enfiló con el aliado.-- Buenos días.
--¡Daesung, por favor! No alientes a mi hijo.
--Solo admiro el buen gusto que tiene.
--De ninguna manera.
--Papá, no seas anticuado.
--Conoces las reglas… -La voz del amo parecía a la de un niño caprichoso empeñado en salirse
con la suya.
Tomó la taza de café
para el invitado y fue al comedor para esperar a que el desayuno terminara.
--¿Por qué te empeñas en eso? ¿Qué tiene de malo?
--Esa tela luce muy ajustada para tu cuerpo… MUCHO.
--Tampoco es para tanto, Seung… se le ve bien. Tienes
que admitirlo. -El señor Kang
agradeció con una sonrisa.
--¡Daesung!
Deslizó el recipiente
de azúcar para que el viejo amigo de la familia endulzara a su gusto la bebida.
Luego, se quedó a cerca de la mesa para cualquier cosa que se ofreciera a los
comensales.
--Es la moda, papá. Tú me compraste estos pantalones
Alexander MCQueen
--Estoy seguro que no te quedaban tan embarrados.
--Claro que sí. ¿A poco no me veo genial?
--No.
El joven amo fue un
poco grosero mientras el padre soltaba aquel desgastado discurso sobre los
modales.
--…Y muchas personas te pueden ver así…
--Ese es el punto, papá.
Ahí supo que el
adolescente había cometido un terrible error.
--¡¿Quieres que te vean?!
--Sí. Quiero ser notado.
--Yo creo que…
-Intentó intervenir el invitado pero de alguna manera sabía que sería ignorado.
--¡Tú no sabes las intenciones que tienen las personas!
--Crecí, papá.
--Lo sé, pero eso no significa que tengas que llamar la
atención de esa forma, sabes que…
--Papá… quiero tener citas.
Y es en ese momento
en que la discusión se torna acalorada, el amo se mostrará herido en sus
sentimientos.
--¿Citas? -No
se equivocó al ver el semblante sombrío del señor.
--Papá, sabes que nada malo me va a suceder. Además soy
fuerte. Tengo diecisiete años y no he tenido una cita formal.
--¿Para qué quieres tener citas? Las citas son una gran
responsabilidad porque…
¿Cómo se podía hacer
entender a un padre que su hijo ha crecido y tiene las hormonas alborotadas
como cualquier joven, y tiene plenas intenciones de conocer personas, pero
sobre todo, tener S E X O? Bueno, esa etapa no podía ser retrasada por más
tiempo. El señor tenía que aceptar que su niño había crecido, se avecinaba la
fase en que va a adquirir experiencias.
--Papá…
--No irás al colegio vestido de esa forma tan…
provocativa. Te vas a cambiar y punto. Tú decides si quieres reprobar el examen
de física.
--¡Papá!
El chico gruñó
molesto pero obedecería porque en el fondo sabe que su padre hace grandes
sacrificios por él; los nuevos diseños de celular los tendría apenas con unos
días desde su preventa. Su clóset estaba compuesto desde Saint Laurent, Dior,
AlexanderMacQueen hasta Chanel. Tenía los accesorios más costosos… los perfumes
más sofisticados. Tenía lo que un chico podría envidiar, nada le faltaba.
Después, las aguas
del océano se calmaron. Loso gritos fueron sustituidos por una conversación
amena. El joven salió alejando que iba a cambiar su ropa mientras los adultos
se enfrascaron en una conversación. Ese tipo de visitas hacen que el señor de
la casa estuviera de un humor realmente pacifico. Aunque si era un poco extraño
que ese hombre, precisamente, pasara demasiado tiempo en la casa. Llevaba
comidas, entre otras cosas por el estilo y en ocasiones pasaba la noche en una
de las habitaciones de huéspedes que estaba designada a él. La mayoría de los
empleados le conocían, aunque al principio se muestra reservado es una persona
realmente amable.
