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sábado, 16 de abril de 2016

HABLEMOS DE AMOR 07

07-NIÑO FUERTE


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7-NIÑO FUERTE







Una mañana más en esa casa elegante con toques asiáticos y sofisticación. La señora Nitta, la principal empleada doméstica cuya antigüedad al servicio de la familia casi alcanzaba los seis años, había terminado de poner la mesa de manera que el desayuno fuera tomado sin problemas… sin embargo problemas son los que coexisten cuando los intereses de un adolescente y un padre se enfrentan.

No eran ni las siete de la mañana y el señor de la casa ya estaba desgastando sus energías en la típica discusión de los miércoles. Día único en que las reglas del colegio privado indican una ligera libertad a la comunidad estudiantil… dejar descansando los uniformes para permitir el uso de prendas informales. Desde que dicha reforma al reglamento escolar había entrado en vigor el presente semestre, las cosas no habían sido del todo agradables.

--¡He dicho que no!

--¡Papá! No soy una chica para que controles mi forma de vestir.

La señora Nitta como todas las mujeres de su país, es muy discreta y servicial, más con el tiempo viviendo en esa casa, era su deber moral intervenir para que el señor de la casa no terminara con migraña o algún mal de salud.
Éste había llegado a las tres de la mañana de un viaje de negocios a China, no intentó despertarle a pesar de que fue contratada para servir, por lo tanto el amo debió atenderse solo y eso significaba que no tomó nada y se arrojarse a la cama para dormir lo que le fuera posible antes de ir a dejar a su hijo a la escuela.
Todo sería más fácil si el señor tuviera en casa una esposa, pero desde el divorcio y su llegada a estas tierras no se mostró interesado en formalizar relación alguna, no era que fuera poco atractivo, de hecho había muchas mujeres que aspiraban a ocupar la posición como la señora de la casa, mas el amo se mostraba completamente indiferente a desposar a una fémina.

--Señora Nitta. -Umi, la empleada novata, se acercó a ella en la cocina.-- Hay un hombre en la puerta, dice ser amigo del señor.

A veces la paciencia se le iba debido a su edad, pero es que la chica parecía una retrasada, todavía no aprendía el nombre de los familiares y amigos que visitaban la casa. Así que decidida dejó a la otra encargarse de los preparativos finales del desayuno.

Por un pasillo alternativo de la gran casa se dirigió con pies menudos al recibidor e hizo la nota mental de reprender a la joven empleada, porque la persona que estaba en la entrada, con un paquete en mano era una de las personas que más frecuentaba a la familia.

--¡Cuánto lo siento, señor! Ofrezco mis disculpas por la falta de educación. -Hizo una reverencia dejando pasar al hombre.

--Buenos días, Señora Nitta. ¿Personal nuevo, ah?

El señor posee una sonrisa encantadora, no se mostraba del todo cómodo con los protocolos, y menos cuando se trata de personalidades cuyo contacto con el mundo occidental les orilla a adquirir costumbres extranjeras.

--Oh, sí, la joven se llama Umi y apenas llegó hace unos días.

--Más personal para las tareas de la casa. Un poco de ayuda no estaría mal.

--Aún soy capaz de mantener el ritmo.

Le indicó el camino hacia el comedor donde se llevaba a cabo el apasionado encuentro sobre la moda y la decencia.

 --Oh, veo que ya están con muchos ánimos.

--Ya sabe, el silencio es lo único que no reina en esta casa. Señor.

--Es una cualidad de ellos.

--El amo apenas ha llegado y en lugar de estar descansado como se debe, está teniendo disgustos.

--Ya deberías estar acostumbrada. Por cierto, he traído un poco de caviar para la cena. -Pasos antes de ingresar al comedor, el hombre se volvió para entregar la caja.

 --Muchas, gracias. Supongo que se quedará a cenar.

--Por tu sazón, me quedaré.

