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sábado, 23 de abril de 2016

HABLEMOS DE AMOR 08

08-CASA DE MUÑECAS


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8-CASA DE MUÑECAS








--He visto en la TV que tu hermano finalmente regresa a casa. -Su amiga mencionó durante el almuerzo.

--¡Dios! Tu hermano, uno de los hombres más atractivos de Corea estará bajo el mismo techo que tú… te envidio.

--Oh, no olvides al pequeño Hengwook, se nota que pronto será un completo galán y lo mejor, un excelente músico. –Otra comenzó a halagar al mocoso.

--Bueno, viene de genes… inclusive tú también eres muy bonita, tienes a medio colegio suspirando por ti. –La mirada era casi de lástima, como si tuvieran que hacerlo para no hacerla sentir mal por dejar al último de la lista.

--¡Cómo no! Estamos hablando de sus padres… El legendario Taeyang y la hermosa Min Hyorin.

--¡Cuánta envidia! Lo que yo daría por tener una familia como la tuya. ¡Tan perfecta!

Dejó que las chicas parlotearan todo lo que sus pequeñas mentes quisieran, permitió que soltaran halagos molestos e inclusive hipócritas. ¿Ellas qué sabían? Absolutamente nada. Sonrió y asintió, soltando las palabras plásticas que le habían dicho que funcionaban para que las personas dejaran de molestar, porque en el mundo en que viven, solo puede haber cosas buenas, las intimidades quedan detrás de las cortinas.

Fue imposible concentrarse en el resto de la jornada escolar, su mente no pudo dejar de dar vueltas a lo acontecido en horas del almuerzo, debería estar acostumbrada a aquello, alguna vez le dijeron que no debía permitir que las opiniones ajenas afectaran su paz interna pero resultaba fácil hablar que hacer. Entonces estuvo inundada por recuerdos, por fotografías mentales de lo que era su vida, y lo que se estaba convirtiendo.

Comenzaba a odiar a las personas, detestar a los aduladores, y en cierta manera, su propia existencia que a la que nadie parecía interesar de su familia inclusive su hermano mayor que apenas cumplió los dieciocho años, durante la cena anunció sus deseos y terminó largándose por tres años al servicio militar. ¡Tres malditos años! Tres largos y asfixiantes años, sin verlo, sin que fuera a esa mansión que no sentía hogar. Pudiendo cumplir el reglamentario de dos años con tantos meses, no, cumplió los tres años casi cuatro. Sospechaba que si él pudiera no volver a “casa” lo haría.

Ese tema le tiene asqueada, todos los Dong se encierran en sus diminutas burbujas, sobre todo madre y padre. Nadie la quiere, a nadie le interesa saber cómo se siente. Los chicos que tanto dicen suspirar por ella, solo aspiran al dinero, su estatus y obtener el título “Novio de la única hija de Taeyang”.

Una muñeca, en eso le habían reducido. Vestir bien, maquillarse, joyería, el cabello arreglado, sonreír, ser buena y tener un cuerpo de modelo.
Menospreciaban su inteligencia, porque la quieren volver una Barbie con sonrisa congelada. Ella nunca tiene algo interesante que contar, ella nunca sufre, ella no piensa sobre lo que quiere de su vida.

¿Bonita? Mentiras, mentiras y más mentiras.

No era estúpida, sabía que no era bonita ni de chiste. Era dos tallas más grande que el resto de sus compañeras, debía evitar a toda costa estar a lado de Kwon Sunyoon o se sentiría una ballena; gorda, grasosa. Ella no podía vivir solamente de ensaladas o yemas de huevos. Pero últimamente el espejo era un enemigo despiadado que se encargaba de recordarle sin descanso que era el defecto hecho humano.

Fue educada para ser una buena chica, al ser la hija que nunca dio problemas ni destacó en algún área como el resto de sus hermanos, y por supuesto, por ser mujer, quedó rezagada conforme fue pasando el tiempo.
Entendía que padre solo tuviera ojos para Youngkyu, así como parecía resignarse a la idea de que los padres no aconsejan a sus hijas más que en el desgastado discurso de guardar la virginidad y honradez de su familia, pero ¿Madre? Sí, inclusive para madre, una mujer igual que ella simplemente es invisible. Ni siquiera reparaban en que su figura fuese más robusta que el resto de las chicas, no le decía cómo hacer dietas ni tenían esas conversaciones de chicas porque era la hija perfecta que nunca hace nada malo, y también es la chica más insípida que no poseía cualidad alguna de cual destacarse.