Había escuchado por
boca del joven amo que era viudo, así que ambos servían de compañía del otro.
Bebían hasta agotar tres botellas de vino o sake, las conversaciones eran
largas… pero nunca antes se notó más cómodo al señor con otras personas, quizás
la diferencia sería el señor Choi Seunghyun y su pareja. Aún recuerda cuánto le
costó adaptarse a ver a dos hombres tratarse con la sutileza de una pareja
enamorada. Sin embargo, el trabajo era bien pagado y ya se había encariñado con
el niño… es cierto que le pagaban por servir mas fue inevitable, con el paso de
los años, desarrollar cierta simpatía con la familia y allegados del señor.
Por medio del reloj
de pared notó que eran las ocho con cuarto, el joven no bajaba y los señores
estaban enfrascados con su conversación. Debía apresurar al estudiante o no
llegarían a tiempo, y quizás en Corea las cosas funcionaban de una manera
diferente, pero en Japón la impuntualidad en los colegios era fuertemente
penada, aunque fueran famosos y la institución fuera privada. Dejó a Umi a
cargo de los hombres mientras ella subía a la planta alta.
Lee Jaemin no era
como la mayoría de los niños ricos con los que trabajó hace años, no ensucia
tanto ni hace tanto desorden. Quizás fuera su educación desde Corea, pero nunca
tuvo problemas con la habitación. Quizás lo más preocupante eran esos momentos
cuando el señor no está en el país y el joven queda solo en casa, la rutina de
encerrarse en la habitación sin siquiera querer bajar a comer. Una vez creyó
que la razón fuera el contacto con drogas o el alcohol pero a pesar de las
pesquisas que realizó en secreto, ningún indicio fue descubierto, lo que sí,
fueron esos dulces ojos rojizos con rastros de lágrimas y el apego a cierto
juguete; un pequeño auto color rojo brillante que tanto limpiaba personalmente.
Así que con el paso
de los años, aprendió que el silencio es un mal augurio. El joven se deprimía
pero cuando llegaba su padre, actuaba tan diferente, como si la sonrisa que
mostraba nunca decayera.
Quizás el único
defecto que encontraba en la personalidad del chico era la terquedad. Siempre
luchaba por obtener los primeros lugares, en lo que fuera, entonces se sobre
esforzaba y cuando perdía entrenaba maltratando su delgado cuerpo.
Tocó la puerta, el
joven amo le autorizó ingresar a su alcoba.
--Debe apresurarse, joven.
Vio que luchaba por
hacer que los pantalones holgados, dos tallas más grandes (obra del señor)
subieran sobre los pantalones que le habían obligado a quitarse pero que en
definitiva, no iba a quitarse.
--Ya lo sé…
-Estaba contra la cama estirando la tela que no pacería ceder.-- Pero esta cosa no quiere…
--Está haciendo trampa.
--Oh, vamos… -Se
contorsionó de una manera poco normal y logró su cometido.-- ¡Ja! Ya sabía yo que se podía.
--Solo falta ocultar su camisa. ¿Piensa ponerse una
sudadera o qué?
--¡Eres genial, Nitta-san!
Su intención era
sarcástica, no la de apoyarlo. Comenzó a negar mientras el joven tomaba la
prenda.
--Usted, va a hacer que me despidan.
--No lo creo, si no le dices a papá, no habrá delito
que perseguir porque tampoco diré algo.
--Bueno, le avisaré a su padre…
--Oh, vas a romper el momento de cortejo. –La voz adquirió un tono misterioso.-- Tío Daesung es tan obvio ¿No lo crees,
Nitta-san?… -Dijo el joven con voz burlona.-- Pobre, me da pena, quisiera ayudarlo…
--Joven, usted y sus locas ideas. -No, no era la primera vez que el amo Jaemin decía
aquellas cosas sobre el señor Kang y su padre.
--¡Nitta-san! Tío Daesung le tiene unas ganas a papá.