Ante los halagos solo atinó a hacer una reverencia y marcharse de vuelta a la cocina para mandar a la joven a que ponga una vajilla más. Sin embargo alcanzó a escuchar cómo intervenía en la discusión.

--¡Buenos días! Veo que ya están llenos de energías. Es genial. -Aunque la mayoría de las visitas de la familia eran personas importantes, un singular grupo muy cercano al señor olvidaba las formalidades y se mostraban bastantes íntimos.-- Luces muy bien, Jaemin.

--¿Verdad que sí tío Daesung? -El joven amo pronto se enfiló con el aliado.-- Buenos días.

--¡Daesung, por favor! No alientes a mi hijo.

--Solo admiro el buen gusto que tiene.

--De ninguna manera.

--Papá, no seas anticuado.

--Conoces las reglas… -La voz del amo parecía a la de un niño caprichoso empeñado en salirse con la suya.

Tomó la taza de café para el invitado y fue al comedor para esperar a que el desayuno terminara.

--¿Por qué te empeñas en eso? ¿Qué tiene de malo?

--Esa tela luce muy ajustada para tu cuerpo… MUCHO.

--Tampoco es para tanto, Seung… se le ve bien. Tienes que admitirlo. -El señor Kang agradeció con una sonrisa.

--¡Daesung!

Deslizó el recipiente de azúcar para que el viejo amigo de la familia endulzara a su gusto la bebida. Luego, se quedó a cerca de la mesa para cualquier cosa que se ofreciera a los comensales.

--Es la moda, papá. Tú me compraste estos pantalones Alexander MCQueen

--Estoy seguro que no te quedaban tan embarrados.

--Claro que sí. ¿A poco no me veo genial?

--No.

El joven amo fue un poco grosero mientras el padre soltaba aquel desgastado discurso sobre los modales.

--…Y muchas personas te pueden ver así…

--Ese es el punto, papá.

Ahí supo que el adolescente había cometido un terrible error.

--¡¿Quieres que te vean?!

--Sí. Quiero ser notado.

--Yo creo que… -Intentó intervenir el invitado pero de alguna manera sabía que sería ignorado.

--¡Tú no sabes las intenciones que tienen las personas!

--Crecí, papá.

--Lo sé, pero eso no significa que tengas que llamar la atención de esa forma, sabes que…

--Papá… quiero tener citas.

Y es en ese momento en que la discusión se torna acalorada, el amo se mostrará herido en sus sentimientos.

--¿Citas? -No se equivocó al ver el semblante sombrío del señor.

--Papá, sabes que nada malo me va a suceder. Además soy fuerte. Tengo diecisiete años y no he tenido una cita formal.

--¿Para qué quieres tener citas? Las citas son una gran responsabilidad porque…

¿Cómo se podía hacer entender a un padre que su hijo ha crecido y tiene las hormonas alborotadas como cualquier joven, y tiene plenas intenciones de conocer personas, pero sobre todo, tener S E X O? Bueno, esa etapa no podía ser retrasada por más tiempo. El señor tenía que aceptar que su niño había crecido, se avecinaba la fase en que va a adquirir experiencias.

--Papá…

--No irás al colegio vestido de esa forma tan… provocativa. Te vas a cambiar y punto. Tú decides si quieres reprobar el examen de física.

--¡Papá!

El chico gruñó molesto pero obedecería porque en el fondo sabe que su padre hace grandes sacrificios por él; los nuevos diseños de celular los tendría apenas con unos días desde su preventa. Su clóset estaba compuesto desde Saint Laurent, Dior, AlexanderMacQueen hasta Chanel. Tenía los accesorios más costosos… los perfumes más sofisticados. Tenía lo que un chico podría envidiar, nada le faltaba.

