04-LAZOS ROTOS
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4-LAZOS ROTOS
En medio de ese gran
pasillo, a un lado de la puerta de cirugía ocupaba uno de los asientos
completamente absorto en sus pensamientos, había dejado de rezar sin notarlo. Su
alma estaba agotada de tanta visita angustiosa a un hospital, porque era
saborear la desesperación y el miedo en estado puro.
Su mente yacía en
blanco, se había adaptado de manera siniestra a esa rutina. Con las manos entrelazadas
y la mirada baja solo restaba esperar a que el Mismísimo le permitiera un
milagro más. Entonces el sonido de pasos apresurados le despegó del estado
narcótico para poner atención en el cuerpo que se dirigía hacia su dirección.
Quedó sorprendido de
que la persona que menos espera había logrado enterarse de algún modo y decidió
llegar.
--¡Lo siento! Vine tan rápido como pude apenas me he
enterado. -Escandaloso como suele ser,
esta persona detiene su andar para jadear debido a la carrera.
--Seungri… ¿Qué haces aquí?
--¡¿Cómo qué hago aquí?! -Replicó molesto.-- ¡Debo estar aquí! ¡Eres mi amigo!
Contempló ese rostro
furioso, nunca dejaba se sorprender cada faceta. Estar con él representaba un descubrimiento
nuevo a cada instante.
Existían muchas
razones por las cuales Seungri no debería estar ahí… porque la última vez que
se vieron no fue agradable, dijeron cosas muy crueles a un niño pequeño, a su
hijo adorado.
--¿Cómo te enteraste…? Ni siquiera me ha dado tiempo de
hablar con mis padres.
--Oh, da la casualidad que llamé a tu manager y éste me
contó todo.
--¿Mi manager?
-Recordó que fue la persona que lo auxilió para llegar al sanatorio a tiempo de
internar a su esposa Sora.
--Es lo de menos. -Le miró terriblemente serio.-- ¿Cómo
está ella?
--La están interviniendo para extraer el producto. –Ya no tenía ánimos de llamar “bebé” porque dolía a
niveles insospechados.
--Lo siento… de verdad. -Comprendió las cosas.-- Aquí estoy para lo que necesites… todo saldrá bien.
Desafiando toda
cortesía, el menor posó sus manos sobre sus entumecidos hombros para
estrecharlos con cierta fraternidad.
--¿Por qué eres así? Sabes bien que no deberías estar
aquí. Deberías estar enojado.
--Soy una persona demasiado genial o demasiado
estúpida. No lo sé… Cuando me di cuenta ya estaba acosando a la enfermera para
las direcciones. Dejemos lo otro, ahora lo más importante es Sora.
--Gracias…
Seungri era de esas
personas que no desgasta su alma en odiar al mundo. De todos los amigos, es el
que más fácil perdona, sinceramente. El carácter petulante solo era el escudo
para proteger esa nobleza que nadie entendía cómo habría sobrevivido.
Mucha gente le había
estafado, muchas mujeres le traicionaron, e incluso los amigos le habían
fallado. Pero seguía ahí, confiando su sincera preocupación y generosidad,
entregándose a la merced sin pensarlo.
Se sintió conmovido
de contar con la solidaridad de esa persona que días atrás fue lastimado no con
sus palabras crudas, sino con un sepulcral silencio y mental apoyo a las
injurias liberadas. Si hubiera podido llorar, lo hubiera hecho sin dudar por
tener entre sus manos un pedazo de pureza humana mas sus ojos se negaban a
dejar fluir el llanto, quizás, la reserva estaba agotada o, sencillamente sus
orbes estaban agotadas de pasar por el mismo proceso, por tercera vez.
El mismo día que
ocurrió en YG la discusión, su esposa le anunció estar embarazada por tercera
ocasión así que tomaron todas las medidas pertinentes… canceló toda agenda,
según organizaba con su empresa, nueve meses estaría libre para cuidar de su
esposa. Habían estado en cama todo el día en esa semana, el personal de
limpieza era de planta para cualquier ofrecimiento. El tercero era un riesgo
total.