Arreglaba su cabello
que se había maltratado entre la lucha con las ropas y soltó una carcajada
divertida.
--No lo diga tan alto, si su padre escuchara…
--Papá vive en la quinta nube… no se da cuenta de que
tío le mira el trasero… papá es tan ingenuo.
--Amo Jaemin, usted me preocupa.
--Tío ha dejado de usar su sortija de matrimonio desde
hace medio año. ¡Van con todo! Pero no tiene idea de cómo llegar al corazón de
papá… por eso me da pena.
--Si el señor Kang escuchara, no creo que le agrade…
--Oh, sí… quizás lo niegue, pero es la verdad.
--Mejor apresúrese.
--Pero, ¿Sabes? No me molestaría que papá y tío
estuvieran juntos como tío Seunghyun y tío Jaejoong… creo que harían una linda
pareja. Ha pasado tanto tiempo que papá ha tenido una cita, ¡Imagínate! Ni
siquiera ha tenido sexo. Quizás por eso anda todo amargado.
--Su padre no sabe la clase de ideas que circulan en
esa cabeza… -Negó asustada de lo que
escuchaba.
--Lo sé, por eso debo cuidarlo a él.
--Usted es un niño, aún.
--Pero muy fuerte. Lo seré y cuidaré de papá. -En ese tipo de frases, el brillo de esos ojos cálidos
se vuelve amenazante. Una determinación que no da lugar a las dudas es lo
suficiente clara para desenvolver una reacia lucha interna. Y de alguna manera
sospecha que tiene que ver con el pasado que se dejó en Seúl cuando llegaron a
tierras niponas.
Poco sabía de la
familia. Ellos tenían viviendo un año de haberse mudado cuando la agencia le
llevó a su entrevista de trabajo. En ese entonces al señor lo que más le
interesaba era una empleada con experiencia trabajando con niños, y realmente
fue extraño que la familia Lee solo estuviera constituida por el padre y un
niño no más de doce años con semblante triste. Nunca ha querido preguntar,
porque su naturaleza le dicta ser siempre discreta. Las empleadas domésticas
suelen enterarse de los más oscuros secretos de las personas a las que sirven,
pero en su caso las cosas son muy herméticas.
El hermoso niño con
apariencia de porcelana pero tan fuerte finalmente terminó y se adelantó para
llamar la atención de los hombres. Éstos salieron de la casa sin avisar si
volvían a la hora de la comida o no, pero era mejor estar preparada así que
mientras Umi se encargaba de la limpieza, ella se dedicó al menú.
Las horas
transcurrían lentamente en una casa con solo dos habitantes, sin mucho que
limpiar realmente. Ni siquiera había mascotas con las cuales lidiar, puesto que
la familia solía salir a menudo. Pasaban la mayor parte del tiempo fuera que
dentro. Clases de natación, juijitsu, inglés, y música eran las actividades
extra del joven que llegaba a su casa pasada la tarde, justo al anochecer, pero
se daba un espacio para comer en casa. Así que todo era un ir y venir.
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A las cuatro con veinte,
llegó el señor con el menor. Ella vio diferente al joven, lucía muy pensativo
durante la comida que transcurrió sin altercados. Después de que la familia
terminara, el señor fue a descansar un rato en lo que el menor se preparaba
para sus clases extra.
A pasos tranquilos se
dirigió a la habitación del joven Jaemin para acomodar la ropa que salía de
lavandería perfectamente planchada y perfumada. Al ingresar a la habitación
notó que éste se encontraba mirando a través del ventanal, vestido para su
clase de juijitsu con el bolso deportivo descansando al pie de la cama.
--Permiso, joven.
El chico apenas le
miró y ella continuó su labor para acomodar de manera precisa las prendas de
marca dentro del gran clóset que constituía la mitad del guardarropa.
--Nitta-san…
Estaba a punto de
marcharse a la cocina cuando la suave voz atrajo su total atención.