Después, las aguas del océano se calmaron. Loso gritos fueron sustituidos por una conversación amena. El joven salió alejando que iba a cambiar su ropa mientras los adultos se enfrascaron en una conversación. Ese tipo de visitas hacen que el señor de la casa estuviera de un humor realmente pacifico. Aunque si era un poco extraño que ese hombre, precisamente, pasara demasiado tiempo en la casa. Llevaba comidas, entre otras cosas por el estilo y en ocasiones pasaba la noche en una de las habitaciones de huéspedes que estaba designada a él. La mayoría de los empleados le conocían, aunque al principio se muestra reservado es una persona realmente amable.

Había escuchado por boca del joven amo que era viudo, así que ambos servían de compañía del otro. Bebían hasta agotar tres botellas de vino o sake, las conversaciones eran largas… pero nunca antes se notó más cómodo al señor con otras personas, quizás la diferencia sería el señor Choi Seunghyun y su pareja. Aún recuerda cuánto le costó adaptarse a ver a dos hombres tratarse con la sutileza de una pareja enamorada. Sin embargo, el trabajo era bien pagado y ya se había encariñado con el niño… es cierto que le pagaban por servir mas fue inevitable, con el paso de los años, desarrollar cierta simpatía con la familia y allegados del señor.

Por medio del reloj de pared notó que eran las ocho con cuarto, el joven no bajaba y los señores estaban enfrascados con su conversación. Debía apresurar al estudiante o no llegarían a tiempo, y quizás en Corea las cosas funcionaban de una manera diferente, pero en Japón la impuntualidad en los colegios era fuertemente penada, aunque fueran famosos y la institución fuera privada. Dejó a Umi a cargo de los hombres mientras ella subía a la planta alta.


Lee Jaemin no era como la mayoría de los niños ricos con los que trabajó hace años, no ensucia tanto ni hace tanto desorden. Quizás fuera su educación desde Corea, pero nunca tuvo problemas con la habitación. Quizás lo más preocupante eran esos momentos cuando el señor no está en el país y el joven queda solo en casa, la rutina de encerrarse en la habitación sin siquiera querer bajar a comer. Una vez creyó que la razón fuera el contacto con drogas o el alcohol pero a pesar de las pesquisas que realizó en secreto, ningún indicio fue descubierto, lo que sí, fueron esos dulces ojos rojizos con rastros de lágrimas y el apego a cierto juguete; un pequeño auto color rojo brillante que tanto limpiaba personalmente.

Así que con el paso de los años, aprendió que el silencio es un mal augurio. El joven se deprimía pero cuando llegaba su padre, actuaba tan diferente, como si la sonrisa que mostraba nunca decayera.

Quizás el único defecto que encontraba en la personalidad del chico era la terquedad. Siempre luchaba por obtener los primeros lugares, en lo que fuera, entonces se sobre esforzaba y cuando perdía entrenaba maltratando su delgado cuerpo.

Tocó la puerta, el joven amo le autorizó ingresar a su alcoba.

--Debe apresurarse, joven.

Vio que luchaba por hacer que los pantalones holgados, dos tallas más grandes (obra del señor) subieran sobre los pantalones que le habían obligado a quitarse pero que en definitiva, no iba a quitarse.

--Ya lo sé… -Estaba contra la cama estirando la tela que no pacería ceder.-- Pero esta cosa no quiere…

--Está haciendo trampa.

--Oh, vamos… -Se contorsionó de una manera poco normal y logró su cometido.-- ¡Ja! Ya sabía yo que se podía.

--Solo falta ocultar su camisa. ¿Piensa ponerse una sudadera o qué?

--¡Eres genial, Nitta-san!

Su intención era sarcástica, no la de apoyarlo. Comenzó a negar mientras el joven tomaba la prenda.

--Usted, va a hacer que me despidan.

--No lo creo, si no le dices a papá, no habrá delito que perseguir porque tampoco diré algo.