Veían una película
cuando notó que ella se contrajo pero no se quejó. Le preguntó y ella dijo
estar bien mas al cabo de unos minutos la vio contraerse nuevamente, la escuchó
gimotear. La movió para levantarla cuando notó una mancha roja de sangre, la
conocía tan bien como para encender sus alarmas mentales… el manager apenas
llegaba para conversar, al verle alterado entendió la situación, en su vehículo
se dirigieron al hospital.
Sora estaba
obsesionada con darle hijos, desde el primer aborto debió comprender lo que
ocurría… pero aunque había mostrado ligeramente una profunda tristeza, su
esposa recobró el ánimo al cabo de un año. Era la misma mujer alegre, cuando
hablaban sin querer del tema, parecía haber entendido que había sido un proceso
de su cuerpo, nadie había tenido culpa más que la naturaleza misma. Entonces,
cuando ella insistió en intentarlo una vez más él no pudo negarse porque
prefería verla mil veces feliz a provocarle un disgusto pero en el fondo sentía
una opresión infernal.
El segundo aborto… un
hecho traumatizante para ambos, en la madrugada ella lo despertó con gritos
desde el baño de la habitación, cuando fue verla estaba tirada en el piso
ensangrentada llorando como una chiquilla asustada. Su hermana Bora había
estado de visita y fue ella quien tomó la situación en sus manos indicándole
qué hacer. Estuvo hospitalizada dos semanas. Parecía una mujer destrozada, no
comía, no dejaba de llorar. Su segundo bebé estaba muerto.
Le tocó la dura tarea
de decirle apenas despertara de la cirugía, que habían vuelto a perder a un
bebé suyo. Lloró a solas intentando concentrar las fuerzas para ser su soporte
en esos momentos tan difíciles. Tenían una habitación decorada, ropa y
juguetes. En ese segundo corto embarazo decidió ausentarse del medio para estar
a su lado así que fue una etapa muy dura.
Una vez en casa, su
relación de pareja comenzó a mermarse. Ella parecía tener dos estados de ánimo;
el triste y el malhumorado. La mitad del día no dejaba de llorar y limpiar la
habitación del bebé. La otra mitad, eran discusiones sobre con quién estuvo, lo
que hacía y sobre el tiempo en que demoraba al llegar a casa. No era celosa,
pero después del aborto dejó ver a una mujer realmente insegura. Replicaba
constantemente que la abandonaría por no darle hijos. Intentó convencerla de la
adopción pero su humor empeoró ya que de ninguna manera iba a meter al hijo
abandonado de otros.
Comenzaron a ir a
terapias con un especialista. Daesung amaba a la mujer con la que se casó,
guardó esperanzas que superarían ese amargo recuerdo. La única solución que
pareció agradarle fue el que ella lo acompañara a sus itinerarios.
Fuese presentaciones,
giras, entrevistas, sesiones de fotos… ella estaba ahí, con él. Aunque terminara
agotada, estar juntos les fortaleció hasta que notó que evitaba la intimidad.
Cada vez que Sora le seducía en algún momento su cerebro le recordaba la
realidad y salía huyendo o llevándola a alguna actividad para mantenerla
distraída.
El doctor les había
advertido que la matriz no podría soportar una tercera intervención quirúrgica
y un embarazo era de alto riesgo. Si ellos incurrían en alguna de esas dos,
deberían extirpar aquél miembro femenino.
No pensaba
arriesgarse una tercera ocasión, de ninguna manera. Aunque añorara por formar
una familia, tener un bebé al cual poder llamar hijo y esperar a que le llamara
“papá”… amaba más a su esposa. Una familia no estaba estrictamente
complementada con hijos. Bora parecía haberlo entendido porque ayudó a que sus
padres dejaran de presionar con los nietos.