Garabateó en su cuaderno de manera mecánica, y observaba el calendario de su iphone de vez en vez, su hermano mayor volvía a casa. Todos hacían un gran alboroto pero ella sentía que no había algo por lo cual alegrarse. Sonreían como si fuera un reencuentro después de muchos años y fueran la familia perfecta. Lo único que podía predecir del regreso del primogénito eran discusiones o silencios incomodos.

Casi con temor tuvo que aceptar su destino cuando el timbre resonó por el plantel anunciando el final de las clases, el resto de sus compañeros estaban felices, menos ella. ¿Era rara? Posiblemente.

Puntualmente el Mercedes Benz le esperaba a la salida, con todo el porte que le permitía su fingida autoestima atravesó el largo pasillo hasta abordar, y protegida por los cristales polarizados dejó de sonreír, deshizo su máscara para descansar los músculos del rostro.
Los treinta minutos que demoró en llegar a casa le cayeron como gloria, no es que prefiriera la soledad pero ya estaba acostumbrada al silencio y la ausencia de las personas. Estar en una habitación con más de tres personas ya la consideraba multitud, algo que le agobiaba.

La gran mansión en que vivían resultaba ostentosa y demasiado grande para ellos. Con largos pasillos, poca servidumbre, Hengwook con toda la semana en prácticas siempre bajo la vigilancia de madre, y padre metido todo el día en YG Ent., la única que habitaba regularmente esa construcción era ella.

Una libertad que agradecía internamente era que no la habían inscrito a ninguna actividad extracurricular como lo hicieron con sus hermanos. Podía disponer de toda la tarde para ella sola, un buen libro o escribir para extraer los gritos en silencio que no externaba y se atoraban en su garganta. Así que esa mansión era un lugar frío y muy silencioso.

Ésta vez vio a personas ir y venir, limpiando, arreglando la casa… madre ordena a diestra y siniestra pero empleando una voz emocionada, ella era quizás, la más feliz porque Dong Youngkyu estuviera de vuelta en casa.
Consideraba egoísta a su madre por creerse que fue la única que sufrió por la partida de él. Ella también sufrió aunque no lo demostrara, es su hermano, fue un hermano muy bueno hasta que conoció a ese tal Lee Jaemin.

No es que lo odiara, bueno, en realidad si lo odiaba, con todo su corazón porque le robó la atención de su hermano, le arrebató sus atenciones; su cariño. Él no la volvió a mirar de esa manera tan cálida, dejó de sujetar su mano… en su infantil desesperación fingió ser débil para conmover un poco su corazón y volver a tenerlo cerca suyo. No funcionó.
Lee Jaemin, nunca olvidaría su nombre porque fue la razón de que Youngkyu dejara de quererla y dejara de sonreír. Todos la subestimaban pero comprendió que había un afecto muy profundo y especial hacia ese niño…

“No seas caprichosa, Hyerin, Jae-ah no tiene hermanos y su madre no juega con él. ¿Sabes lo solo que debe sentirse?”

Así le decía el muy maldito. ¿Qué si sabía lo solo que debía sentirse? Obviamente, completamente ignorado, perdido, como un hijo no deseado… como si su existencia no tuviera una razón. Ella se sentía de la misma manera en que describía su mayor.

Antes, su hermano era bueno, sonreía, sostenía su mano para guiarla y protegerla de cualquier daño. Le ayudó a caminar con mayor seguridad, y aunque estuviera aburrido, jugaba con ella… tan solo eso, necesitaba solo unos minutos de su atención, pudiera ser que en su actitud egoísta deseara más, pero el sentir el dulce calor de la mano de un mayor sosteniendo la suya le daba alegría porque no era invisible, existía para alguien.
Sin embargo, Jaemin le robó todo, alejó a su hermano y lo supo con el tiempo, le quiso de una manera que nunca antes había visto. Le quería más que a sus propios padres, más que a todos de una forma diferente, le quería con una intensidad tan distinta a la de hermanos. Ahora puede casi asegurarlo, él estaba enamorado de un niño.

¿Y ella? ¿Dónde quedaba? Cuando el grito en silencio se atora en su garganta, va a su alcoba para sentarse frente al escritorio donde siempre hay hojas blancas y bolígrafos, comienza a garabatear hasta que vuelve a sentirse más tranquila.

En su habitación se quitó el uniforme, usó ropa holgada para ocultar su horrible figura.

El sonido en la puerta atrajo su atención.