--Bueno, le avisaré a su padre…

--Oh, vas a romper el momento de cortejo. –La voz adquirió un tono misterioso.-- Tío Daesung es tan obvio ¿No lo crees, Nitta-san?… -Dijo el joven con voz burlona.-- Pobre, me da pena, quisiera ayudarlo…

--Joven, usted y sus locas ideas. -No, no era la primera vez que el amo Jaemin decía aquellas cosas sobre el señor Kang y su padre.

--¡Nitta-san! Tío Daesung le tiene unas ganas a papá.

Arreglaba su cabello que se había maltratado entre la lucha con las ropas y soltó una carcajada divertida.

--No lo diga tan alto, si su padre escuchara…

--Papá vive en la quinta nube… no se da cuenta de que tío le mira el trasero… papá es tan ingenuo.

--Amo Jaemin, usted me preocupa.

--Tío ha dejado de usar su sortija de matrimonio desde hace medio año. ¡Van con todo! Pero no tiene idea de cómo llegar al corazón de papá… por eso me da pena.

--Si el señor Kang escuchara, no creo que le agrade…

--Oh, sí… quizás lo niegue, pero es la verdad.

--Mejor apresúrese.

--Pero, ¿Sabes? No me molestaría que papá y tío estuvieran juntos como tío Seunghyun y tío Jaejoong… creo que harían una linda pareja. Ha pasado tanto tiempo que papá ha tenido una cita, ¡Imagínate! Ni siquiera ha tenido sexo. Quizás por eso anda todo amargado.

--Su padre no sabe la clase de ideas que circulan en esa cabeza… -Negó asustada de lo que escuchaba.

--Lo sé, por eso debo cuidarlo a él.

--Usted es un niño, aún.

--Pero muy fuerte. Lo seré y cuidaré de papá. -En ese tipo de frases, el brillo de esos ojos cálidos se vuelve amenazante. Una determinación que no da lugar a las dudas es lo suficiente clara para desenvolver una reacia lucha interna. Y de alguna manera sospecha que tiene que ver con el pasado que se dejó en Seúl cuando llegaron a tierras niponas.

Poco sabía de la familia. Ellos tenían viviendo un año de haberse mudado cuando la agencia le llevó a su entrevista de trabajo. En ese entonces al señor lo que más le interesaba era una empleada con experiencia trabajando con niños, y realmente fue extraño que la familia Lee solo estuviera constituida por el padre y un niño no más de doce años con semblante triste. Nunca ha querido preguntar, porque su naturaleza le dicta ser siempre discreta. Las empleadas domésticas suelen enterarse de los más oscuros secretos de las personas a las que sirven, pero en su caso las cosas son muy herméticas.

El hermoso niño con apariencia de porcelana pero tan fuerte finalmente terminó y se adelantó para llamar la atención de los hombres. Éstos salieron de la casa sin avisar si volvían a la hora de la comida o no, pero era mejor estar preparada así que mientras Umi se encargaba de la limpieza, ella se dedicó al menú.

Las horas transcurrían lentamente en una casa con solo dos habitantes, sin mucho que limpiar realmente. Ni siquiera había mascotas con las cuales lidiar, puesto que la familia solía salir a menudo. Pasaban la mayor parte del tiempo fuera que dentro. Clases de natación, juijitsu, inglés, y música eran las actividades extra del joven que llegaba a su casa pasada la tarde, justo al anochecer, pero se daba un espacio para comer en casa. Así que todo era un ir y venir.
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A las cuatro con veinte, llegó el señor con el menor. Ella vio diferente al joven, lucía muy pensativo durante la comida que transcurrió sin altercados. Después de que la familia terminara, el señor fue a descansar un rato en lo que el menor se preparaba para sus clases extra.

A pasos tranquilos se dirigió a la habitación del joven Jaemin para acomodar la ropa que salía de lavandería perfectamente planchada y perfumada. Al ingresar a la habitación notó que éste se encontraba mirando a través del ventanal, vestido para su clase de juijitsu con el bolso deportivo descansando al pie de la cama.

--Permiso, joven.