Sin embargo, Kang
Sora no se detendría. Se aprovecharía de su debilidad con la bebida para lograr
su cometido… aunque realmente no recordaba mucho de esa noche pasional, parecía
un chiquillo rezando porque su novia igual de novata que él no quedara
embarazada. Tantos meses siendo cuidadoso, un año había transcurrido de ese
evento macabro y un alivio llegó a su alma cuando pasando el primer mes su
esposa no le dio la noticia. Gracias a eso accedió a un regreso con su antiguo
grupo que le estuvieron esperando pacientemente, ellos supieron entender su
delicada situación. Seunghyun era el más comprensivo, siempre preocupado por
saber si Sora mantenía el ánimo, y sentía una empatía con Seungri porque algo
similar había vivido en su matrimonio. Youngbae no dejaba de invitarlo a su
iglesia para que el sacerdote les diera una especie de tutoría religiosa en la
cual fortalecería la Fe de ambos. Lo que no sabía Dong era que su Fe estaba más
viva que nunca, porque su esposa había sobrevivido dos grandes pérdidas. Su
relación con Jiyong había sido un tanto incomoda pero tenía la sensibilidad
suficiente para darle su espacio y muy a su manera proporcionarle apoyo. Sus
compañeros le habían estado acompañando fielmente.
Cuando llegó agotado
a su hogar, Sora le reveló que tenía casi un trimestre de embarazo. La noticia
le cayó como balde de agua fría relacionando su desliz debido a las fechas. Le
mantuvo el secreto por mucho tiempo, por lo que la “sorpresa” le llevó a entrar
en una oscura desesperación, pero el hecho de que estaba ocurriendo nuevamente.
“Te irás porque no puedo darte una familia” esa era la respuesta que escupía cuando discutían. Y
no importaba cuantas veces le gritara que la amaba, que tenía miedo de
perderla, que nunca la dejaría… Sora no creía en sus palabras, lastimándolo. Había dejado de creer en su amor,
obsesionándose con darle un hijo. En parte la entendía, ella era huérfana;
perdió a sus padres en un terremoto, estuvo sola desde muy joven intentando
cuidarse. ¡Lo entendía! Pero ¿Por qué ella no quería adoptar o aceptar su
familia de dos personas? En ocasiones creía que todo el amor se había tornado
en rencor y odio debido a lo que le estaba haciendo pasar; como si no importara
lo que él estaba sintiendo.
Ahora, presentía lo
peor… sentía un horrible sentimiento de angustia. Volvía estar detrás de una
puerta, en el área de cirugía.
Seungri no podía
estar quieto por mucho tiempo, así que le tomó por sorpresa que estuviera
sentado a su lado por más de tres horas, sin decir nada, solo acompañándolo.
Notó que buscaba a alguien cada vez que el sonido de conversaciones o pasos se
dejaban resonar en su dirección… estaba claro que esperaba la llegada de los
demás… él también.
--Iré a la cafetería por algo de beber.
Anunció el otro, tuvo
las ganas de sujetar el brazo para decirle que se quedara pero pensó que se
vería muy cobarde hacerlo, así que tan solo le vio desaparecer de su vista
lentamente, se quedó mirando un momento para caer en el remolino de emociones
depositando su atención a la maldita puerta debajo de la maldita luz roja.
No quería pensar en
los peores escenarios, no quería siquiera imaginar en el momento en que los
doctores le dijeran que nada se podía hacer y su vida peligraba. Sabía que
debía hacerlo para estar preparado pero no apetecía en lo más mínimo. ¿Quedarse
solo? Apenas habían llevado cuatro cortos años de matrimonio, no podía terminar
así…
--Necesitas tomar algo. -Un humeante vaso fue puesto frente a él.-- Daesung, ya es madrugada. Tienes que
consumir algo. Es té.
Mecánicamente tomó el
vaso sin ninguna intención de beber, el calor acarició sus dedos. Miró a la
persona. Seungri seguía ahí y realmente lo valoraba. De encontrarse ya hubiera
perdido la razón por la culpa.