--¿Necesita algo, joven?
--¿Puedo confiar en ti una… inquietud?
Miró como el chico
bajaba la mirada intentando ocultar un tenue coloreteo de las mejillas. El
instinto maternal afloró sin poder evitarlo, hace muchos años tuvo un hijo pero
éste enfermó y murió siendo apenas un niño. ¿Cómo no iba a sentir aprecio por
ese chico que no tenía madre y a cuyo padre que no se le podía exigir más de lo
que ya daba?
--Usted sabe que sí.
--Gracias.
–Señaló la silla del escritorio que ocupa para realizar las tareas escolares.
Permanecieron en un
largo silencio, que ella prefirió respetar… cuando estuviera listo, Jaemin
hablaría.
--Hoy… -Rompió
con el mutismo.-- Hoy… tuve mi primera
confesión.
Se sintió conmovida
al verle incomodo, con las pálidas mejillas todavía más rojas, dando un aire
más frágil e infantil. Al parecer, el muchacho seguía siendo en el fondo de su
se,r un ingenuo niño.
--No parece muy feliz… ¿Acaso no deseaba tener citas? –Animó a que continuara.
--Fue una chica… linda, buena en clase… dijo que fui su
primera confesión.
Algo en los hermosos
ojos claros le anunció una especie de preocupación.
--Oh, es tan hermoso el romance juvenil.
--Pero, Nitta-san… yo no quería…
--No, entiendo.
-¿Acaso no alegó durante el desayuno sus intenciones de salir con chicas?
--Imaginé que mi primera confesión, sería… un chico.
La información que
salió en un tímido susurro le desconcertó por completo. Observó al joven,
estatura media, complexión fibrosa, fuerte, de facciones infantiles pero con
líneas varoniles.
--Oh…
--A mí me gustan los chicos. –El rubor de las mejillas aumentó, comenzó a morder
fuertemente el labio inferior regresándole la mirada con expresión mortificada.
--No sé qué decir…
--Me disculpé con ella pero no puedo dejar de sentirme
culpable porque seguramente le destrocé las ilusiones del primer amor. Se
confesó a un chico que gusta de otros chicos.
Antes, hubiera sido
prejuiciosa, pero en esos años al servicio del señor Lee Seunghyun, aprendió a
apreciar los diversos tipos de parejas. El señor Choi Seunghyun y su esposo Kim
Jaejoong son un ejemplo. No obstante, nunca imaginó que el hijo del señor Lee
fuera homosexual.
Notó el sufrimiento
del joven, no solo era la confesión de la chica lo que había puesto ese hermoso
rostro tan triste.
--“¿No se supone que a los chicos les gustan las
chicas?” Eso fue lo que dijo una vez que le explicara el por qué no podía
aceptar sus sentimientos.
Fue comprendiendo
poco a poco, así como desflorar una rosa, pétalo tras pétalo. A Lee Jaemin le
mortificó la reacción de la chica.
--Pero usted hizo bien. No le dio falsa ilusiones y fue
honesto.
--Ella me miró raro, no sé si va a contarles a los
chicos del instituto, no quiero problemas.
--¿Su padre no sabe…? –No quería imaginar lo que ocurriría si el señor se enterase que a su
único hijo, varón, le atraían los hombres en lugar de las mujeres. Quizás
gritaba o guardaría rencor.
Una dulce sonrisa
adornó el rostro de facciones delicadamente delineadas.
--No sé si decirle a papá sobre la confesión porque
seguramente, se preocupará de más. Se sentirá culpable.
--Estoy segura que él entenderá… un padre nunca deja de
querer a su hijo, lo acepta sea como sea.
--Lo sé.
--Quizás, si espera el momento adecuado antes de revelar
a su padre, él no se molestará.
--Papá, me quiere mucho. Me sobreprotege. Nunca se
molestaría.
--Lamento ser entrometida en sus asuntos, pero, ante
cualquier problema… puede confiar en mí.