--Hyerin, ¿Podrías bajar a ayudarme? Tu hermano casi llega y todavía no tengo listo todo.

Asintió y en silencio salió. Madre fue a la espaciosa cocina donde se preparaba un banquete para celebrar la llegada de su hermano.

--Por fin, por fin... mi bebé, ¡Mi bebé regresa a casa!

Escuchaba aquello sin saber si sentir envidia o lástima. Su hermano no sentía aprecio hacia su familia, desde que perdió contacto con Jaemin (su rival) cambió totalmente. Nunca fue un chico muy sociable, pero entonces se volvió callado y frío. Cumplía cada capricho de padre pero en realidad era infeliz. No volvió a sonreír, no se mostró interesado en sus hermanos, ni en sus cosas. No era su hermano, era un robot programado para vivir.

Sus padres lo sabían pero preferían fingir que nada ocurría. Padre le ordenaba trabajar duro, ser el mejor, ganar trofeos… él se los daba desinteresadamente. Madre por alguna razón le permitía hacer lo que deseara, no le regañaba si le gritaba que saliera de su habitación porque no quería saber nada de su hermana.

“Está cansado, no lo molestes, cariño.”

Mentiras, él ya no les quería porque lo habían obligado a dejar de ser amigo de Jaemin. ¿Qué tenía de especial ese niño? ¿Por qué le gustaba tanto a su hermano?

Con el tiempo el carácter empeoró. En sus ojos profundos brillaba una violencia que desquitaba durante las competencias. En soccer lastimaba a todo el que se interpusiera en su camino y no se disculpaba, en tae kwon do tuvieron que suspenderlo varias veces por uso indebido de técnicas. Pero todos decidieron no tomarle importancia. No era grosero pero su forma de conversar era mezquina y mordaz. Él parecía sentirse desesperado, frustrado… asfixiado.

Observaba todo aquello desde la distancia en que la habían abandonado. Como el precioso mueble decorativo de la sala, solo un ornamento al que no tomaban en cuenta.
Callada, alejada e ignorada vio el paso de las temporadas. ¿La familia perfecta? Solo de imagen, porque la realidad distaba mucho.

Ella fue la primera en notar que el hijo perfecto, no era tal. Y ese rencor que dejaron germinar, terminó por envolverlo. Ojos fríos, sonrisa falsa, elocuencia vacía, indiferencia elegante, modales perfectamente entrenados pero tenía un lado sumamente oscuro desconocido para casi todos, menos ella y solo podía describirlo con un solo adjetivo... Aterrador.
Sin desearlo le tocó ser testigo mudo de la presencia de esa desconocida persona; de los besos repartía a chicos y chicas por igual, las caricias insanas. Le tocó presenciar a su hermano ebrio, fumando y de poco a poco descubrió gracias a la poca discreción lo que conllevaba tener sexo. ¿Acaso madre nunca notó las marcas en el cuello? ¿Acaso padre no veía las botellas vacías ni ese peculiar aroma encerrado en la habitación de él?

“Si dices algo a alguien… sufrirás las consecuencias”

Le amenazó varias veces al ver que conocía su lado oscuro. Pero, nunca tuvo intenciones de delatarlo aunque sí muchas ganas de abrazarlo. A sus ojos parecía una persona perdida y solitaria justo como ella.

Había crecido, su voz se hizo ronca, sus ojos intimidaban, su comportamiento tan cerrado. No obstante, podía vislumbrar tristeza, tan profunda y lacerante como la que sentía.


--No sé por qué mamá y papá hacen tanto teatro. –Hengwook le susurró fastidiado.

--Lo sé, pero no le quitemos la esperanza a madre.

--Dudo mucho que le guste la sorpresa. –Maknae sonrió amargamente.- Igual logran hacer que se vaya de forma definitiva.

--Es nuestro hermano mayor, más respeto.

--Será mi hermano, pero solo de nombre y sangre… no tengo recuerdos de él.

Hengwook llegó en el momento adecuado. Era como si sus padres hubieran visto que era el milagro esperado después del “fracaso” con sus dos primeros hijos. Todo el cariño y ternura fue volcado hacia él. Tanto que es el único que los llama de esa manera tan cercana “Mamá” y “Papá”. En cambio ellos, desde pequeños se les dijo que debían decir “Madre” y “Padre”.

Buscaron redimirse de los errores cometidos. Padre le decía cuan orgulloso estaba de él por cada logro obtenido, algo que no hizo con Youngkyu, al que exigía tanto pero premiaba poco. Madre le cuidaba con tal esmero que provocaba envidia.