--Siento que voy a enloquecer. -Soltó, intentando sonreír.-- Deberías ir a casa, tu esposa y tu hijo esperan por ti.
--Hablé con mi mujer, ella entiende que son momentos
importantes. No puedo simplemente irme, además, tendría insomnio por tu causa.
Volvió a sentarse en
el mismo lugar que había ocupado, también sostenía una bebida, pero al notar el
olor profundo supo que era café.
Las horas continuaron
su transcurso. En el reloj de pulsera de su amigo se leía las siete de la
mañana cuando la luz se apagó y minutos después, un par de doctores salieron.
Inmediatamente ambos hombres dejaron su lugar para acudir.
--Hicimos lo que pudimos con el bebé pero ya era
demasiado tarde. De hecho, el feto estaba muerto.
--¿Y mi esposa?
-Sobraba que le dieran aquella información. Era perfectamente consciente de que
se trató de un aborto.
--Soportó bien la cirugía pero debo decirlo… es muy
delicado el asunto. La pasaremos a terapia intensiva.
El alma le regresó al
cuerpo por un momento. Ella aún seguía viva, quizás en un estado delicado, pero
su corazón continuaba latiendo.
--¿Puedo verla?
-El sentimiento de devoción le urgía verla lo más pronto posible para terminar
de creer en las noticias.
--Apenas la van a preparar para llevarla a la sala.
Podrá verla unos momentos.
--Gracias.
Una reverencia y los
especialistas atravesaron nuevamente la puerta.
--Soportó la operación. –Explicó a Seungri que suspiró antes de sonreír.
--¿No te dije que todo iba a estar bien?
--En verdad aprecio tu apoyo. Has pasado la noche en
vela…
--Para eso son los amigos. En las buenas y en las
malas.
--Deberías ir a casa, a descansar. No te preocupes más.
--Llámame si pasa algo ¿De acuerdo? De todos modos
regresaré en la tarde.
Asintió. Estrechó la
mano, pero Daesung lo abrazó en una muestra de hacerle saber cuánto apreciaba
su gesto de amistad. El menor se sorprendió pero sonrió antes de marcharse.
Llamó al manager que
en esas largas horas de espera se daba sus vueltas para darle la noticia y
quedar en un día para retomar los asuntos laborales. El hombre accedió,
diciendo que el CEO Yang estaba enterado de su situación.
Siguió a la camilla
sobre la cual reposaba su esposa cuando la llevaban hacia Terapia Intensiva.
Permaneció a un lado de la entrada para hablar con las enfermeras. Al
comprender que era el marido de la paciente, le llevaron a una antecámara para
vestirlo de manera apropiada y dejarle ver a su pareja.
Al atravesar la
puerta su corazón se estrujó en sobremanera. Le dolía verla con agujas, con
suero, con trasfusión, con cables. Lucía más frágil que de costumbre y se
arrodilló agradeciendo al Mismísimo la bondad que tuvo en permitirle continuar
atesorando entre sus manos su pequeña trozo de cielo.
Como le fue posible
peinó los largos cabellos oscuros. Acarició con delicadeza el dorso de las
manos y se mantuvo a su lado todo el tiempo que le fue permitido. Cada media
hora ingresaba una enfermera para revisar signos vitales.
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11:30am
Notó que una
enfermera llevaba material de curación a su habitación.
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12:00pm
Nuevamente la
enfermera llevó material de curación.
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01:30pm
Volvió a ver la misma
mujer ingresar con más material de curación; algodón, gasas y vendaje. Aquello
le comenzó a inquietar.
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02:00pm
Preguntó a la mujer
de blanco cuando salió de donde reposaba su esposa, y ella respondió que tenía
un sangrado anormal que estaban monitoreando.
Regresó la angustia.
--¡Daesung!