El chico apenas le miró y ella continuó su labor para acomodar de manera precisa las prendas de marca dentro del gran clóset que constituía la mitad del guardarropa.

--Nitta-san…

Estaba a punto de marcharse a la cocina cuando la suave voz atrajo su total atención.

--¿Necesita algo, joven?

--¿Puedo confiar en ti una… inquietud?

Miró como el chico bajaba la mirada intentando ocultar un tenue coloreteo de las mejillas. El instinto maternal afloró sin poder evitarlo, hace muchos años tuvo un hijo pero éste enfermó y murió siendo apenas un niño. ¿Cómo no iba a sentir aprecio por ese chico que no tenía madre y a cuyo padre que no se le podía exigir más de lo que ya daba?

--Usted sabe que sí.

--Gracias. –Señaló la silla del escritorio que ocupa para realizar las tareas escolares.

Permanecieron en un largo silencio, que ella prefirió respetar… cuando estuviera listo, Jaemin hablaría.

--Hoy… -Rompió con el mutismo.-- Hoy… tuve mi primera confesión.

Se sintió conmovida al verle incomodo, con las pálidas mejillas todavía más rojas, dando un aire más frágil e infantil. Al parecer, el muchacho seguía siendo en el fondo de su se,r un ingenuo niño.

--No parece muy feliz… ¿Acaso no deseaba tener citas? –Animó a que continuara.

--Fue una chica… linda, buena en clase… dijo que fui su primera confesión.

Algo en los hermosos ojos claros le anunció una especie de preocupación.

--Oh, es tan hermoso el romance juvenil.

--Pero, Nitta-san… yo no quería…

--No, entiendo. -¿Acaso no alegó durante el desayuno sus intenciones de salir con chicas?

--Imaginé que mi primera confesión, sería… un chico.

La información que salió en un tímido susurro le desconcertó por completo. Observó al joven, estatura media, complexión fibrosa, fuerte, de facciones infantiles pero con líneas varoniles.

--Oh…

--A mí me gustan los chicos. –El rubor de las mejillas aumentó, comenzó a morder fuertemente el labio inferior regresándole la mirada con expresión mortificada.

--No sé qué decir…

--Me disculpé con ella pero no puedo dejar de sentirme culpable porque seguramente le destrocé las ilusiones del primer amor. Se confesó a un chico que gusta de otros chicos.

Antes, hubiera sido prejuiciosa, pero en esos años al servicio del señor Lee Seunghyun, aprendió a apreciar los diversos tipos de parejas. El señor Choi Seunghyun y su esposo Kim Jaejoong son un ejemplo. No obstante, nunca imaginó que el hijo del señor Lee fuera homosexual.

Notó el sufrimiento del joven, no solo era la confesión de la chica lo que había puesto ese hermoso rostro tan triste.

--“¿No se supone que a los chicos les gustan las chicas?” Eso fue lo que dijo una vez que le explicara el por qué no podía aceptar sus sentimientos.

Fue comprendiendo poco a poco, así como desflorar una rosa, pétalo tras pétalo. A Lee Jaemin le mortificó la reacción de la chica.

--Pero usted hizo bien. No le dio falsa ilusiones y fue honesto.

--Ella me miró raro, no sé si va a contarles a los chicos del instituto, no quiero problemas.

--¿Su padre no sabe…? –No quería imaginar lo que ocurriría si el señor se enterase que a su único hijo, varón, le atraían los hombres en lugar de las mujeres. Quizás gritaba o guardaría rencor.

Una dulce sonrisa adornó el rostro de facciones delicadamente delineadas.

--No sé si decirle a papá sobre la confesión porque seguramente, se preocupará de más. Se sentirá culpable.

--Estoy segura que él entenderá… un padre nunca deja de querer a su hijo, lo acepta sea como sea.

--Lo sé.

--Quizás, si espera el momento adecuado antes de revelar a su padre, él no se molestará.