El menor de los hermanos no creció siendo un niño mimado como se creía que sería debido a la sobreprotección de sus padres. Ese enano buscó su mano y a pesar de quererlo alejar, se aferró a su agarre.

“Noona, quiero casarme contigo cuando sea grande… eres tan bonita. Te voy a cuidar.”

Esos pedacitos de ternura que le esparcía al alma caían como gotas de agua en medio de la gran sequía mas el dulce placer le fue arrebatado por sus padres. Lo acaparaban, se lo llevaban con ellos debido al temor de que fuera contaminado con su oscuridad.

Dongsaeng al que muchos tildaban de inútil, resultó ser un genio para la música. El único de los Dong que heredó talento y belleza. Youngkyu nunca logró ser tan hábil en el baile, no desarrolló voz melodiosa para el canto. Ella, no fue la hermosa gacela que se esperaba, tenía dos pies izquierdos, era torpe para el piano y el violín, no aprendió a vocalizar de manera adecuada.

Tenía cinco años Henwook cuando tuvo su primer recital, convirtiéndose en la estrella de la familia. Sin embargo, YG Ent., la agencia donde padre trabajaba no lo aceptó porque solo era un músico más. Ansiosos por explotar su talento, lo inscribieron en una academia de música.
Y a pesar de todo, padre seguía inconforme porque ninguno de sus hijos había sido aceptado en su lugar de trabajo. Intentaba convencer a Youngkyu de ingresar como trainer para rapero, e insistía que ella también lo hiciera, el misterio de la perseverancia fue descubierto casi por accidente.

Madre y él discutían cada vez más por la presión que ejercía.

“La condición para que mis acciones en YG Ent., sigan vigentes es que el dueño debe ser un artista activo. Esta cláusula la aplicaron a todos los miembros. Yo estoy en mi límite, debo retirarme. Jiyong colocó a sus hijos como traineers, Sunyoon ya es rookie. Daesung se convirtió en instructor y la mitad de sus acciones fueron a manos de Seungri, éste consiguió prerrogativas porque cedió los derechos de su mejor girlband. Seunghyun le vendió a él su parte de acciones, lo que lo está haciendo un accionista poderoso. Tengo intenciones de comprar más acciones.”

Al parecer, el destino de la familia estaba en manos de ellos, tener que sacrificarse por la causa. Pero, aunque ella lo intentara sería rechazada en las audiciones porque no tenía talento alguno, ni siquiera para actuar o ser modelo. Sentía vergüenza, es la única hija y es defectuosa. ¿Por qué no pudo ser una hermosa muñeca de porcelana como Sunyoon unnie? ¿Por qué no la mitad del talento de Hengwook? Tristemente solo podía ser una espectadora de cómo su familia se arruinaría.

El abuelo había convencido a Youngkyu de ingresar a la milicia para servir a la nación, y éste se fue a la primera oportunidad. Suponía que ahora que volvía padre estaba ansioso de convencerlo de ingresar como traineer, sin embargo hace dos días recibieron una llamada por parte de las fuerzas armadas, después de halagar las habilidades de Youngkyu esperaban que su progenitor pudiese persuadirlo de su camino hacia la carrera militar. Los intereses eran variados ahora.

Cerca del anochecer, los preparativos estuvieron terminados. Le tocó recibir a los pocos invitados, la familia Kwon…
El señor, Kwon Jiyong parecía un ser perfecto hasta en su informalidad, vestía bien, mantenía ese porte impresionante, su esposa también era una reconocida dama en el mundo artístico y cuando sonreía después de saludar dejaba la sensación de conocerla de toda la vida. Sunyoon unnie era otra cosa, la hija perfecta para una pareja igual de perfecta, con su cuerpo desarrollado con las delicadas curvas adecuadas, con su rostro hermoso, con su voz cantarina que inclusive para hablar tenía armonía, sus modales excelentes. Madre y padre habían insistido que fueran amigas, lo intentó pero después de percatarse que solo las comparaban comenzó a alejarse poco a poco, la “princesa” no se mostró interesada en su persona sobretodo porque Haru unnie la trataba como su hermanita menor. Kwon Taeyong, el único varón de la familia era el típico niño rico mimado, guapo pero no tanto; con soberbia aseguraría que sus hermanos son los hombres más atractivos y es que no era el físico lo que hacía molesto a ese “oppa” sino su maldita costumbre de coquetear con todo lo que tuviera falda, ¡Hasta con ella! Al principio resultó agradable tenerle de lapa mas al descubrir que es un mujeriego, lo envió al demonio.