La voz conocida, le
hizo comenzar a localizar a la persona. Vio a Seungri llegar con el pequeño
Jaemin.
--No pensé que vinieras. Y menos con Jaemin.
--Oh, bueno… mi esposa no podía hacerse cargo, no quise
dejarlo solo en casa y lo traje conmigo.
El pequeño se
escondió detrás de su padre revelando temor, haciendo recordar lo injustos con
el niño.
--Hola…
--B-Buenas tardes… -Miraba el suelo como si mantuviera una conversación con éste, sus manos
apretaban el pantalón escolar del colegio privado de parvulario.-- E-Espero que su esposa se recupere.
--A veces los adultos actuamos mal y nos equivocamos. -Se inclinó a la altura del niño.-- Quiero disculparme contigo.
La mirada del niño se
elevó sorprendido, salió del escudo humano en que había convertido a su padre.
--Tío Daesung no hizo nada malo.
--Aun así… ¿Me perdonas, Jaemin?
El niño asintió
lentamente. Kang miró revolvió el peinado escolar del niño quien rio ante el
gesto.
--Te prometo que seré bueno.
Vio a Seungri negar
mientras sonreía momentáneamente.
--¿Cómo está…?
--Solo veo entrar y salir a las enfermeras… creo que
tiene una hemorragia.
--Las hemorragias son normales debido al tipo de
cirugía que tuvo.
--Ya no sé qué pensar.
Padre e hijo le
acompañaron, el menor sacó una tableta electrónica y con audífonos para ver una
película infantil, sentado en uno de los asientos dispuestos mientras el adulto
extrajo de la mochila escolar un pequeño paquete de comida con una lata de té.
--Tienes que comer algo, sino el próximo en ser
hospitalizado serás tú.
--No debiste.
-Observó la marca del paquete ingresado, al sanatorio, de contrabando.
--La comida de estos lugares es un asco. -Insistió hasta que finalmente aceptó.-- Y te lo comes porque no soborné al guardia
para que finja que nunca me vio entrar, solo por gusto.
--¿Tú ya comiste?
--Obvio, Dae… podré olvidar la letra de una canción
pero nunca la hora de comer. Jaemin y yo comimos antes de venir aquí.
Bajo la estricta
mirada del otro muy a fuerzas se obligó a ingerir alimentos. Seungri sacó una
barra de cereal endulzado entregando al niño que después de agradecer comenzó a
comerla de manera demasiado elegante para su edad.
--Gracias…
--De nada.
Se quedaron en
silencio un rato más, ésta vez su amigo fue testigo de la enfermara y un doctor
ingresando con material de curación.
Eran las tres con
treinta cuando de la habitación, en la tercera vuelta de un hombre con bata
salía, se dirigió a ellos.
--¿Es usted familiar de la paciente Kang Sora?
--Soy su esposo.
--Tengo que hablar con usted en privado.
--Ve… -Susurró
Lee al verle dudar.
Fue con el doctor al
consultorio.
--Aunque su esposa soportó la intervención que se le
realizó. Tengo que decirle que hay una hemorragia que no hemos podido detener.
El medicamento no está haciendo efecto deseado, demora.
Trataba de lucir
ecuánime sin embargo por dentro se retorcía en las llamas de la desesperación.
--¿Qué procederá?
--Usted tiene dos opciones y debe elegir la correcta. -Continuó el especialista de manera seria.-- Dejar más
tiempo para hacer que el agente activo trabaje corriendo el riesgo de que
fallezca desangrada en caso de que continúe, o una cirugía. La matriz de su
esposa está demasiado dañada, en su historial clínico venía la advertencia. Se
tiene que extraer…
Si estuviese en un
cuadrilátero enfrentado a su contrincante, el destino, éste le hubiera atinado
un puñetazo en la cara.
--Entiendo…
--Sin embargo, como toda cirugía… existe una
probabilidad de 50 y 50 que su esposa soporte una intervención más. -Por un momento, pareció que los doctores eran ángeles
de la muerte que daban el “privilegio” de elegir la forma de morir.