--Papá, me quiere mucho. Me sobreprotege. Nunca se molestaría.

--Lamento ser entrometida en sus asuntos, pero, ante cualquier problema… puede confiar en mí.

--Es cierto, tú no sabes. –Le miró como recordando algo importante.

--Soy solo la empleada doméstica de la casa. Una humilde servidora.

--Tú no sabes por qué dejamos Corea. No sabes sobre lo que mamá hizo conmigo, y que intenté suicidarme.

Se quedó sin habla al escuchar cada frase. Secreto a secreto le fe develado en esos cinco minutos de conversación.

--Mamá me odió cuando le dije que era gay. Tenía once años. Un hyung me besó y eso bastó para que supiera la razón por la cual ninguna chica me parecía atractiva. Se dedicó día y noche a reprocharme, a presionarme con decirle a papá lo que era. Anteriormente, cuando era más pequeño hubo un problema parecido, pero en ese momento era real porque yo mismo confesé que no sentía atracción por las niñas. No soporté las amenazas, así que pensando que papá se avergonzaría de mí. Decidí terminar con mi vida. Me arrojé de la segunda planta de la escuela. –El rostro se tornó sombrío, como si el recuerdo le trajera escalofríos.-- De milagro no morí… pero en el hospital mi madre dijo que era lo mejor. Sin mi existencia no habría deshonra y me reveló que nunca quiso tenerme, aunque de alguna manera debía obligar a papá a casarse con ella. Él fue al hospital, sin tener valor para mirarle le pedí perdón pero solo me abrazó fuertemente, esa ocasión le vi llorar. Poco a poco las visitas de mamá se redujeron. Al regresar a casa noté que ella ya no vivía con nosotros. Papá se enteró de alguna manera sobre lo que hizo y la sacó de nuestras vidas. Entonces, él decidió traerme a Japón.

Muchas cosas comenzaron a encajar en la mente de Nitta, se sintió pequeña al ser depositaria de tanta confianza, de conocer el dolor de un padre, el sufrimiento de un niño y la dura crueldad de una mujer superficial.
Lo que más le sorprendió fue que ese joven con rasgos infantiles sonriera mientras culminaba el relato de aquel oscuro pasado.

--Papá sabe lo que soy, y me ha aceptado totalmente. Como hijo, no debo darle ningún problema… tengo que demostrarle cuanto amor le tengo por su apoyo. Quiero que se sienta orgulloso de mí.

--Estoy segura que no es necesario. Él entiende.

--Me preocupa que en el instituto me vean raro.

--Han pasado por tanto, ¿No cree que la mejor manera de honrar a su padre es mantener le mirada al frente? No intente ser la corteza de un árbol, aspire a la hierba, que aunque la tormenta la doblegue, jamás la rompe.

--Muchas gracias por comprender, Nitta-san… -Aquella cabeza asintió lentamente entendiendo el punto al que se refería.

--Muchas gracias a usted. Por confiar tan importante suceso de su infancia.

--Iré a despertar a papá, ya es tarde para mi clase. No quiero perder ningún entrenamiento, el sábado tengo que ir por un trofeo.


Era inevitable sonreír a ese joven valiente que había soportado tanto a tan temprana edad. La sociedad no había cambiado mucho, la discriminación seguía vigente a cargo de personas intolerables.

Su concepto acerca del joven amo había cambiado radicalmente. No podría verlo como el típico chiquillo rico, sino como el niño fuerte que es. Le vio alejarse con ese andar despreocupado que nadie imaginaría que guarda dentro de sí el alma de un guerrero salpicado de cicatrices causadas por intentar proteger su honor.

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CONTINUARÁ.    


NOTAS DEL AUTOR:
Bueno, han pasado unos 13 años desde que Jaemin y Youngkyu se vieron por última vez. Ambos han crecido… pero el destino (yo, como autora) se encargará de reunirles nuevamente.
Je, je, je… y entonces sí, se va a armar el pollo.


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