--Hyerin, tan hermosa como siempre.

Apretó los labios en una sonrisa fingida e hizo una reverencia.      

--Por Dios, Taeyong, contrólate. –Unnie dio un empujón cuando los adultos no miraban por estar saludándose entre ellos.-- Das pena ajena.

--Envidiosa…

--Disculpa a mis padres, no usaron protección en el momento y nació este tarado. –Sonrió tan delicadamente. Aunque fuese la chica perfecta, cuando se trata de su hermano sale ese lado informal y hasta poco educado. Sin embargo, de arrogante no tenía mas que la imagen porque sus intenciones suelen ser gentiles, controla a su hermano menor cuando se pone pesado.

--Bienvenidos, sean.

--¿Aún no llega mi futuro marido? –Preguntó con sorna.

Durante mucho tiempo, los padres de ambas familias mostraron sus deseos de emparentaran a través de los hijos mayores debido a la cercanía. La única mujer joven que su hermano parecía respetar es precisamente la hija del “tío” Jiyong, y ella se mostraba muy íntima con él, en algún momento les llegó a descubrir dándose besos en la sala de ensayo de YG Ent., pero luego se volvieron simplemente cercanos. Ella podía molestarlo tanto sin que le hiciera enojar o explotar su mal humor.

¿Por qué con ella podía tener contacto físico y no con su hermana? ¿Por qué a Sunyoon la trata como una hermana más y ella, que es hermana de sangre le da igual su vida?

--Aún no llega. –Respondió ¿Si fuera tan bonita como unnie, él volvería a verla?

Los aperitivos fueron servidos. Sus abuelos estaban en la sala, los Kwon, junto con otros invitados que más bien eran de sus padres que de su hermano. Todos parecían estar contentos y mientras esperaban, Hengwook fue al piano de media cola para deleitar a los presentes con su innegable talento.

Si tan solo pudiera tocar el piano, o cantar más o menos decente. Veía todo aquello con envidia, con un anhelo desesperado. Quería que madre y padre le vieran crecer, que se mostraran orgullosos de ella, pero parecía que le había tocado ser la fracasada de la familia.

Padre recibió la llamada a tiempo para indicar que Youngkyu había llegado a casa. El vehículo que le llevó estaba estacionado frente a la entrada, solo era cuestión de minutos para volver a verlo. Madre fue a la puerta principal, arreglando de vez en vez su ropa. Antes de que él tocara ella abrió la puerta.

--¡Oh, Dios! ¡Estás más grande! ¡Más fuerte! ¡Más atractivo!. –Se escuchó exclamar.-- ¡Bienvenido, bebé!

Sunyoon y Taeyong tuvieron que ahogar una carcajada al escuchar el apelativo cariñoso de madre.

Los pasos resonaron.

--¿Tuviste buen viaje?

--Sí, madre. –La voz más ronca, más raposa.

--¿Por qué no dejas tu maleta aquí y vamos a la sala? Tenemos tanto que conversar.

--De acuerdo.

Esa era la señal para indicar que pronto la sorpresa sería revelada.

--¡Te extrañé tanto! ¡Mi bebé!

--Madre, por favor…

Madre estaba realmente emocionada, tan contenta. Las voces y los pasos se acercaban más. 

--Te fuiste tan pronto, déjame ser. Me lo debes por hacernos sufrir.

--¿Y padre? ¿Y mis hermanos?

--Oh, sobre eso…

--¿Por qué la sala está oscura?

Encendió las luces como madre le ordenó momentos antes, para revelar. Después de mucho tiempo se volvían a ver, tuvo que admitir que la emoción de esos instantes también removió ese dulce cariño infantil que creía perdido.


--¡SORPRESA!


La única que no pareció sorprendida era madre, claro, ella no vio antes. No obstante, el resto, se quedó con la sonrisa…

Dong Youngkyu en toda su gloria. La ropa militar parecía una segunda piel. El cabello oscuro recortado al mismo estilo endurecía sus facciones. La mandíbula marcada, los ojos felinos, los labios… estaba mucho más alto de lo que recordaba, las pocas fotos tomadas no le hicieron justicia, los brazos parecían estar hechos de acero, el pecho estaba ejercitado. La piel bronceada, acanelada daba un aire salvaje y exótico. Seguiría sosteniéndolo, sus hermanos son hombres realmente atractivos.