Entre la espada y la
pared. Podía dar más tiempo al cuerpo de su amada esposa para sanar, o elegir
que sea arrancando aquello dañado, sin embargo… si no hacía nada podía perderla
por desangre, o en su caso, no resistir la operación.
¿Por qué la vida era
tan injusta con él y su esposa?
De nada servía las
lamentaciones, él había ignorado a propósito ese panorama porque sentía que
moría. Sin embargo, no se puede huir de la realidad.
--Piénselo… es una decisión importante. Tome su tiempo,
yo saldré y regresaré.
Los diez minutos
siguientes fueron una tortura, su mente era un caos que terminaba en culparlo
de todo. De haber sido más firme, ella no estaría así, es cierto, discutirían
pero no estaría debatiéndose entre la vida y la muerte.
Recordó cuando la
conoció en Japón. En una reunión de amistades. Ella no era famosa como las
esposas de los demás. Pertenecía a la industria pero como un manager más,
vestía en trajes sastres. Dirigía con mano de hierro las carreras de un grupo
de chicos que tocaban instrumentos. Desde que los presentaron, comenzaron a
conversar. Fue su novia secreta durante mucho tiempo, antes de querer casarse
en secreto, así, en una ceremonia privada en la isla Jeju. Sora dejó de trabajar
para dedicarse por completo a su nueva vida. Él estaba encantado con la idea de
que su mujer le esperara en casa y el deseo de llenar la lujosa vivienda con
niños les emocionó.
Muchas veces
escapaban a Japón para visitar la tumba de los padres de ella, en un lejano
pueblito costero. Siempre decía que cuando muriera primero, le encantaría tener
su descanso eterno en el mismo lugar que su familia.
No solo era su mujer,
era su amiga, su compañera, su consejera… su pilar. Tenía ganas de gritar para
liberar un poco la impotencia que le invadía el pecho. Observó detenidamente la
sortija de oro que llevaba fielmente en su mano.
Tenía que decidir… y
pronto.
--Hagan la operación. -Determinado respondió cuando el doctor regresó.
--Prepararemos la sala, y una enfermera le dará la
documentación mientras tanto.
Asintió, el hombre lo
condujo por los pasillos hasta el área correspondiente, vio que por la mirada, Seungri
le preguntaba.
Las voces eran solo
unos murmullos, sentía el cuerpo anestesiado, agotado y sin embargo la mente
estaba acelerada. Así que apenas se dio cuenta de su firma trazada en cada hoja
que le fue pasada. Agradeció, regresando a donde le esperaban.
--Van a operarla.
Fue lo único que pudo
decir antes de que un nudo obstruyera su garganta, siendo imposible continuar
hablando. Su amigo asintió ante sus palabras contundentes, respetó su espacio y
no dijo más.
Caminó tras el
personal, una vez, que llevó a su esposa sobre una camilla en dirección a la
sala de operaciones. No prestó a atención a nada más solo hasta que la luz roja
se activó dando inicio a una nueva batalla, se percató de la ausencia de
Seungri, dio por entendido que con un niño pequeño le era imposible brindarle
todo el apoyo necesario, de cualquier modo era suficiente, le había ayudado. Debía
lidiar el asunto como un hombre.
Entonces pudo llorar
silenciosamente, saboreando su sufrimiento plenamente. No había querido llamar
a Bora, mucho menos a sus padres. Si veía a gente llorar o tenerle lástima
presentía que no soportaría más todo el tumulto de emociones, explotaría.
Sintió una mano sobre
su hombro y talló rápidamente los ojos para que quien quiera que sea viera sus
lágrimas.
--Sea el resultado que sea, tienes a un amigo aquí.
--Pensé que te habrías marchado.
--Recogieron a mi hijo. -Ofreció un poco de papel para su rostro.
Volvieron a sentarse
a esperar uno a lado del otro bajo un lenguaje sin palabras, de vez en vez sus
ojos se perdían en el brillo de esa luz rojiza.