--Es cierto, tú no sabes. –Le miró como recordando algo importante.
--Soy solo la empleada doméstica de la casa. Una
humilde servidora.
--Tú no sabes por qué dejamos Corea. No sabes sobre lo
que mamá hizo conmigo, y que intenté suicidarme.
Se quedó sin habla al
escuchar cada frase. Secreto a secreto le fe develado en esos cinco minutos de
conversación.
--Mamá me odió cuando le dije que era gay. Tenía once
años. Un hyung me besó y eso bastó para que supiera la razón por la cual
ninguna chica me parecía atractiva. Se dedicó día y noche a reprocharme, a
presionarme con decirle a papá lo que era. Anteriormente, cuando era más
pequeño hubo un problema parecido, pero en ese momento era real porque yo mismo
confesé que no sentía atracción por las niñas. No soporté las amenazas, así que
pensando que papá se avergonzaría de mí. Decidí terminar con mi vida. Me arrojé
de la segunda planta de la escuela. –El
rostro se tornó sombrío, como si el recuerdo le trajera escalofríos.-- De milagro no morí… pero en el hospital mi
madre dijo que era lo mejor. Sin mi existencia no habría deshonra y me reveló
que nunca quiso tenerme, aunque de alguna manera debía obligar a papá a casarse
con ella. Él fue al hospital, sin tener valor para mirarle le pedí perdón pero
solo me abrazó fuertemente, esa ocasión le vi llorar. Poco a poco las visitas
de mamá se redujeron. Al regresar a casa noté que ella ya no vivía con nosotros.
Papá se enteró de alguna manera sobre lo que hizo y la sacó de nuestras vidas.
Entonces, él decidió traerme a Japón.
Muchas cosas comenzaron
a encajar en la mente de Nitta, se sintió pequeña al ser depositaria de tanta
confianza, de conocer el dolor de un padre, el sufrimiento de un niño y la dura
crueldad de una mujer superficial.
Lo que más le
sorprendió fue que ese joven con rasgos infantiles sonriera mientras culminaba
el relato de aquel oscuro pasado.
--Papá sabe lo que soy, y me ha aceptado totalmente.
Como hijo, no debo darle ningún problema… tengo que demostrarle cuanto amor le
tengo por su apoyo. Quiero que se sienta orgulloso de mí.
--Estoy segura que no es necesario. Él entiende.
--Me preocupa que en el instituto me vean raro.
--Han pasado por tanto, ¿No cree que la mejor manera de
honrar a su padre es mantener le mirada al frente? No intente ser la corteza de
un árbol, aspire a la hierba, que aunque la tormenta la doblegue, jamás la
rompe.
--Muchas gracias por comprender, Nitta-san… -Aquella cabeza asintió lentamente entendiendo el
punto al que se refería.
--Muchas gracias a usted. Por confiar tan importante
suceso de su infancia.
--Iré a despertar a papá, ya es tarde para mi clase. No
quiero perder ningún entrenamiento, el sábado tengo que ir por un trofeo.
Era inevitable
sonreír a ese joven valiente que había soportado tanto a tan temprana edad. La
sociedad no había cambiado mucho, la discriminación seguía vigente a cargo de
personas intolerables.
Su concepto acerca
del joven amo había cambiado radicalmente. No podría verlo como el típico
chiquillo rico, sino como el niño fuerte que es. Le vio alejarse con ese andar
despreocupado que nadie imaginaría que guarda dentro de sí el alma de un
guerrero salpicado de cicatrices causadas por intentar proteger su honor.
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CONTINUARÁ.
NOTAS DEL
AUTOR:
Bueno, han
pasado unos 13 años desde que Jaemin y Youngkyu se vieron por última vez. Ambos
han crecido… pero el destino (yo, como autora) se encargará de reunirles
nuevamente.
Je, je, je… y
entonces sí, se va a armar el pollo.
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