--Oh…

Fue todo lo que dijo al recuperarse de la impresión. Intentó sonreír.

--¡ÉSTE ES MI NIETO! –El abuelo se apresuró a verlo de cerca. Palmeó sobre sus hombros, orgulloso del resultado obtenido en los años de arduo servicio.

--Vaya, Youngkyu creció más. –La esposa de tío Jiyong sonrió.-- Mucho más apuesto.

Uno a uno todos dieron sus cordiales saludos al recién llegado al que le tomó tiempo hacer una sonrisa. Hengwook lo había dicho, no parecía agradado.

Padre y madre no le dieron respiro alguno. Lo abrazaban o decían halagos. Él, por su lado respondió como le era posible más para no quedar como ingrato que gustoso de la fiesta en su honor.

Hicieron muchas preguntas sobre las anécdotas, accedió a contar algunas. Los hombros estuvieron tensos toda la velada, ni siquiera en el postre, ni en la entrega de presentes.

Ella había escrito muchas cartas que no entregó, por temor a que ninguna fuera respondida, y había hecho con sus propias manos una tarjeta para él, venía acompañada de un frasco de su loción favorita (ahorro cada won que sus padres le habían dado). Al final no encontró el valor necesario para acercarse a darle su presente. Mientras continuaron acaparando su atención regresó a su habitación a dejar su regalo debajo de su escritorio. “Algún día…” se consoló.

Bajó antes de que notaran su ausencia aunque en el fondo sabía que no era así. En realidad no quería perder detalle de su hermano que honró a los varones de su familia con el desempeño de su labor.

--Hengwook. Tienes un largo camino que superar. Tu hermano ha dado el ejemplo. No esperamos menos cuando te toque el servicio. –El abuelo soltó mordaz, pero el pequeño asintió dando la razón. ¿Superar a Youngkyu en el servicio? Oh, bueno. Por cómo se desarrollaban las cosas, dudaba que eso fuera posible. Lo que motivó al mayor de los hijos Dong era una rabia personal que un orgullo nacionalista.

Casi a media noche, los invitados se fueron poco a poco. Los empleados de servicio recogieron las cosas llevándolas a la cocina quedando por órdenes que a la mañana siguiente se hiciera limpieza.
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El gusto por Youngkyu duró apenas una semana. Él se quedaba en casa, aparentemente descansando pero ocupaba su tiempo en el garaje, arreglando un viejo auto de colección americana. Desde joven le atraía la mecánica, y a los quince, el tío Danny que residía en Estados Unidos, le obsequió un auto averiado (traído desde USA) ya que éste había insistido en que le heredaran uno de los tantos autos que padre no ocupa.

“Aquí tienes tu auto, si en verdad tu deseo es grande. Lo vas a reparar y lo echarás a andar de nuevo”. Las piezas llegaban por paquetería. Decidido, él solo, a base de internet y uno que otro instructor fue aprendiendo de motores. Pronto, se volvió en el único hobby del mayor.

El descanso era en cierta medida obligatorio debido a que no se llegaba a un acuerdo sobre otro asunto importante… su futuro.

Por un lado, estaba la oferta de la milicia para ingresar de manera definitiva y hacer una prometedora carrera, por el otro, padre presionaba en que dedicara su tiempo en YG Ent., le heredaría la mitad de sus acciones una vez que fuera rookie. Luego, estaba él que deseaba estudiar una carrera universitaria pero padre no quería apoyarlo.

“Sería como tener tu propio negocio. Ya estás grande, piensa en tus hermanos menores. Si te vuelves rookie automáticamente te heredo acciones y ganarás más dinero. Después, si quieres, estudias una carrera universitaria. Además, no creo que una ingeniería automotriz vaya a servir de algo importante, ¿Terminarás en Hundai? ¿En Nissan?”

--Puedo trabajar para Lamborghini, Ferrari, McLaren, Audi… existen otras compañías o empezar mi empresa independiente. ¿No confía en mí?

--¿Tu propia compañía? No es tan sencillo como se escucha. Terminarás vendiendo piezas originales, nada más, o reparando autos de otros. De ninguna manera.

Eran las discusiones más habituales. Padre no daba su consentimiento, consideraba que Youngkyu tenía más probabilidades de ser un artista, ya que desde los doce se volvió modelo de ropa e hizo pequeñas campañas publicitarias, que ser un ingeniero prestigioso. La mecánica era solo un pasatiempo sin importancia.