Kang sintió
adormecerse. Parecía estar en una pesadilla, ansiaba despertar de ese mal
sueño, encontrar a Sora a su lado durmiendo como una niña pequeña, acariciar su
aterciopelado rostro, embriagarse con el dulce perfume. Tener paz y
tranquilidad, esas que les fueron raptadas.
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7:15pm, el panorama continuaba
imperturbable.
--¡Daesung!
Reconoció la voz de
Choi Seunghyun, venía seguido de Jiyong. No tuvo el temple para sonreírles,
solo les miró pero entonces desvió sus ojos hacia Seungri que no parecía
alterado ni sorprendido.
--Dae, Seungri…
Los mayores miraron a
Seungri que asintió lentamente sin decir palabra.
--¡Daesung!
La inconfundible voz
de Taeyang resonó mientras desaceleraba su ritmo.
Finalmente estaban
los tres amigos faltantes.
--Acabo de enterarme. -Se disculpó Dong.
Negó intentando decir
que no importaba porque no estuvo solo en esa tortuosa experiencia.
Los tres miraron a
Seungri, esperando alguna reacción, pero menor suspiró aliviado.
--Estos hyungs…
-Rompió el silencio.
--¿Cómo está Sora?
--Está siendo operada por segunda vez. -Respondió sin ánimos.
--¿Has estado aquí solo? -Taeyang preguntó al notar que nadie más estaba
acompañándole.
Volvió a negar.
--Seungri ha estado aquí desde ayer.
Un silencio incomodo
se instaló cuando contestó a la pregunta del otro.
--Lo siento, si me hubiera enterado antes…
--No importa.
--Sabes que te apoyamos, Dae…
--Gracias…
--Asintió.
El menor comenzó a
caminar alejándose sin decir nada.
--Se repondrá, no te preocupes.
Las palabras de
Jiyong eran tan ingenuas, lastimaban. Él ya no guardaba muchas esperanzas.
--¿No has contactado con Bora, cierto?
--¿Para qué? ¿Angustiarla más?
--Dios es grande, debemos rezar para que Sora salga
bien de su operación.
Daesung no negaba a Dios,
porque tantos milagros le ha permitido. Sería demasiado exigir uno más,
demasiado egoísta… no obstante, era un humano común.
¿Sería mucho pedirle
que le permitiera un deseo más?
Escucharon pasos
acercándose, Seungri regresaba sosteniendo latas de café en sus manos. Dio una
a Seunghyun, otra a Ji, una Youngbae y una a él. Ninguno tuvo intención de
beber, pero agradecieron el gesto.
Se acomodaron en los
asientos dispersos, no quisieron incomodar con más preguntas ni comentarios.
Dejaron a Daesung alcanzar un poco de silencio.
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8:20pm un doctor
salió por las puertas, lucía un poco manchado, sin embargo la luz roja no
estaba apagada lo cual era un mal indicador.
Kang se apresuró con
el alma pendiendo de un hilo.
--¿Usted es familiar de la paciente? -Escuchó preguntar al despejarse del cubre boca.
--Su esposo. ¿Qué ocurre?
--Lo sentimos mucho…
El mundo se detuvo.
--…Su presión bajó y tuvo un paro cardiaco…
No, no era posible
aquello.
--…Intentamos reanimarla…
Sintió que le faltaba
el aire.
--…Su esposa falleció hace diez minutos.
Lo que continuó
después se volvió confuso.
Solo recuerda que le
siguieron diciendo más cosas pero ya no ponía atención. Se vio siendo abrazado
fuertemente por Seunghyun llegó a saborear sus lágrimas salinas. Las miradas de
otros tres eran tristes.
En un parpadeo se
encontraba firmando hojas con letras. Pasó a una sala donde estaba el cuerpo
inerte de su amada esposa.