Esto había pasado antes cuando, a los dieciséis rechazó una beca completa a una universidad de futbol, cortesía de la presión de padre. Su hermano era muy bueno en el deporte, después del Tae Kwon Do, el soccer era el segundo favorito. Todos decían que era bueno, una de las tantas grabaciones llegó a la mesa directiva y en la temporada siguiente, cazadores estuvieron monitoreando el desempeño hasta que comenzaron a llamar a la casa e inclusive a visitarlos ofreciendo dirigir una trayectoria profesional… Youngkyu había estado de buen humor sabiendo que podía ser un famoso y excelente jugador, se veía honestamente que añoraba aquello, pero padre rechazó todas las ofertas. Se negó a pesar de que el propio Kyu se lo pidió de manera especial, se negó aunque madre intentó intervenir. Ese no era un gran futuro para su hijo favorito.
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La situación se volvió insostenible que madre intervino cuando sugirió vacaciones a Estados Unidos. Padre tenía que ir a la agencia de allá para una reunión de trabajo, así que aprovecharían en ir y relajarse. Hengwook suspendió sus clases y agenda solamente por eso, aunque no estaba de acuerdo con el asunto.

Fueron a Los Ángeles, California. Se hospedaron en la casa de la playa del viejo amigo de padre, Park Teddy.

Park Teddy es un retirado productor, su esposa siempre presume lo genial que era. Parecen muy enamorados. La casa es una mansión enorme pero no suelen ocuparla debido a que prefieren la casa en la zona urbana por las facilidades del trabajo (pues aunque estuviera retirado el señor Park producía de vez en vez). Así que los anfitriones eran nada más y nada menos que sus hijos; Jayden oppa y Melody unnie.

Melody unnie se preocupa por el menor detalle, conversa con madre y van de compras juntas. Es divertido, porque unnie la procura, siempre tiene algo que regalarse cuando van de visita, le da consejos para la piel, le anima a mostrar su figura en la playa y nadan juntas.

Jayden oppa por otra parte tiene más inclinación hacia Youngkyu, varias veces venía a visitarles acompañado de otra persona, Christian-sshi, hijo de otro viejo amigo de padre, Danny.

Mientras los padres trabajaban, las mujeres iban de compras o al spa, y los chicos se iban a la playa. En las noches, hacían parrilladas o iban a restaurantes singulares. El viaje despejó las preocupaciones y tensiones, tanto familiares como personales. Hengwook prefería quedarse en casa o ir a museos, pero nada de deportes porque los detestaba, la realidad era que le da pereza.


En este viaje, algo cambió en ella; porque recobró un poco de seguridad en sí misma, pero el cambió fue sobre todo en Youngkyu.

Estaban en un centro comercial reconocido, las féminas fueron de inmediato a las tiendas de ropa, los chicos a las de su gusto, Hengwook no pudo escapar de madre que planeaba cambiar su guardarropa. Cuando se reunieron para el almuerzo, solo volvieron Jayden oppa y Chris-sshi.

--¿Mi hijo no viene con ustedes?

--¿Dónde dejaron a Youngkyu, ah? Espero que no hagan ninguna broma.

--Nada de eso, bella mujer. –Jayden así se refería a su madre.

--Yo puedo asegurarlo.

--¿Entonces?

--Youngkyu no está solo.

--Lo dejamos acompañado, bella mujer. –Algo en el tono de voz de Jayden fue malicioso.-- Muy bien acompañado.

--¡¿Lo han dejado con una chica?! –Exclamó alarmada Melody.

--Qué va, ignoró a la amiga que le presenté… -La sonrisa cómplice de Chris daba mala espina.

--Resulta que se encontró con amigo y después de ignorarnos, envió un mensaje diciendo que nos adelantáramos.

--Voy a llamarlo.

--Dijo que él se comunicaba con nosotros después, me parece que se fueron a comer. –Chris insistió, aquello era sospechoso.

--Oh… pero…

--No se preocupe, señora… Nosotros podemos recogerlo. –Jayden oppa concilió sonriendo encantadoramente, esa sonrisa que esconde algo grande.-- Tiene 21, no le va a pasar nada malo.

No muy convencidas dejaron el tema para ir a almorzar al restaurante coreano de siempre. Los Park no estaban totalmente acostumbrados a los platillos coreanos, así que poco comieron pero amenizaron con una divertida conversación sobre sus viajes a corea, después fueron a dar una vuelta por la playa, hasta que cayó la noche.