Se desplomó
llorándole en silencio, sin gritar. Besó la mano fría, acarició sus cabellos
lacios. Parecía estar profundamente dormida y él quiso dormir también.
Recuerda que al salir
del hospital, una avalancha de reporteros, fans y curiosos dificultaron el
desplazamiento de la carroza, y los vehículos en que viajaban. Su manager le
recogió.
Parpadeó otra vez,
descubriendo un elegante, hermoso pero frío salón. Había personas vestidas de
luto, un majestuoso sacerdote llevaba a cabo una ceremonia, flores, silencio y
el sonido de un piano.
Una interminable
hilera de humanos frente a él; se detenían al verle, decían un corto discurso
que no descifraba nada, se inclinaban en una reverencia y se marchaban dejando
pasar al siguiente.
Bora sostenía su
mano. Le miraba cariñosamente y susurraba frases inentendibles.
Los cuatro amigos
estuvieron ahí en cada uno de sus vagos recuerdos.
Yang se presentó
serio y formal para ofrecer sus condolencias, reiterar su apoyo en caso de
algún imprevisto.
Le ayudaron a
regresar a casa de sus padres, donde estuvo viviendo por tiempo indefinido.
Tenía la urna con las cenizas de la que fue por corto tiempo su compañera de
vida.
La temporalidad
adquirió sentido a su mente cuando una brisa fría golpeó su rostro… se
encontraba de pie frente a unas criptas japonesas bastante familiares. Recorrió
extrañado, Bora le acompañaba.
Bajó la mirada ante
las palabras de un sacerdote que recitaba un hermoso poema. Fueron depositados
los restos de Sora, y sin poder hacer algo, lentamente fue cubierta la urna con
capas de tierra. El ritual terminó con el sellamiento de una cripta sobre la cual
los kanjis grabados marcaban el nombre Kang
Sora.
Ahora que su
compañera descansaba en paz, con los restos reposando con los de sus honorables
padres, ¿Qué sería de su vida?
Desde que se había
casado, todo su mundo se había vuelto Sora. Ya no estaba más… entonces,
comprendió cuan solo había quedado en el mundo al perder a su pareja.
Bora siempre tomando
su mano, regresaron el camino. Parecía invierno, no estaba seguro. El clima en
las costas japonesas solía cambiar rápidamente. El cielo fue tapizado de nubes
grises.
Estuvieron en una
linda pensión. Una pareja joven había heredado el negocio y daba alojamiento a
las personas en eso pequeño pueblito de Japón. Pasaron la noche ahí, pero
Daesung fue incapaz de conciliar el sueño.
Al día siguiente emprendieron
el viaje de regreso a Seúl, con cada kilómetro avanzado sentía inquietud. Se
dio cuenta que en su mano aún estaba la sortija de su enlace con la mujer que
amó.
--¿Daesung?
Retrocedió los pasos
en la fila del aeropuerto. Bora le contemplaba como un chiquillo.
--No puedo irme.
--Daesung…
--Quiero quedarme.
--Hermano… tenemos que ir a casa.
--Mi hogar es donde Sora esté. Debo volver. -Respondió con los ojos humedecidos.
--Daesungie… sé que es difícil, pero tu hogar es donde
está tu familia, tus amigos.
--Ella es mi familia.
--Y también lo es papá, mamá, Yo… –Sujetó su mano logrando que cooperara y subiera el
avión con ella.
Era difícil
aceptarlo.
Había encontrado el
amor en una mujer, había desarrollado vínculos con ella. Crearon los lazos de
amor como cualquier otra pareja… entonces, venía la maldita muerte a
separarlos. Se llevó a su amor tan lejos de él que aquellos hilos que los
mantenían unidos, se tensaron lo suficiente y se rompieron.
La vida no tenía
sentido alguno. Él tan solo quería ir donde su amada se encontraba, por eso
decidió en medio de los cielos preservar su hilo roto en forma de ese anillo
plateado, símbolo de una promesa de amor.
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Continuará.
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