Jayden oppa y Chris-sshi trajeron a Youngkyu como prometieron, madre estaba más tranquila con eso. Intentaron convencerlo de salir a una fiesta recibiendo una negativa. Intentó descubrir algo sobre lo ocurrido en la tarde mas todo fue igual.

A la mañana siguiente, cuando fue tocar para que fuese a desayunar, nadie respondió. Abrió la puerta arriesgándose a una reprimenda, suspiró un poco aliviada al notar que estaba vacía. Por el balcón vio a su hermano en la parte trasera recostado sobre un camastro a lado de la piscina, con el teléfono en mano.
Al llegar a él apenas escuchó leves susurros, su hermano no solía prestarle atención al móvil, ésta vez parecía muy entretenido, tuvo que hacer ruido para atraer su atención.


--Pienso salir… -Anunció después del desayuno mientras recogía la vajilla.

--¿Salir? ¿A dónde? ¿Con quién? –Naturalmente madre estaba a la defensiva porque estaban en un país extranjero.

--Con un amigo. Jayden hyung me harán el favor de dejarme y recogerme.

--¿Quién es ese amigo tuyo? –Muchas veces, madre olvida que Youngkyu es mayor de edad pero no está de más preocuparse.

--No creo que lo recuerdes, es de Corea… fue una casualidad encontrarnos ayer. He quedado con él.

--¿Dónde estarás? ¿Cuándo volverás?

--En el centro comercial de ayer, y vuelvo en la tarde.

--Oh… está bien, procura que sea antes de que tu padre llegue. –Estaba incomoda pero no iba a retener ni a preguntar más a su hijo.

--Sí.
 
--¿Necesitas dinero?

--Cambié mi dinero antes de venir, estoy bien.

Solamente ahí fueron notados los cambios de esos tres años de lejanía. La voz aunque era ronca ya no tenía intenciones mezquinas. El temperamento resultaba más agradable, la mirada furiosa fue sustituida por una profunda aunque penetrante. Serio parecía amenazante pero al verle suavizar las facciones resultaba más afable. Sus modales estaban más agraciados… había madurado. Ya no parecía un chiquillo frustrado, no, estaba hecho todo un hombre.

Lavó la vajilla sin que le ordenaran y en silencio se preparó para salir, una vez le vio consultar la hora hasta que llegó Jayden oppa para recogerlo. Se despidió de madre antes de salir.

Las salidas misteriosas se fueron extendiendo por un par de días más, estando pegado al móvil durante las noches. Su amigo finalmente tuvo que volver porque su hermano mayor dejó de salir.
 
Fue durante la última cena cuando lo anunció…

--Hablé con padre sobre mi futuro. Propuse ingresar como traineer en YG Ent., a cambio de una carrera universitaria en el extranjero, él accedió mientras ingrese a una academia de YG.

--¡Es genial, hijo! Pero, te voy a extrañar si te quedas aquí. –Estaban en Estados Unidos, una extensión importante. Era obvio considerando que le gusta la ingeniería automotriz y alejarse del yugo de padre.-- Estoy segura que te irá bien. Vendré a visitarte cuando pueda.

--No me voy a quedar aquí, madre.

--Creo que no entiendo. –Sonrió extrañada por aquello.

--Me voy a YGEX Ent. –La mirada profunda parecía realmente determinada.-- Madre, me voy a Japón.

De todas las sedes existentes de YG Entertaiment, su hermano había elegido la impensable. No es que fuera menos que el resto, de hecho era la más importante después de Corea, pero, Youngkyu nunca se había mostrado interesado en ese país, no habían viajado para allá desde hace más de siete años, ni siquiera estaban seguros que supiera hablar japonés.

Era claro que aquello no era normal, y un presentimiento le dictó que debía intervenir antes de que algo más grande ocurriera. Tenía una misión, descubrir los motivos que llevaron a Youngkyu escoger con gran voluntad ir a Japón.

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Continuará.


NOTAS DEL AUTOR:
¡Hola! Por poco casi no lo termino… me tomó mucho tiempo porque Hyerin me tiene indecisa.  Vi el video llamado DOLLHOUSE y ahí tuve la revelación.

En fin, ahora ya saben lo que ha sido de nuestro niño. ¡No murió! Seungri lo salvó, al parecer, o quizás el auto se detuvo a tiempo… el chiste es que no lo maté. XDhahaha
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¿Quién es el “amigo” que encontró Youngkyu? Es bastante obvio… jejeje…


Muchas gracias x los comentarios y el amor. Reciban mi escarcha de amortz DaeRi :*

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